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Javier Arellano

El dilema del “Operativo Enjambre”

Los escuálidos intentos por desmantelar los nexos entre criminales y autoridades no es algo nuevo. Una referencia se remonta al sexenio de Felipe Calderón.

No se debe olvidar aquel mega operativo denominado “El Michoacanazo”. En mayo de 2009, el mandatario lanzó un enorme despliegue en su estado natal. Efectivos del Ejército Mexicano y elementos de la Policía Federal detuvieron a 11 presidentes municipales (la mayoría de extracción priista), 16 altos funcionarios y un juez del fuero común.

Luego de algunas semanas, todos los detenidos obtuvieron su libertad. El aparato federal no pudo sostener las acusaciones de vínculos con el crimen organizado. “El Michoacanazo” terminó en un descalabro político y policiaco.

Repasar aquel pasaje se hace obligado ante el reciente “Operativo Enjambre” en el Estado de México que pretende ser el primer manotazo del súper secretario de Seguridad Omar García Harfuch.

El nombre de “enjambre” es una alusión indirecta al concepto del “avispero” que representa el crimen, frente al cual se pretende levantar una “colmena” que reconstruya el tejido social.

Desde Palacio Nacional se dio la orden de lanzar un despliegue de fuerzas federales que logró la captura de siete funcionarios menores en los municipios de Tonatico, Ixtapaluca, Tejupilco, Naucalpan y Amanalco.

Aún no conocemos el desarrollo de los procesos penales. Se espera que las acusaciones sean verídicas y fundadas.  De lo contrario, los siete casos se pueden caer tal y como sucedió en aquel “Michoacanazo” de Calderón.

Sin embargo y más allá del espectáculo, México demanda una verdadera política de seguridad que vaya contra los nexos entre políticos, mandos policiacos y criminales.

Los mexicanos esperamos un “Operativo Enjambre” en el estado de Guerrero, donde presidentes municipales, diputados locales, federales y hasta miembros de la familia de la gobernadora Evelyn Salgado están embarrados con los cárteles.

Guerrero es la perfecta demostración de un narco-estado. Todos los niveles de gobierno fueron penetrados por el crimen. Desde “Casa Guerrero”, residencia oficial del poder Ejecutivo, hasta comisariados ejidales, pasando por alcaldes, absolutamente todos tienen algún tipo de vínculo con grupos delictivos.

Es un estado dominado por la ley de las balas, los jefes de los cárteles se mueven por toda la geografía destruyendo la menguada estabilidad social de sus municipios.

Los ejemplos dramáticos son Acapulco y Chilpancingo, las dos principales ciudades donde sus habitantes viven sometidos bajo la dictadura de la violencia, los asesinatos, la extorsión y el cobro de piso.  

Ahí es donde se espera un “Operativo Enjambre” que esté dispuesto a llegar a los más altos niveles.

Otro lugar donde se debe implementar la estrategia es Tabasco. El gobernador Javier May Rodríguez insinuó que el exsecretario de Seguridad Pública, Hernán Bermúdez Requena, era al mismo tiempo líder del “Operativo Barredora”. Los sicarios lo obedecían como el “Comandante H”.

El mando policiaco del estado era el jefe criminal de la plaza, protegido por su líder político Adán Augusto López.  

Vayamos a otro punto. Si el esquema de García Harfuch se aplica en Sinaloa la sola información sería devastadora.

Aquel estado cuenta con 20 municipios, ¿Cuántos alcaldes fueron impulsados por el Cártel de Sinaloa?  ¿Cuántos obedecen los lineamientos de Los Chapitos y cuáles atienden las indicaciones de La Mayiza?

Ismael Zambada intervenía hasta en las controversias de la Universidad Autónoma de Sinaloa y metía la mano en diferentes temas de interés político.

Empero si la estrategia de seguridad se va a conducir bajo criterios políticos, entonces solo estaremos frente a un enjambre y una telaraña de simulaciones.

Al día de hoy, la única justicia es la que imparte el Juez Brian M. Cogan en la Corte de Brooklyn y este aspecto no debe perderse de vista. 

El tema de la narcopolítica y el crecimiento exponencial del crimen organizado tendrá una importancia medular en la nueva relación bilateral con la administración Trump.

En medio de la disputa electoral, un tema unió a republicanos y demócratas: enfrentar con firmeza a los cárteles mexicanos.

Aunque en los discursos los tonos pueden variar, lo cierto es que la relación entre México y Estados Unidos enfrenta uno de sus momentos más críticos.

La agenda bilateral se va a conducir con un garrote dirigido desde el aparato de inteligencia.

En este escenario, el “Operativo Enjambre” puede ser la estrategia para paliar la catástrofe humanitaria que asfixia a México.

O solo será enorme espectáculo de simulación.

En breve lo sabremos.

Como siempre quedo a sus órdenes.

X @CupulaPuebla

cupula99@yahoo.com

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