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Javier Arellano

Como en 1994, un ambiente enrarecido

El controvertido planteamiento expuesto por voces periodísticas tiene fundamento.

Raymundo Riva Palacio, Joaquín López-Dóriga, Héctor Aguilar Camín y Beatriz Pages Rebollar sostienen que se están generando las condiciones para un probable, un posible magnicidio rumbo al proceso electoral de 2024.

El tema no ha sido debidamente dimensionado ni por la figura aludida que es la aspirante Xóchitl Gálvez Ruiz, ni por el mismo presidente López Obrador.

Y es que en 1994 ambos personajes no eran los protagonistas que hoy son y su contacto con aquel sucedo fue muy reducido.

La referencia de los periodistas sobre las condiciones para un magnicidio nos demuestra que los hechos de Lomas Taurinas son una herida latente en la memoria colectiva, un trauma nacional.

Las nuevas generaciones de mexicanos no saben quién fue Luis Donaldo Colosio, pero quienes tienen más de 45 o 50 años aún tienen en el recuerdo esa noche del 23 de marzo de 1994.

La noche que México se sacudió, se conmocionó.

El asesinato de un candidato presidencial era un hecho que se consideraba impensable, inconcebible.

En esa época Riva Palacio, López-Dóriga, Aguilar Camín y Pages ya eran periodistas experimentados que pudieron procesar y reflejar la trascendencia histórica del crimen.

Sería conveniente conocer la opinión de Ciro Gómez Leyva quien en esos días escribió una serie de artículos para el diario Reforma intitulados ‘Recuerdos de la muerte’ y que fueron compilados en el libro ‘Ya vamos llegando a México’.

Los comunicadores subrayan la atmósfera, las condiciones que se están generando y que podrían desembocar en un crimen político de dimensión histórica.

La perspectiva tiene pleno fundamento.

Hoy, como en 1994, México presencia un momento enrarecido, en extremo turbio.

En aquel momento los arrebatos de Manuel Camacho Solís, tolerados por el presidente Salinas y el levantamiento zapatista encabezado por la figura mítica del Subcomandante Marcos sacudían a una sociedad pasmada y confundida.

Hoy en 2023, los factores de enrarecimiento social son mucho más graves.

Desde el atril presidencial se lanza una embestida cotidiana, ya rutinaria contra una oposición incómoda que no se amedrenta, no recula, ni se dobla.

La terquedad y obstinación de Xóchitl Gálvez son características más personales que políticas y en este momento son su principal escudo frente a las diatribas de Palacio Nacional.

La puja preelectoral ha recrudecido la polarización social que fractura al país.

Irónicamente el principal impulsor de Xóchitl es el discurso presidencial que denuesta a los “clasemedieros, aspiracionistas, clasistas, racistas…”

Grandes sectores y grupos sociales agraviados, ofendidos por López Obrador ven en la fémina una verdadera oposición; una aspirante que no calla, ni se dobla.

Aunque el mandatario se presenta en un salón histórico en los hechos sus arengas son propias de un mitin de plaza provinciana donde se fustiga al adversario con expresiones vernáculas, sarcasmos y burlas.

AMLO no se percata que ante los segmentos sociales indecisos su arremetida está victimizando a Xóchitl.

Los grupos que no pertenecen al ala efervescente, apasionada de Morena consideran que se trata de una violencia verbal innecesaria.

Esta rutina discursiva viene a enrarecer aún más la atmósfera nacional.

Sin embargo, el mayor riesgo para cualquier persona o grupo opositor es un factor que en 1994 era minúsculo en comparación al México de 2023.

Nos referimos a la preeminencia el crimen organizado.

Por todo el país los cárteles –sus grupos aliados, así como las células disidentes–, se muestran incontenibles, empoderados y desafiantes como nunca.

Convoyes de 50 camionetas que se desplazan por calles y carreteras; grupos de sicarios que se exhiben por cientos portando fusiles de uso bélico; ejecuciones en las que se disparan más de mil balas contra una voz incómoda; la imparable globalización de los cárteles mexicanos que tienen a sus órdenes células en Europa o Asia.

El despunte exponencial del crimen organizado se debe a la permisividad, la tolerancia que le brinda el Estado mexicano.

De acuerdo con el discurso presidencial Morelos y Veracruz son unos paraísos.

Este clima de violencia extrema es el caldo de cultivo para un magnicidio. Sobre todo, porque las organizaciones delictivas simpatizan abiertamente con la Cuarta Transformación como lo han demostrado en pasados procesos electorales.

Basta que un capo de mediano nivel o un jefe de sicarios muestre un exceso de iniciativa para actuar contra “la señora esa que está jodiendo a nuestro presidente”. Fémina que por cierto frecuentemente anda en bicicleta.

El escenario es completamente factible y probable. Las condiciones están dadas.

El atentado contra Ciro Gómez Leyva tiene todos los rasgos de un desplante criminal de ese tipo. Resulta en extremo sospechoso que hasta el momento las autoridades no han explicado quién, pero sobre todo porqué se ordenó el ataque contra el periodista.

Es cierto que una sombra se levanta sobre el proceso electoral; empero considerar que la violencia solamente podría alcanzar a una aspirante presidencial sería cerrar el círculo de visión.

Con toda certeza podemos esperar la injerencia de las balas en contra de agentes regionales: candidatos a gobernadores, senadores, diputados y presidentes municipales.

Desde este momento 2024 se asoma como una elección violenta.

Las condiciones se construyeron para ello.

Como siempre quedo a sus órdenes.

Tw @CupulaPuebla
cupula99@yahoo.com

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Javier Arellano

Javier Arellano es uno de los periodistas más reconocidos y experimentados en Tehuacán; en su columna Cúpula, detalla y desnuda a la elite tehuacanera, los líderes de la región y también analiza...