19 de Abril del 2024

La falta de una brújula

Por Yonadab Cabrera / /

 

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Este 23 de enero fue cumpleaños de mi gran amiga y hermana Selene Ríos Andraca. A veces sueño con ella y, como todos los que la conocimos, nos frustramos al despertar, pues queremos seguir riendo con ella, abrazarla, escucharla. Lamentablemente, esos sueños son muy efímeros y rezamos a Dios por regresar en la noche al punto en el que nos quedamos.

En fin, es una triste reflexión ante la falta de una gran amiga, yo diría mi mejor amiga. Vivimos muchas cosas juntos, y no necesito presumirlo, siempre fui su favorito jejejeje. Sin embargo, me quedé corto en el aprendizaje, qué mal que no le pude aprender más; hoy me arrepiento porque tenemos que luchar muy fuerte para mantener su legado.

De lo que sí estoy seguro, es que hoy se hubiera reído mucho como con todas mis columnas al saber que me perdí por los que eran sus rumbos y los míos. Por muchos años rondamos por las calles de Xilotzingo, habíamos trazado varias rutas vendidas para ir de mi casa a su casa y viceversa, razón por la cual no se hubiera cansado de pendejearme al saber que me había perdido para llegar a su misa.

Salí de la oficina de CENTRAL a las 6:30 de la tarde, pues la misa para conmemorar su cumpleaños era a las 7: "Tengo media hora para llegar, claro que me da tiempo, hasta le ganaré a la tía Mundis que ni siquiera ha apagado su computadora", pensé maliciosamente para hacerle la maldad a mi amigo, y es que siempre nos andamos haciendo bullying.

Fue así que libre el tráfico de la 24 Sur y la 31 Oriente, de la 24 Sur y el Circuito Juan Pablo II, de la 24 y Las Torres y de la 24 hacia Valsequillo, cruzando por Xilotzingo.

Hasta ahí todo iba bien, llevaba buen tiempo, incluso me podía relajar. El camino me lo sé como la palma de mi mano, hasta con los ojos cerrados podía manejar, y al fin llegué. Llegué a la calle donde según mis cálculos está la iglesia donde siempre se hace la misa.

Di vuelta en la primera calle a la derecha y solo había un callejón sin salida, regresé a la calle principal, avancé otra cuadra, di vuelta a la derecha y había otro callejón sin salida.

"Me lleva la chingada ¿Será que me habré pasado? Se me hace que sí", me dije a mí mismo mientras me pendejeaba. Me regresé esperando ver una calle antes con las características que tiene la calle en la que se encuentra la iglesia.

No tuve éxito y llegué hasta el Oxxo de Camino Real a Xilotzingo: "¡No mamés! Dónde puta madre está esa calle, ya se me hizo tarde", grité todo histérico al mismo tiempo en que le echaba el carro lo mismo a conductores que a peatones.

El estrés ya me había invadido. Volví a recorrer la calle principal, llegué a la avenida grande que nunca recuerdo  cómo se llama, casi llegaba a Héroes y no daba con la iglesia. Tuve que regresar, para ese momento ya habían pasado mis 30 minutos más otros 30 minutos, llevaba una hora perdido, varado en un lugar por el que siempre había pasado y una iglesia a la que llevo tres años yendo.

Me volví a meter en la primera calle en la que di vuelta: "A huevo que tiene que ser aquí, no hay otra calle, no hay otra entrada", y pasé el primer callejón, el segundo callejón y al tercer callejón encontré el templo de Dios.

Me regresó el alma, ya hasta tío Mundis estaba ahí, vamos, la misa ya estaba terminado y ni siquiera eso pude hacer bien, llegar temprano a la misa de mi amiga. Claro, terminé más encabronado y estresado.

Moraleja: pongan Google Maps

¡Claro! Chinguen al guapo.

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