¡Por los clavos de firulais, sáquenme los ojos!
Lo veo y no lo creo.
Este muchacho Jonathan Collantes, el que lloró el año pasado por que le quitaron su candidatura, tiene demencia perruna, sigue atrapado en el tiempo, es más para ayudarlo ofrezco pagarle las consulta con mi psicoterapeuta de cabecera, Betzabé Vancini.
¡Ya que alguien haga algo por favor!
Si tiene un amigo en esta vida, si alguno de los 426 mil seguidores que presume tener el Instagram no es comprado, que le extienda la mano por favor.
No entiendo cómo es que nadie le ha dicho que se ve mal.
Yo que pensaba que de por sí era patético cuando en aquel lejano 2019 se subió al templete con Miguel Barbosa sin que alguien lo hubiera invitado. Por eso le puse el mote de “Solovino” Collantes, pero esto es todavía peor.
Ahora sí estoy preocupada.
¡Por eso mándenlo al psicólogo!
Miren que fingir seguir siendo diputado ya es cosa seria. Y es que Collantes no más no puede soltar su hueso imaginario.
Ahí está bien prendido, como Pit Bull, bien trabado.
Esto solo me hace pensar que es de esos perros aprehensivos, esos que se andan persiguiendo la cola en el jardín tres horas seguidas.
Acumulador. Porque ahí tiene en su celular dividida en mil croquetas la única entrevista que alguna vez pagó en Televisa para su informe de labores.
Una vez a la semana, saca un pedacito y lo postea, como si fuera actual.
Lo mismo con sus fotos en Tribuna, ahí anda publique y publique que está en el Congreso, cuando ya desde el año pasado quitaron la placa con su nombre de su curul.
Y, lo peor.
En su bio, todavía aparece como “Diputado local”.
Ya “Solovino”, suelta el hueso, deja de perseguirte la cola. Pareces loquito posteando tus fotos viejas y repetidas.
Pero hay algo peoooor. Estas fotos, Collantes las acompaña de frases dignas de un “rompecorazones”.
Esperen, voy a vomitar y regreso.
Prosigo, Collantes cree que es más guapo que el perro de Luis Miguel y que todas las perritas estamos voladas por él.
Sube sus fotos con frases como: “Te apuesto un beso a que beso mejor que tú”.
Otra vez voy a vomitar.
¡Ya Collantes déjalo ir!
Te lo digo de perra a perro, porque cuando te des cuenta ya será demasiado tarde.
Vas a ser un perro “viejo y pendejo”.
dando clic en el periódico