Cecilia Monzón, cuando la justicia te cierra la puerta

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Edmundo Velázquez

23 mayo 2022

Es egresado de la carrera de Ciencias de la Comunicación por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) y cursó la maestría en Periodismo Político en la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Es reportero especializado en temas de seguridad pública, justicia y derechos humanos. Fundador de “La Página Negra” y autor de la columna “Cuenta hasta 10”. Ha colaborado con medios y agencias como AP, Univisión y France 24.

“Madre, cuando yo me muera,
que se enteren los señores.
Pon telegramas azules
que vayan del Sur al Norte”.

*Muerto de amor, Federico García Lorca

El asesinato de la abogada Cecilia Monzón fue una bofetada dura para los poblanos.

Regresa ese amargo sabor que, cada que un crimen ocurre, nos inunda la boca.

Antes que abogada y activista, Cecilia Monzón era madre. Y a un niño le fue arrebatada su madre, su tranquilidad, el derecho a una vida.

En vida a Cecilia ya le habían intentado arrebatar la dignidad, había quien hablaba a sus espaldas, había quien le arrebataba mérito y lucha. Hubo quien le cerró mil veces la puerta cuando ella la tocaba por un espacio para probarse como política en el servicio público.

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Qué pena que el día que faltó Cecilia Monzón, sólo hasta ese día, se le reconoció el trabajo que siempre hizo.

Qué pena que no pudo leer las anécdotas que le dedicaron en sus muros de Facebook y en sus cuentas de Twitter.

Qué bueno que no pudo ver a aquellos oportunistas que hoy sí fueron sus amigos, que ahora no la menospreciaban, o los políticos que le cerraron la puerta de sus partidos por tildarla de “conflictiva” por simplemente ser abierta, transparente y demasiado franca.

Qué pena por los políticos que ahora se cuelgan de su nombre y que, dudo, vayan a mover un sólo dedo por siquiera presionar a la Fiscalía General del Estado o usar los espacios con los que cuentan para que el caso sea esclarecido.

Qué pena que un asesinato, así de cruento, les sirva para figurar dos segundos en redes sociales.

En definitiva, las puertas que le intentaron cerrar ella las abrió poco a poco, a su manera. Ella sola.

Cecilia Monzón, definitivamente, fue una mujer a la que pocos le seguían el paso.

Fuerte, clara, ruda a veces.

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Acelerada, siempre. Jamás quieta.

Inteligente, pero sobre todo valiente.

Valiente al grado de publicar en sus redes sociales sus litigios, sus victorias, las amenazas que recibía.

Ahora no está. Y quedan las dudas de dónde vino…

Puede ser que la Fiscalía de Puebla encuentre a los dos hombres que cometieron el asesinato de manera material. Pero ¿lo harán con los autores intelectuales?

Puebla pasa por un sopor.

Está estancada en dolor, en pesadez, en cansancio.

Las poblanas y los poblanos están hartos de que maten a sus hermanas, sus madres, sus hijas…

Las instituciones están pasando por una torpeza ante la sociedad civil más crítica, organizada y harta de esta violencia que vivimos todos los días.

Las activistas llegaron a la Fiscalía y encontraron, nuevamente, las puertas cerradas. Así como muchas veces las han encontrado en su reclamo de justicia. Así como cuando Cecilia laboraba entre las agencias del Ministerio Público y los tribunales.

Las activistas intervinieron la fachada de Fiscalía. “Justicia para Cecilia, Abogada de las Mujeres”, podía leerse en las paredes del organismo.

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Los trabajadores de la Fiscalía de Puebla de Gilberto Higuera Bernal tardaron unas horas apenas en limpiar la frase.

Para las 7:00 de la tarde, la fachada volvió a su blanco usual y la frase estaba borrada.

Ojalá así fuera rápida la Fiscalía para esclarecer el crimen de Cecilia Monzón.

Bastantes puertas le cerraron en vida a Cecilia Monzón.

Ojalá que la Fiscalía de Puebla no le cierre la puerta de la justicia a Cecilia.

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