Tragedias

Tablazos y comida podrida: Erick relata cómo vivió en el Anexo “La Piedad”

- Diseño: Sam Navarrete

En el mismo sitio en el que murió Alan Jafer, un joven de 21 años que vivía con una adicción a las drogas, estuvo anexado Erick, quien pudo escapar después de que fue sometido semanas enteras a tablazos. En entrevista con PÁGINA NEGRA relató cómo lo hincaban todo el día sobre corcholatas y le daban de comer comida podrida

Por Edmundo Velázquez / @mundovelazquez

/ Ciudad de Puebla

Hace cinco años, Erick fue ingresado al anexo “La Piedad”, en Lomas de San Miguel, Puebla, cuando su mamá creía que ya no tenía remedio a su adicción a las drogas; su familia pensó que en ese sitio lo ayudarían. Pero Erick fue golpeado a tablazos, lo hincaban sobre corcholatas como castigo, le daban comida podrida recolectada de los contenedores de mercados, dormía en el suelo e incluso le inducían más vicios.

Como PÁGINA NEGRA informó, el pasado 6 de abril en el anexo “La Piedad” murió Alan Jafer, un joven de 21 años que también sufría una adicción a las drogas. Alan le fue entregado a su familia, moribundo. Murió en camino al Hospital Norte de Puebla. En la necropsia se reveló que la causa de muerte fue producto de los golpes que recibió en el sitio. Los familiares de Alan pudieron ver cómo eran tratados algunos de los jóvenes en el anexo y vieron cómo muchos de ellos se encontraban hincados y sin camisa, castigados.

Este castigo coincide con la experiencia que vivió Erick. En entrevista con PÁGINA NEGRA, Erick detalló que los padrinos del sitio no tienen ningún interés en apoyar a los anexados. Por el contrario, buscan que sus adicciones incrementen y los inducen al delito.

Si tú llegabas por ser alguien ingobernable, salías teporocho. Si entrabas por borracho, salías drogadicto. Si entrabas por drogadicto salías ratero porque te inducían a robar. Te iban induciendo a su forma”, relató Erick, de 30 años.

La mamá de Erick no podía con él ya, así que pensó en ingresarlo al anexo, ya que se lo habían recomendado. Al ingreso se pagan cuotas por cada anexado. El monto llega a ser de mil 650 pesos: mil pesos por la estadía, 500 para despensa y 165 por servicio médico. Su hijo se drogaba y temía que sus adicciones terminaran con su vida. Pero, desde que el muchacho ingresó a “La Piedad” comenzó el martirio.

Yo desde que llegué me pusieron en la primera silla y estaba de padrino Joel. Él llegaba y te ponía la primera silla, que era cuando te daban la primera junta. Pero al otro día era te hincaban. Nos daban lo que llamaban 'gansitos', que eran tablazos con el padrino Mario, que también estaba ahí y llevaba el control del centro de rehabilitación”.

Erick desconocía porqué lo golpeaban tanto, pero intentó buscar una forma de poder avisar a su familia. De inicio le fue imposible, pues se encontraba incomunicado; y cuando llegaba a solicitar que le llamaran a su mamá lo amenazaban con golpearlo. Vio cómo amarraron a otros por intentar salir, defenderse o responder a los golpes.

Yo intenté darle a conocer eso a mi familia, pero como te tienen ahí incomunicado y amenazado de que si hablas te van a tablear, no me daban permiso de hablar con mis familiares (...) Mi jefecita fue y le daban otra cara. A los familiares les decían que estábamos bien, pero no. Incluso metieron colchonetas para que vieran que dormíamos bien, pero en realidad dormíamos en el piso. La comida era lo echado a perder de las centrales”.

A pesar de que a las familias les piden dinero para despensa, o por iniciativa entregan productos para sus anexados, nada de esto lo ven ellos. Los padrinos se reparten los víveres o el dinero que les entregan mientras que buscan en los contenedores de basura de los mercados, y de la Central de Abasto las legumbres echadas a perder para hacer sopa.

La comida es lo que van a juntar de los contenedores de basura de las centrales de abasto. Eso comemos, caldo de pura verdura que ya no sirve. Dormíamos en el piso con una o dos cobijas. La despensa que llevábamos con los familiares nos la quitaban los padrinos porque se las llevaban a su casa y la repartían el padrino Mario y el padrino Joel”.

Conforme pasaron las semanas y Erick ya iba para un mes en el sitio, pidió a uno de los anexados al que le permitían salir que buscara a sus familiares, con quienes tenían conocidos en común.

Hasta que salieron algunos de ahí, malillitas les decimos, les hicieron saber a mi familiar. Y entonces les fueron a avisar cómo la pasaba yo, que me hincaban sobre corcholatas en las rodillas, me tableaban”.

Una vez que se enteraron de cómo en realidad se encontraba Erick, su mamá con apoyo de sus hermanos ingresaron por él a la fuerza para rescatarlo y constatar que no estaba siendo rehabilitado y que, por el contrario, había sido golpeado casi todos los días que estuvo en el anexo.

VER: Alan ingresó al anexo “La Piedad” y 15 días después fue asesinado a golpes

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