Vida y Estilo

48 años del mítico Festival de Rock y Ruedas de Avándaro

- Foto: Especial

Para el periodista cultural, Rogelio Villareal, el concierto de Avándaro fue un acontecimiento que les permitió a los jóvenes ser ellos mismos sin temor a que los trataran como delincuentes por escuchar rock, tener el pelo largo y por experimentar con drogas alucinógenas.

Por Eloy Rodríguez Linares/@linares_eloy /

Los asistentes al festival de Rock y Ruedas de Avándaro nunca pensaron que serían testigos de un evento que se convertiría en un emblema cultural de nuestro país, pues el concierto fue una válvula de escape para disfrutar por una noche de todas las restricciones que el gobierno autoritario priista impuso a los jóvenes en esa época.

El festival de música se llevó a cabo los días 11 y 12 de septiembre de 1971, fue planeado para amenizar una carrera de autos que patrocinaba la empresa Coca Cola, pero debido a la afluencia de jóvenes, el evento automovilístico se canceló para que no ocurriera algún accidente.

“El Woodstock Mexicano” como lo llamaron los asistentes, se llevó a cabo en Valle de Bravo, estado de México, se calcula que contó con una audiencia de entre 100 mil a 500 mil jóvenes.

Entre el público estaba el ensayista y escritor José Woldenberg, quien recuerda el festival como: “Un destape divertido para los amantes del rock” que la sociedad conservadora y activistas de izquierda censuraron con un discurso moralista.

Para el periodista cultural, Rogelio Villareal, el concierto de Avándaro fue un acontecimiento que permitió a los jóvenes ser ellos mismos sin temor a que los trataran como delincuentes por tener el pelo largo y por experimentar con drogas alucinógenas.

“Pero la mayoría de los jóvenes mexicanos de la naciente década de los setenta quería ser revolucionaria de otra manera: candorosa, sin programa ideológico o político, pero rebelde al fin.

Deseaban que los dejaran en paz y que no los trataran como delincuentes sólo por traer el pelo largo y experimentar con drogas alucinógenas, para expandir la conciencia ni por practicar el amor libre y escuchar rock anglosajón y, sorpresa, verdadero rock mexicano.

No sucedáneos domesticados como los de Enrique Guzmán y Angélica María”, señaló Rogelio Villareal.

Las bandas que se presentaron en el concierto fueron: Los Dug Dugs, El Epílogo, La División del Norte, Tequila, Peace and Love, El Ritual, Mayita Campos y Los Yaki, Bandido, Tinta Blanca, La Fachada de Piedra, El Amor y Three Souls in My Mind. 

TESTIGO

El festival del rock que se organizó de manera improvisada, en Avándaro, los días 11 y 12 de septiembre de 1971, fue todo un evento generacional que escandalizó la moral de una sociedad conservadora. 

Por una noche, los asistentes crearon una comuna hippie en donde algunos ejercieron su sexualidad de forma desinhibida, fumaron marihuana, expandieron su mente con LSD y bebieron alcohol, mientras escuchaban a las mejores agrupaciones de rock nacional.

Uno de los asistentes a este festival fue José Woldenberg, quien describe aquella noche como un reventón que no solo perturbó el conservadurismo de la sociedad mexicana, sino también alarmó las conciencias de los jóvenes politizados de izquierda.

En Avándaro, José Woldenberg escuchó por primera vez a la banda Three Souls in my Mind, agrupación que tocó canciones como “Un pericazo de cocaína” y “Bájame mamey Lolita”, temas que “(…) sonaban a lo que queríamos que sonaran: la irreverencia mayor, la mentada de madre esférica, el elíxir de la liberación”.

Además, recuerda que las inclemencias del clima no echaron abajo el ambiente festivo de aquella noche.

“Por la camioneta no solo pasaron algunos cigarros de marihuana, sino unas pastillas moradas cuyo nombre se resumía en tres letras entonces elocuentes y simbólicas: LSD. Como suele suceder, había de todo, los ortodoxos del alcohol o la marihuana que ni muertos conjugaban las virtudes de su pasión, y de los tochos morochos, capaces de mezclar lo que pasaba por sus manos hasta integrar los cocteles  más barrocos”, recordó José Woldenberg en su texto Avándaro.

