Uno de los pilares más importantes en la formación de los niños debe ser indudablemente el uso de su libertad la cual debe ser fruto del pensamiento crítico. Como seres humanos debemos aprender desde pequeños sobre la responsabilidad de nuestros actos, discernir entre lo que es bueno o malo y sobre todo, aquello que nos haga convertirnos en mejores seres humanos.
Lamentablemente, las primeras etapas de la vida son regidas por las limitaciones, no sólo en los comportamientos sino también en los pensamientos, pero es aún más lamentable que el mundo en el que nuestros hijos viven no se reduce a lo que los papás observan como su realidad y pretenden controlar, sino que existe el mundo virtual que es prácticamente imposible auditar al 100%.
Un contenido que seduce hasta al más pequeño para buscar cada vez más
Pese a las posibilidades de control parental con los que podemos cargar muchos de estos dispositivos, existe un sinfín de ventanas y caminos para que los niños naveguen en la web y, más aún, un camino perfectamente planeado para que de una APP brinquen a otra.
He observado muy de cerca, amigo lector, a las nuevas generaciones de kínder y primeros grados de primaria tener una gran habilidad para el uso de la tecnología y también la manera en la que los contenidos que cada niño consume determinan gran parte de sus juegos en el mundo fuera de línea. Todos ellos con una aparente “supervisión” de sus padres, quienes por inocencia se confían de estos controles parentales, por una parte y por otra, que sus niños por su edad consumen contenidos 100% infantiles, porque es lo que les llama la atención y lo que logran comprender.
Lamentablemente esto es falso, el contenido que se produce para distintas plataformas y medios digitales es cada vez más digerible y mucho más impactante. Tuve la experiencia de escuchar la experiencia de unos padres que me narraron cómo unos niños de primero de primaria, dentro de una de las casitas de juego, jugaban al “Juego del Calamar”, acorralando a otros pequeños e interpretando los distintos roles que aparecen en este programa. Sin rodeos, el contenido es marketing y se construye sin restricciones para agradar a todos.
Supervisar es insuficiente por lo que la libertad es la única opción
Debemos dejar atrás la idea de que los pequeños, por su nivel de madurez, pueden ver este tipo de contenidos porque no los entienden o no les llamarán la atención si por accidente llegan a ellos. La verdad es que la dinámica digital los hace tener pensamientos más acelerados y, por supuesto, que comprenden muy bien estos temas porque así están diseñados. El objetivo es seducir a quien los consume (sin importar la edad) para que siga mirándolos y busquen después contenidos similares, además del papel de la IA para colocárselos una vez que los encuentran y consumen por primera vez.
Si como adultos nos es imposible tener un conocimiento de todo lo que se estrena por semana en estos medios para mirarlos como entretenimiento, imagínese, amigo lector, auditarlo para determinar qué sí y qué no pueden ver los niños en todos los rincones de la web, apps y streaming.
La mejor alternativa se llama libertad y ¿a qué me refiero con ella? Formar desde muy pequeños a nuestros hijos sobre tener una perspectiva crítica y darle seguimiento durante su crecimiento. Más que nunca debemos confiar en ellos e inculcarles lo que es mejor para ellos(as) desde muy temprana edad.
Todos los niños tienen la capacidad de discernir y debemos prepararlos para ello, por experiencia y por comentarios de otros padres, no hay familia que pueda decir que no haya sorprendido a su niño viendo contenido no apto para su edad y siempre la razón es la manera en la que estos contenidos están construidos, una cosa llevará a otra irremediablemente.
Hagamos el planteamiento directo con nuestros hijos y expliquemos cómo funciona este tipo de marketing, cómo es que los contenidos se construyen y para qué se construyen de esta manera. Propiciemos un ambiente de comunicación y hablemos durante la comida u otro momento de reunión familiar sobre lo que hemos visto en medios digitales y hablemos de forma directa sobre el valor de ese contenido y los riesgos del mismo.
Creo formar estos espacios de confianza y fomentar el criterio son la mejor manera de crear un control parental efectivo en la era digital.
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