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En 2020, el gobierno de Puebla supo de la contaminación que RESA causaba en el relleno sanitario del Chiltepeque, tras haber realizado una inspección donde documentaron problemas en el tratamiento de residuos, así como la inhabilitación de cuatro plantas de procesamiento. Pese a ello, la firma continuó con sus trabajos hasta la actualidad.

De acuerdo con una solicitud de transparencia a la que accedió CENTRAL, la Secretaría de Medio Ambiente, Desarrollo Sustentable y Ordenamiento Territorial (Smadsot), efectuó una única inspección a lo largo de tres años.

En la Acta de Revisión en Materia de Impacto ambiental, se precisa que las autoridades acudieron al relleno sanitario el 21 y 22 de enero del 2020, donde hicieron una evaluación exhaustiva de la contaminación y las condiciones en que operaba RESA, determinando que cuatro plantas y un laboratorio no funcionaban o no operaban de manera adecuada.

En el expediente SMADSOTAV/028/2020, se precisa que, en la Celda A, el laboratorio de biogás —espacio donde se produce energía basada en dicho combustible— estaba sin actividad hasta esa fecha, cuando había se había destinado para su supuesto uso una caseta habilitada como laboratorio.

En ese sentido, los inspectores indicaron que la planta de aprovechamiento de biogás tampoco operaba para la producción de energía, pese a que registraron una caldera para generación de gas LP con capacidad de 5 mil litros.

No obstante, las normas medioambientales establecen que esta es una labor indispensable en los rellenos sanitarios para el correcto tratamiento de los residuos.

Plantas sin uso

Smadsot identificó que la planta de separación de residuos tampoco mantuvo operaciones hasta 2020, pues en el sitio se estimaba el procesamiento de 60 toneladas de desperdicios por día.

A la fecha se cuenta con el inmueble tipo caseta y se está habilitando con maquinaria nueva, encontrándose aún sin operar, detalla el informe de aquel año.

Lo mismo ocurría para la planta de aprovechamiento valorizables, donde además se identificó que “los residuos son dispuestos en un área que no cuenta con la contención adecuada por lo que puede provocar el derrame de lixiviados al suelo natural”.

A eso, se suma que la Celda B carecía de tubos de venteo, que permiten la extracción de los lixiviados y su manejo.

En el entorno se observan derramos de lixiviados sobre el suelo natural en una longitud de 40 m lineales y x 5 m de ancho aproximadamente, a una distancia de 5 m de la celda, con un escurrimiento hacia el camino que lleva a la celda C. Al momento no cuenta con tubos de venteo ni circulación de lixiviados.

La falta de cuidados en la planta de aprovechamiento y en la Celda B han derivado en uno de los principales problemas ambientales que actualmente aquejan al relleno sanitario del Chiltepeque. Pues la filtración de lixiviados amenaza con afectar los mantos freáticos que abastecen a la ciudad de Puebla y la zona conurbada.

Con estas observaciones, el gobierno de Puebla supo de la contaminación de RESA, sin que emitiera ninguna clausura u otra sanción al respecto.

Un nuevo informe definirá si RESA se mantendrá al frente

Debido a que la concesión que brindó a RESA la administración del relleno por 28 años culmina en diciembre próximo, el Ayuntamiento de Puebla solicitará al Congreso del Estado una nueva concesión por 15 años, para dejar en manos de una empresa la ampliación del tiempo de vida de este espacio y el manejo de los residuos.

Pese a que la administración municipal de Eduardo Rivera Pérez exige que la nueva empresa enmiende el daño que actualmente existe, cabe la posibilidad de que RESA pueda volver a participar, pues aún no se definen los criterios de la próxima licitación.

Sin embargo, la firma nuevamente será sometida a una nueva auditoría, para determinar si han mejorado su funcionamiento y si han cumplido con las normas en la materia. De lo contrario, podría ser sancionada para no participar en el nuevo proceso.

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