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Descubren planeta parecido a la Tierra: ¿hay posibilidades de vida en otros planetas?

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Allá por los años 90 del siglo XX, los primeros cazadores de planetas profesionales fueron dos astrónomos estadounidenses -Geoff Marcy y Paul Butler- quienes también hicieron un arduo trabajo en lo que respecta a la búsqueda de vida en otros mundos. Sobre esto último, y hasta ahora, no hay indicios de que exista vida, mucho menos vida inteligente, más allá de la Tierra.

El esfuerzo de estos dos astrónomos ha sentado las bases para que hoy podamos decir, con toda seguridad, que se han descubierto ya alrededor de 4,025 planetas fuera del Sistema Solar. La mayoría de estos planetas han sido hallados por el Telescopio Espacial Kepler que, desde una órbita cercana a la Tierra, comenzó a funcionar en 2009 y terminó su hazaña en 2013 cuando finalmente fue retirado.

Hace pocos días se han anunciado formalmente el descubrimiento de tres nuevos planetas fuera de nuestro Sistema Solar los cuales orbitan una estrella situada a tan solo 73 años luz de la Tierra.

El trío de planetas es considerado por los astrónomos como el conjunto más pequeño y cercano a la Tierra. La pequeñez resulta interesante porque solamente en planetas rocosos es en donde se puede generar la vida, o al menos eso es lo que piensan los científicos.

El sistema se llama TOI-270 y dentro de él habita un mundo muy parecido a la Tierra en cuanto a dimensiones se refiere (un poco más grande) y dos mundos gaseosos similares a Neptuno.

Al planeta más cercano a la estrella que orbita, una enana roja, le toma tres días en darle la vuelta completa a su estrella, por lo que para lo que a nosotros un año son 365 días, para este planeta son tan solo tres días. Los otros dos mundos descubiertos lo hacen en casi el mismo periodo de tiempo: a TOI-207c le toma 5,7 días y TOI-270d lo hace en 11.4 días.

Los detalles del descubrimiento han sido publicados en la revista Nature Astronomy que es una de las publicaciones con mayor prestigio en el mundo de la ciencia.

Pero más allá de lo que el descubrimiento implica en sí mismo, hay que decir que el hecho de que existan más de 4,000 exoplanetas más allá de la Tierra, nos hace pensar, casi inmediatamente, por instinto, que alguno de ellos debe de albergar alguna forma de vida que no necesariamente sea vida inteligente, ya que el concepto de vida es tan amplio que pueden ser pequeños microorganismos, tal vez unicelulares, de los que sea difícil tener constancia por lo limitado de nuestros instrumentos de detección. Otra posibilidad es que la vida esté allí esperando a ser descubierta y la otra es que, definitivamente, la Tierra sea el único sitio en toda la galaxia, o inclusive en todo el universo, donde la vida se puede desarrollar de manera correcta o, al menos, como la conocemos.

¿Pero la vida como la conocemos solamente se puede desarrollar en ambientes específicos donde el calor y la radiación que emite una estrella no son tan poderosas para aniquilarla? Esta es una pregunta que los científicos siempre se han hecho, o al menos desde el siglo XIX y principios de XX, y hay algunas respuestas, no sé si tan certeras, para ella. Por ejemplo, quienes actualmente plantean y apoyan la hipótesis de la teoría Pansmérmica señalan que la vida existe a través de todo el universo y que ésta es transmitida a través de meteoritos, polvo interestelar, asteroides y cometas.  Por lo tanto, para ellos, la vida no está restringida a nuestro propio Sistema Solar.

Esta teoría también propone que las formas de vida microscópica (como los extremófilos) pueden sobrevivir a los efectos hostiles del espacio donde existen temperaturas de menos de cero grados y, por supuesto, donde tampoco hay gravedad y la radiación alcanza niveles inimaginables. Hasta ahora, hay que recalcarlo, la hipótesis panspérmica no ha fructificado ni mucho menos ha sido comprobada por el simple hecho de que no se han encontrado vida microscópica fuera de la Tierra.

Pero lo que es un hecho es que los organismos extremófilos existen y están en nuestro propio planeta. De hecho recuerdo haber entrevistado para un programa de radio que tuve en España al profesor Ricardo Amils, catedrático del Departamento de Planetología y Habitabilidad del Centro de Astrobiología de la NASA y del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicos de España), quien me dijo que en el río Tinto, un río costero del sur de España que discurre a lo largo de la provincia de Huelva en Andalucía y cuyas aguas son de color rojizo (de allí su nombre), existen una gran cantidad de estos organismos microscópicos, que son capaces de soportar toda clase de condiciones extremas como altísimas temperaturas y presiones, grados tremendos de acidez y alcalinidad o concentraciones letales de sales, entre otras cosas. Además, y por si fuera poco, este río contiene algas verdes y hongos y, de hecho, hay organismos que inclusive llevan a cabo la fotosíntesis.

La existencia en nuestro propio planeta del río Tinto nos hace reflexionar sobre el hecho de que pueden existir organismos en otros planetas, donde las condiciones resultarían iguales o peores aún a las que existen en este río español, donde se podría desarrollar la vida sin ningún problema. De hecho, no solamente Amils y su equipo han estudiado con profundidad este río, sino también científicos de la NASA que buscan encontrar las mismas condiciones en Marte (algo que, evidentemente, no ha sucedido), y mucho menos en otros sitios del Sistema Solar.

Pero ¿Qué nos depara como especie un universo que parece que no es proclive a desarrollar la vida? ¿En dónde nos refugiaremos en un futuro no tan lejano cuando nuestro propio planeta sea incapaz de sostenernos debido a una catástrofe ecológica, a una guerra nuclear o al propio ensanchamiento del Sol que haría arder a la Tierra cuando se convierta en una gigante roja en unos 5 mil millones de años? Evidentemente debemos de estar preparados para un escenario así y todo apunta a que, por el momento, no tenemos la tecnología suficiente para transformar la atmósfera de Marte y hacerla habitable, mucho menos para ir a otras estrellas.

Así, por un lado, los organismos extremófilos nos dicen que la vida se puede desarrollar en condiciones extremas, pero, por otro lado, tampoco los hemos encontrado en los más de 4,000 planetas que hasta la fecha ya hemos descubierto. Quizá es que necesitemos instrumentos más precisos para poder detectarla. Tal vez la vida extrema sea solamente un asunto de la Tierra y no sea capaz de desarrollarse en otros sitios como los panspérmicos plantean. No lo sabemos. Está por verse hasta donde nos puede llevar la ciencia en estos asuntos y, por supuesto, saber cuáles son sus propios límites. 

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