La semana pasada, la polémica Senadora Lily Téllez protagonizó uno más de sus episodios de escándalo en el Senado de la República. Esta vez no se trató de sus posturas antiderechos, antiaborto, clasistas, revictimizantes ni ofensivas, discursos que ha buscado legitimar con supuestas “posturas de oposición” y “antiobradoristas” cosa curiosa porque hace unos años ganó su escaño en el Senado gracias a Morena.
Esta vez lo hizo por reproducir un discurso discriminatorio contra la Senadora Citlalli Hernández. Se sabe que la Senadora Citlalli Hernández tiene sobrepeso, y que eso ha sido motivo de insultos, burlas y discriminación en medios de comunicación y redes sociales, discursos que nada tienen que ver con cuestiones políticas ni partidistas sino con una forma de discriminación socialmente aceptada y tolerada que es la Gordofobia.
La Senadora Téllez dijo que su compañera había devorado un libro como si fuera un taco de chicharrón (palabras más, palabras menos) haciendo alusión al evidente sobrepeso de la Senadora. Este comentario le valió el rechazo y la condena de miles de personas en redes sociales acusándola de bully y gordofóbica.
Pero a todo esto ¿Qué es la gordofobia?, la Gordofobia es el odio, rechazo y violencia que sufren las personas gordas por el hecho de ser gordas. Para que una palabra sea considerada un insulto, debe provocar humillación. La palabra gordo o gorda, ha sido empleada en nuestro país, de una forma ofensiva, o que emite un juicio de valor sobre el aspecto físico de otra persona de forma negativa.
Se vincula a las personas gordas como personas flojas, con malos hábitos alimenticios, descuidadas, que están con sobrepeso por no poder controlar sus apetitos. Sin embargo estas visiones están llenas de prejuicios, pues el sobrepeso puede deberse a diferentes y muy variados factores, como aquellos genéticos, que no tienen que ver con malos hábitos alimenticios, sino con herencias genéticas, malfuncionamientos hormonales, o cuestiones fisiológicas particulares. Pero también tiene que ver con cuestiones económicas, en muchos municipios y localidades del país, es más fácil acceder a un vaso de coca cola que a uno de agua potable o purificada.
Ser gordofóbico es ser una persona privilegiada que no mira las condiciones estructurales del problema de sobrepeso en el país, pero sobretodo es ser una persona que violenta el derecho de las personas gordas a ser respetadas y no ser discriminadas por su peso.
Es urgente combatir esos discursos que pueden generar no solo actos discriminatorios contra las personas gordas, sino también efectos graves en su vida y su calidad de vida, como trastornos alimenticios, baja autoestima y hasta intentos de suicidio.
Lo que ocurrió en el Senado no fue cosa menor o un episodio más de afrenta política, fue la reproducción de un mensaje gordofóbico que debemos combatir, en el Senado, pero también en las escuelas, los centros de trabajo, y en el seno de cada familia mexicana.
Que una Senadora con la influencia y la exposición que Lily Téllez tiene en redes sociales, reproduzca estos discursos discriminatorios, debería no solamente ser sancionado por la opinión pública, sino también sancionado por la CONAPRED.