28 de Marzo del 2024

Cosas de mamá primeriza

Por Yonadab Cabrera / /

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Hace tiempo mi mamá me contó esta bochornosa anécdota que no recordaba y que salió a flote ahora que Viridiana Lozano está a meses de dar a luz.

Estábamos platicando a inicios de semana sobre lo difícil que es el embarazo, que si ya no se acomodan para dormir, cualquier cosa les hace daño, a cada rato quieren ir al baño, y que si se les rompe la fuente.

Fue en ese momento cuando tuve un destello de luminosidad, cuando un recuerdo me vino a la mente, cuando las palabras de mi mamá retumbaron en mi cabeza y recordé que las había enterrado para siempre, por ser un tanto bizarras, non gratas.

Me contó que cuando estaba a punto de dar a luz, tuvo que ser trasladada a la ciudad de Pachuca, pues en el pueblo, por ser fin de semana, no había quién me recibiera, a menos que fuera con una partera, pero bendito Dios no lo hizo y confió su vida y la mía en los médicos del IMSS.

Sí, en un inicio de los doctores de la Clínica 18, de Necaxa. Sí, de allá soy, allá vive mi familia. Pero mi nacimiento venía para el fin de semana, y como buenos médicos mexicanos, pues los muchachos se agarraron sus días de descanso y fuimos trasladados a Pachuca.

Daba de vueltas por la habitación, en su camilla, la ponían a caminar: "Señora relájese, su niño aún no va a nacer, le faltan horas", le decían con una paciencia y tranquilidad los doctores y las enfermeras a mi mamá.

"¡No me digan que me relaje si ustedes no lo están sintiendo ni los dolores! ¡Aaaaaay! ¡Aaaaaaaaay! ¡Con una chingada que ya viene!", gritaba mi mamá a cada instante y miren que cuando se enoja, se enoja.

Por supuesto, los doctores no le hicieron caso y es que me imagino que al día desfilan cientos de mujeres embarazadas a punto de dar a luz por los pasillos de los hospitales. Supongo que los gritos y las mentadas de madre que se llevan los doctores, son el pan de cada día.

Y como vio que no le hacían caso, decidió relajarse, tomarlo con toda la serenidad del mundo, ignorar los dolores, las contracciones y todos los síntomas del alumbramiento. Pasó un rato, mágicamente disminuyó el dolor h le dieron ganas de ir al baño.

Dice que eran ganas de hacer pipí, las amigas expertas en embarazo, aseguran que es una sensación de hacer popó. El caso es que se dirigió al escusado, se sentó, empujó y vio que algo se asomó.

Sí, era yo. No eran sus ganas de hacer del baño, eran sus ganas de sacarme y por poco y lo hace en el escusado, iba a nacer echándome mi clavado en el baño.

Por supuesto, se espantó, me quiso regresar, no especificó si succionó o qué hizo, solo que corrió como pudo a su camilla y gritó con todas sus fuerzas para que le hicieran caso los doctores y enfermeras. Después de esta grata experiencia que vivió, aquí estoy.

Moraleja: mujeres embarazadas tengan cuidado al ir al baño, no vaya a ser que se les salga el chamaco.

¡Claro! Chinguen al guapo.

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