La perspectiva de género, en el gobierno, sirve para hacer campañas de comunicación gubernamentales que no revictimicen a las mujeres como la del Consejo Nacional de Población.
La perspectiva de género sirve para no culpar ni responsabilizar a las mujeres por las violencias que se ejercen contra ellas.
La perspectiva de género sirve para no hacer recortes presupuestales a programas enfocados a impulsar el desarrollo social de las mujeres.
La perspectiva de género sirve para no desaparecer programas como estancias infantiles y refugios para mujeres víctimas de violencias.
La perspectiva de género sirve para no cercar con vallas metálicas Palacio Nacional el 8 de marzo día internacional de la mujer.
La perspectiva de género sirve para investigar juzgar y sancionar los asesinatos de mujeres bajo los criterios de feminicidios por los componentes de violencia de género que hay alrededor de ellos.
La perspectiva de género sirve para abrir más espacios de toma de decisión a mujeres formadas y preparadas para el cargo que van a detentar y que incorporan una visión de género, interseccional y derechos humanos en la administración pública, y no solo mujeres por cubrir una “cuota de representación”, siendo tuteladas y sin permitirles ejercer el poder.
La perspectiva de género sirve para gobernar, legislar, juzgar y comunicar visibilizando y atendiendo los factores de desventaja social y violencias que atraviesan las mujeres por su condición de género.
La perspectiva de género es un mecanismo que permite identificar, cuestionar, y valorar la forma en la que las mujeres somos discriminadas, excluidas y expuestas a desigualdades y violencias por un componente de género, pero también es un mecanismo que permite identificar las acciones que deben emprenderse para atender esos factores y avanzar hacia la igualdad.
Sin embargo todo eso es lo que le está faltando hoy a los gobiernos de todos los ordenes y colores, lo que le está faltando a las fiscalías, lo que le está faltando a las y los legisladores y lo que le está faltando también a los medios de comunicación.
Los feminicidios y las violencias contra las mujeres son la otra pandemia, para la que no ha habido vacuna, la que no se ha atendido, ni visibilizado. Esa pandemia que se extiende gracias a la impunidad y a la falta de atención, voluntad política y compromiso gubernamental.
Esa que los gobernantes no tienen y no entienden porque no la viven. ¿Sabrá el presidente lo que es ser acosado en el transporte público? ¿Sabrán los gobernadores lo que es que te pidan “un favor sexual” para subirte el sueldo o promoverte de área laboral? Lo cierto es que el poder se ejerce de forma patriarcal, incluso es así mismo ejercido por mujeres que carecen de esta perspectiva, ¿Por qué? porque ser mujer no te da conciencia de género y porque muchas gozan de privilegios. Diría Simone de Beauvoir, “El opresor no sería tan fuerte si no tuviera cómplices entre los propios oprimidos”
Pero incorporar una verdadera perspectiva de género, transversalizarla a todas las áreas de los gobiernos, a las cámaras de diputados y congresos legislativos, a las y los comunicadores, más allá del discurso pogre, marketero y purple washeado, nos ayudaría a avanzar en la construcción de una sociedad más igualitaria.
No es una varita mágica, ni una formula secreta que nos cambiará el mundo en un abrir y cerrar de ojos, pero si es una herramienta que eficientemente implementada, allegaría grandes transformaciones en el corto, mediano y largo plazo a favor de las mujeres.
No todos somos expertos o expertas en estudios de género, pero quienes ocupan una responsabilidad pública, si tienen la obligación de prepararse, capacitarse, o asesorarse. Por eso es inaceptable e injustificable que una dependencia de gobierno utilice recursos públicos para reproducir una campaña donde se culpabiliza a las mujeres por tomar una cerveza y provocar que las violen, desaparezcan o maten.
La campaña del Consejo Nacional de Población carece de perspectiva de género como muchas otras decisiones de este y otros gobiernos, y como sociedad no podemos guardar silencio, nos toca visibilizar esos errores, y ser las voces incómodas que exijan mejores acciones y mejores gobiernos.
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