Este 18 de enero por la tarde, la noticia del feminicidio de una niña de 10 años en Zoquitlán, en la Sierra Negra de Puebla, inundó los medios de comunicación.

María Isabel salía durante la noche de su casa para ir a la de una señora, a tan solo unos minutos, y quedarse a dormir con ella. Ayer salió y por la mañana, cuando sus papás fueron a recogerla, supieron que nunca llegó.

Los pobladores la encontraron. La niña fue abusada sexualmente, asesinada y su feminicida tiró su cuerpo entre los matorrales en el barrio de Coyotzonga.

Algo que llamó mi atención, los comentarios en las redes sociales en donde se publicó la noticia. La mayoría de ellos culpando a los padres por haber permitido que una niña fuera sola a dormir a una casa que no era la suya.

Muy pocos, muy muy pocos cuestionaron qué clase de hombre es capaz de violar y asesinar a una niña.

Ese es el punto en el que debería centrarse la discusión.

¿Quién la mató?

Las mujeres y las niñas deberíamos poder caminar con seguridad por donde sea, a la hora que sea con o sin compañía. Pero esto no sucede gracias a que existen hombres que creen que pueden, y lo hacen, raptarnos, violarnos y matarnos.

Con este caso, suman tres los feminicidios en Puebla, contabilizados por PÁGINA NEGRA, como lo hacemos desde 2016, en solo los primeros 18 días del 2022.

El primero sucedió el 7 de enero, cuando fue encontrado el cuerpo de una mujer que había sido abandonado por su asesino en Atlixco.  Estaba en un terreno baldía en la zona de Tenextepec.

El segundo sucedió el pasado 16 de enero, una mujer de unos 36 años fue asesinada y su cuerpo abandonado en el municipio de Acajete, en la junta auxiliar de La Magdalena Tetela.

De ambas no hay identidades, mucho menos detenidos, no hay ruedas de prensa para informar sus casos y ayudar a encontrar a los asesinos. Las autoridades manejan estos crímenes con total sigilo.

Y así llegarán en marzo las manifestaciones feministas a Puebla y a todo el país, las madres, los familiares y hasta los hijos de las víctimas marcharán en las calles.

Seguramente pintarán las paredes, sacarán el sufrimiento de la injusticia a gritos.

Las acusarán de vándalas y ahora sí, tal vez, alguna de sus mantas con las fotos de sus muertas se cuele en las portadas de los periódicos con la noticia de los destrozos por delante.

Cuando nos matan somos una nota más, cuando pintamos, cuando “vandalizamos” nuestros rostros inundan las primeras planas.

#NiUnaMás