El 25 de noviembre es un día muy importante en la visibilización de la lucha contra la violencia hacia las mujeres, pues se conmemora el Día Naranja, fecha establecida por la ONU para iniciar 16 días de activismo contra todas las formas de violencia hacia las mujeres.
Desde el activismo feminista es una fecha relevante, porque regularmente las dependencias de gobierno, universidades, escuelas, y algunos centros de trabajo, organizan conferencias, reuniones o charlas para hablar sobre la importancia de combatir la violencia contra las mujeres y niñas.
Sin embargo, desde la función pública, desde los gobiernos, desde las oficinas de quienes toman decisiones de política pública, esta fecha se ha convertido en un día para la foto y nada más, cuando en realidad, lo que esperamos de ellos, es que ocupen el presupuesto, los medios y los espacios a los que tienen acceso desde el poder, para realizar acciones estratégicas, como la construcción de programas y políticas públicas, que en verdad sirvan para combatir las violencias de forma efectiva.
En cambio, vemos Secretarías de mujeres que se quedan cortas con las acciones que podrían realizar, donde todo su personal se pone un moñito naranja o donde se ponen un vestido naranja que suben a redes sociales con el hashtag #DíaNaranja y realizan un evento para “cubrir” la efeméride donde el gobernante en turno da un mensaje políticamente correcto, y nada más.
Vemos edificios gubernamentales, fuentes y monumentos iluminados de naranja, sin acciones que acompañen a combatir las violencias que se perpetran diariamente. ¿De qué nos sirve que un edificio gubernamental o público se ilumine de naranja si al interior se encubren violentadores, deudores alimentarios, o acosadores? ¿Un moñito naranja hará que una mujer deje de vivir violencia doméstica cuando llega a la casa que cohabita con su agresor?. Todas esas acciones, son simbólicas, son acciones token, es decir, acciones que tienen un valor simbólico y que son “intercambiables” por acciones que realmente podrían considerarse estratégicas para prevenir, atender y combatir las violencias contra las mujeres.
Muchas veces las autoridades, funcionarias y funcionarios públicos, sin preparación y perspectiva de género, son cuestionados sobre las acciones que realizan para combatir la violencia en el marco del Día Naranja, y regularmente sus respuestas son: “hicimos un foro”, “dimos una conferencia”, “iluminamos los edificios en conmemoración”, y aunque todas esas acciones son valiosas para visibilizar, son insuficientes, y no pueden, ni deben considerarse como moneda de cambio, o como un token sobre otras acciones que si deben realizarse y no pueden ser suplidas.
Muchas veces, esos foros o conferencias van dirigidas al personal de las dependencias, pero eso es una caja de resonancia, se están hablando a sí mismos en lugar de realizar diagnósticos y análisis de género que permitan detectar las acciones estratégicas que realmente estarían representando un cambio en la vida de las mujeres y niñas que viven violencia todos los días. Quienes en su mayoría viven en las periferias, donde los edificios iluminados no se ven, donde los vestidos, las corbatas o las manitas pintadas de naranja de las funcionarias no sirven para nada. Hacia esas mujeres marginadas, empobrecidas, precarizadas y violentadas son a las que el tokenismo del día naranja les está quedando muchísimo a deber.
Ojalá pronto veamos más autoridades asumiendo la enorme responsabilidad que tienen con el combate a todas las formas de violencia contra las mujeres, y su voluntad política vaya mucho más allá de las acciones simbólicas. Ojalá logremos pasar a las acciones estratégicas, porque entonces solo así, estaremos pasando de la fecha para la selfie y la foto, a la fecha para la rendición de cuentas e implementación de políticas estratégicas en beneficio de todas las mujeres.