Basta con que publiques algo de alguien y de pronto empiezan a caer más datitos, los chismecitos se corren como hilo de media. Y como mi adorada amiga Tía Mundis (Edmundo Velázquez) se trae en chinga al alcalde de Amozoc, Mario de la Rosa, que ha tenido una semana muy negra, tenemos más información de él.
Y no es para menos, el señor es todo un delincuente de cuello blanco y negro. Asociado con el crimen organizado. Pero como el miedo no anda en burro, ya se está escondiendo ante la tremenda ola de ejecuciones que hay en Amozoc. Sabe que la gente no lo quiere, sabe que tiene al municipio de cabeza, pero que Dios y La Luz del Mundo están con él.
El hombre de buena fe y de malos actos aplica esa máxima que dicen los cristianos “Si Dios está conmigo, quién en mi contra”. Y así es como lleva el Evangelio, la palabra de Dios, la delincuencia, las balaceras, la droga a todo el municipio, bajo la palabra de Dios todo poderoso y el manto santísimo de la virgen María.
Y es precisamente por la fe y la palabra de Jesucristito, que Mario de la Rosa sueña con ser senador. No solo eso, quiere ser senador y que su hija sea la próxima presidenta municipal de Amozoc. Claro, quiere que siga el reinado de terror, la delincuencia y las muertes en su municipio. Y ya saben, todo en nombre de Dios nuestro señor.
Solo esperemos que ese sueño no se le vuelva obsesión y si se vuelve obsesión que quede loco, imagino que menos daño hará. Para él es muy fácil pensar que puede ser senador, y cómo no, con toda la lana que tiene con La Luz del Mundo y todos sus otros negocios, está que arde en billete.
Pero Mario de la Rosa sueña con ser senador y con ser Nacho Mier, porque en las mesas, en las sobremesas, en las pedas y en todo lugar en el que se sienta dice: “Si Nacho Mier quiere ser gobernador y tiene a la hija como diputada y al hijo como presidente, ¿yo por qué no puedo ser senador y que mi hija sea la presidenta municipal?
Así son estos sueños guajiros. Por supuesto, muy lejos de alcanzarlos y mientras el señor sueña, Amozoc está en llamas, la delincuencia imparable y un alcalde que sueña en grande.
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