Los medios de comunicación y el gobierno no fueron los únicos que satanizaron este festival de rock, también un sector radical de activistas de izquierda que consideró este concierto como un evento que dejaba en el olvido la represión estudiantil del 10 de junio de 1971, mejor conocida como el “Jueves de Corpus”.

“La partida no fue fácil, ya que estuvo precedida de una agria discusión sobre la justeza de nuestra presencia en un festival de <<rock y ruedas>>. Quienes se quedaron en la ciudad, argumentaron que luego del 10 de junio era inconsciente y escapista asistir a un reventón como el que se anunciaba. Sin embargo, el resto, los más, simple y llanamente no podíamos perdernos el acontecimiento”, recuerda José Woldenberg.

EL WOODSTOCK MEXICANO

Las fotografías de Pedro Meyer sobre el festival de Avándaro son de los pocos testimonios gráficos que tenemos sobre este acontecimiento, pues en aquella época, explica Rogelio Villareal, la mayoría de los rollos de los fotoperiodistas que asistieron al evento terminaron en el bote de basura porque los medios de comunicación no consideraron importantes las imágenes de un concierto de rock.

En las fotos, observamos a los asistentes sonriendo, algunos fumando (quizá marihuana), improvisando casas de campaña, amontonados, tratando de subir al escenario y a policías observando sin hostigar a los espectadores. Al parecer, en Avándaro se vivó un ambiente de fraternidad. 

Sin embargo, para un sector conservador, fue una osadía que los asistentes colocaran en la bandera mexicana el signo de amor y paz, acto que iba en contra del nacionalismo revolucionario, escribió Rogelio Villareal, en su texto Pedro Meyer en 1968 y en Avándaro.

Asimismo, el periodista cultural, recuerda que Carlos Monsiváis lanzó ataques muy duros hacia los jóvenes que asistieron al concierto, pues los calificó de “gringos” y alienados por ser fanáticos de un estilo musical anglosajón, cuando el intelectual, en esas fechas, se encontraba en Londres.

“Sólo querían un poco de rock, sexo y psicodelia, cuando esa tríada era más subversiva que los tres tomos de El capital… Aunque poco después Monsiváis habría de retractarse públicamente el daño era ya irreparable  ¬¬¬̶ algo que también José Agustín le recriminaba en La contracultura en México (Grijalbo, 1997) −: el rock ya había sido proscrito desde el poder, como unos años antes lo habían sido las aspiraciones democráticas de millones de ciudadanos”, escribió Rogelio Villareal.

Para observar el archivo fotográfico de Pedro Meyer sobre el festival de Avándaro dale clic AQUÍ

“LA ENCUENRADA DE AVÁNDARO”

Cuatro décadas después de que se llevó a cabo el festival de rock, José Woldenberg se dio a la tarea de buscar la identidad de la famosa “Encuerada de Avándaro”, quien a pesar de su popularidad nadie sabía cómo se llamaba ni qué fue de ella al término del concierto.

De acuerdo a los datos que José Woldenberg encontró en el Archivo General de la Nación, el nombre de la “Encuerada de Avándaro” es Laura Patricia Rodríguez González, tenía 18 años cuando bailaba con sus senos desnudos las canciones del grupo La División del Norte, sobre el techo de un tráiler.

En el momento en que los organizadores se dieron cuenta del show que daba Laura Patricia, la bajaron del tráiler. En el expediente, que encontró José Woldenberg, elementos de Policía Judicial Federal explican que la localizaron y detuvieron para investigar si tenía una ideología que atentara la estabilidad política de nuestro país. 

La ficha informa que la “Encuerada de Avándaro” es originaria de la ciudad Guadalajara. La describe como una  mujer adicta a las drogas debido a la poca atención que recibía de sus padres, propietarios de varias tiendas de abarrotes. Por sus excesos con los estupefacientes ya no coordinaba sus ideas, y para conseguir sustancias psicoactivas se prostituía en la Zona Rosa.

Para José Woldenberg, este tipo de opiniones reflejaban la mentalidad paranoica de la clase política de nuestro país que utilizó las fotos de la “Encuerada de Avándaro” para satanizar y prohibir, por varios años, festivales de rock como el que se organizó en Avándaro. 

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