Ojo Crítico

El necesario plan B de AMLO

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Todo gobierno construye un legado y aunque la mayoría al comienzo tiene una visión utópica que es presentada en las diversas propuestas de campaña, en realidad son los hechos y los resultados los que van marcando esta herencia, misma que se construye gracias a la poca o gran efectividad de la estrategia de comunicación que el gobierno busque implementar.
 
El gran enemigo
 
Todos los presidentes utilizan, además del desarrollo, la bandera populista de la elección de un enemigo, el cual al ser derrotado terminará por ser el gran símbolo del éxito de un gobierno.
La selección de éste deberá ser muy estratégica y alcanzable porque de lo contrario puede convertirse en el ícono del fracaso de todo un proyecto, tal cual cual ocurrió recordemos con el ex-presidente Felipe Calderón quien declaró la guerra al narcotráfico y salió vapuleado en este asunto ya que, además de no resolver el problema, a perspectiva de la mayoría de los mexicanos, este acto incrementó la violencia en el país, siendo éste uno de los grandes factores para que el PAN no continuará en el gobierno una sexenio más.
Como una gran área de oportunidad, y también utilizando el recurso de la bandera populista, Enrique Peña Nieto aprovecha el descontento social con respecto a la violencia que ocurre en nuestro país y lanza un ataque directo hacia este tema, no señala la guerra contra el narcotráfico como la principal causa pero sí acepta la situación. Lamentablemente la falta de un programa serio de comunicación fue la tumba del expresidente, quien además de no saber cómo resolver las crisis que se le presentaron, cuando “intento” hacer algo simplemente le disparó a todo tratando de encontrar en el modelo de ensayo y error la manera de encontrar esa batalla que sirviera como un legado.
AMLO ha elegido a la corrupción como su gran reto a vencer, sin duda un rival muy complejo para un gobernante que por cada piedra que levanta encuentra una raíz muy profunda con respecto a este tema y con el gran riesgo de quedar derrotado tras 6 años de combatirlo y no lograrlo. Por ello los golpes que dará en este asunto deberían ser como hoy, contundentes y que resulten, para efectos de la opinión pública, auténticos golpes de autoridad que permitan aumentar su credibilidad a corto plazo, y ganar la confianza a mediano y largo para mantener el proyecto de AMLO vivo otro sexenio tras el anuncio de quien será su sucesor.
 
Crisis, daños colaterales
 
Lamentablemente todo proyecto de comunicación está rodeado de diversas situaciones de crisis que opacan el desarrollo de esta batalla y el presidente López Obrador se encuentra cada vez más sumergido en ellas. 
Despidos tras los recortes a programas e instituciones, desabasto de combustible, combate contra el Huachicol y las muertes tras la explosión en los actos de rapiña de los ciudadanos en Tlahuelilpan, Hidalgo; y ahora el más reciente conflicto, el asesinato de Samir Flores dentro del contexto de la construcción de la planta termoeléctrica en Huesca, Morelos.
A pocos meses de iniciar su gobierno, la estrategia del presidente ha sido simplemente esquivar los asuntos, el discurso de defensa con el cual engloba todo este asunto es que el combate a la corrupción generará muchas molestias, un texto que es poderoso pero ¿por cuánto tiempo tendrá efectividad? Ante las primeras manifestaciones en las calles de CDMX los puntos en contra de la imagen del presidente se empiezan acumular y, regidos bajo un sistema populista como funciona la política en nuestro país, poco a poco estos eventos irán cobrando una factura para AMLO ¿pero en cuánto tiempo?, ¿qué impacto puede tener ésta en su proyecto a mediano y largo plazo?
Sin duda el equipo de comunicaicón del presidente deberá empezar a analizar esta situación no como una probabilidad sino como un tema urgente en su agenda para tratar de mantener la confianza de una muchedumbre (término utilizado en opinión pública) que es irracional y que por la misma pasión puede amar un día y odiar al otro. 
Una falta de atención en este lado b del proyecto de gobierno puede tirar todo un discurso, los daños colaterales de las acciones realizadas no deben ser vistas como simples consecuencias sino como afrentas muy serias a la imagen de un gobernante.
 
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