El viaje de la libélula

El arte de meternos autogol

-
Por Aurora Reyes /

Inmersa en el ámbito de la salud mental, me he percatado de que, en algunas ocasiones, cuando alguien toma la decisión de apostar por su crecimiento personal, lo hace con una cierta urgencia o impaciencia, por lo que suele enfrentarse a muchos momentos de frustración debido a que no ve realizadas sus expectativas de manera rápida o inmediata (ej.: “no logro identificar mis emociones”, “es que todavía no puedo bajar de peso”, “quisiera ya dar vuelta de página a esta situación”, “ojalá pudiera super a esa persona pronto”, etc.)

Por una parte, este ideal de mejora y desarrollo del sí mismo, a veces se acompaña de estereotipos que generan en la persona, una sensación de “obligación” por la búsqueda de la perfección (cual sea el entendimiento que uno tenga de ésta). Es como si al “decidir ser mi mejor versión”, uno se viera forzado a renunciar al derecho de equivocarse en su camino.

Así, cuando este tipo de posturas se vuelven extremadamente autoexigentes, lo que puede llegar a presentarse eventualmente es -de manera paradójica, pero casi inevitable-, el riesgo de ser “seducidos” por el inconsciente y finísimo arte de meterse un autogol o como seguramente le conocerás: el riesgo de caer en el autosabotaje.

Me parece que el autosabotaje es un evento bastante común en la vida de las personas y -si bien no seré experta en deportes-, me gustaría aclarar que, desde mi perspectiva, tanto un autogol como un acto de autosabotaje poseen varias características en común. No obstante, encuentro por igual una distinción importante entre ambas: el autogol, casi como si fuera de ley, sucederá sin ser contemplado de manera voluntaria, por lo que podemos considerarlo un acto meramente incidental y profundamente trágico, puesto que provoca un daño autoinfligido. Por otro lado, consideremos que la acción del sabotaje, por definición, refiere un “proceso por el cual se realiza una modificación, destrucción, obstrucción o cualquier intervención en una operación ajena, con el propósito de obtener algún beneficio para uno mismo”*.

Por lo tanto, podemos ver que un acto de autosabotaje contemplará la variación de que la “operación” que se interviene deja de ser “ajena” y se vuelve más bien en la obstrucción de una operación propia y personal, con el fin de obtener algún beneficio para uno mismo. Puesto de ese modo, suena un tanto contradictorio, ¿no?

Las conductas de autosabotaje, por su propia naturaleza, merecen ser atendidas con un alto nivel de consciencia, sobre todo si deseamos transformarlas en algo mejor. Por ello, te comparto tres puntos que me parecen muy importantes a tomar en cuenta, más aún si te identificas con esta situación:

  1. “Deber” versus “Querer”

Ubica si aquello que no has logrado llevar a cabo y que constantemente saboteas corresponde más a una necesidad nacida del “deberías” o desde el “quiero”.

  • Frecuentemente vamos por la vida con una mezcla de ambas; entre las creencias con las que crecimos, lo que el mundo me dice que debo hacer o cómo debo lucir/pensar/decir, lo que realmente decido de manera autónoma y consciente, etc. Tantos discursos dentro de nuestra cabeza pueden ser muy confusos y necesitamos hacer una distinción clara del origen de los motivos que nos hacen desear y, al mismo tiempo, rechazar una misma experiencia.
  • Trabajar conscientemente tu propia historia de vida puede darte mayor claridad y revelarte aquellos aspectos que dentro de ti no logran empatar; es probable que, si recurres a autosabotearte, estés siendo incongruente en alguna parte de ti y contigo mismo, por lo que de manera inconsciente te frenas para no llevar a cabo eso de lo que aún no estás seguro. En otras palabras, una parte de ti no está lista para avanzar con lo que aparentemente has decidido y necesitas profundizar más en tu proceso.
  1. Los pensamientos negativos y la autoexigencia destructiva.

De manera breve, el cargar nuestra mente de pensamientos altamente juiciosos y pesimistas es una fórmula directa al fracaso de nuestros propósitos.

  • Revisa qué etiquetas negativas te has colocado a ti mismo o aquellas que los demás a tu alrededor te han dicho y cuando las tengas, piensa en otras características de ti mismo, pero positivas, a manera de complementarlas e integrar una visión más completa de tu persona.
  1. Priorizar y ordenar nuestras acciones en función de nuestras metas.

Cuando los tengas claros, procura poner al centro de tu día tus objetivos (bajar de peso, mejorar la relación con tus hijos, poner más atención a clases…lo que más te interese). El visualizar tu meta, te puede encaminar a determinar los pasos que te llevarán a ella y de ese modo, puedes evitar con mayor consciencia los contratiempos o distracciones que te desvíen de ella.

  • El periodista deportivo, Bob Costas, alguna vez mencionó que "en los deportes, prever lo que puede ocurrir es casi tan importante como lo que realmente ocurre”. Así, si llegaras a cometer un autogol, podrás entenderlo desde la compasión, sabiendo que el camino no es perfecto, que habrá días mejores y que en ti está la voluntad de volver a intentarlo. Se trata de hacernos cada vez más responsables de nosotros mismos y dejar de culpar a los demás o al mundo de lo que nos sucede.

Para finalizar, no olvides que todo proceso de crecimiento conlleva altibajos completamente naturales y comprensibles. No somos un proceso estático diseñado para ir cuesta arriba de manera automática, pues a veces requerimos de descansos para contemplar y gozar el previo esfuerzo desde la tranquilidad de que ya estamos en camino.

Encuéntrame en @Kalidoscopia (Twitter) para dialogar más sobre el tema y utiliza el hashtag #ElViajedelaLibélula para difundir la columna si ha sido de tu agrado.

Fuentes consultadas:

*Definición de “sabotaje” – Recuperado de https://es.wikipedia.org/wiki/Sabotaje

COMENTARIOS