El viaje de la libélula

La aceptación del dolor como un camino hacia la compasión

- Foto: Rayas
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“Entonces se conocieron y se sintieron, y se consintieron en su común miseria, se compadecieron y se amaron. Porque amar es compadecer, y si a los cuerpos les une el goce, úneles a las almas la pena”

Miguel de Unamuno (Del sentimiento trágico de la vida, p.52).

Recientemente me he visto familiarizada con el tema del suicidio, específicamente con aquellos casos que se presentan en poblaciones adolescentes. Y aunque no es la primera vez que reparo en ello, sí me di cuenta que me hallaba más sensible al tema, no sólo desde un ángulo profesional –puesto que los casos de suicidio en adolescentes son un problema real y en los últimos años han incrementado– sino que, en esta ocasión, lo miré desde una distancia más personal, más humana.

Si bien la adolescencia por sí misma es una etapa difícil de transitar por todos los cambios y duelos simbólicos, tan característicos que los jóvenes deben atravesar (como la pérdida del cuerpo infantil, de los roles y obligaciones, de amistades, etc.), el suicidio como un acto o alternativa no es, en definitiva, una de las características propias de la etapa. En todo caso, lo que sí es normal y común es la experiencia del dolor.

El dolor es inevitable e inherente a la condición humana. Poder reconocernos en la experiencia de adolecer nos ayuda en el ejercicio de hacernos personas, ya que nos permite tener una imagen más realista de nosotros mismos y porque nos da la oportunidad de reconocer también el dolor de los demás. Me parece que es desde allí donde reconocer el problema del suicidio adolescente se vuelve un asunto personal: todos hemos experimentado algún tipo de dolor en la vida, pero no todos tenemos los mismos recursos –económicos, sociales, emocionales– para sobrellevar nuestras dificultades de formas saludables.

Algunos de los factores que pueden potenciar el suicidio en los adolescentes, más allá de la pobreza o la falta de oportunidades son: la baja autoestima, las modas o tendencias que llevan a la idealización de estándares poco realistas, la falta de habilidades socioemocionales, relaciones interpersonales deficientes o redes de apoyo ausentes, el abuso de las tecnologías y el uso inmoderado de redes sociales, así como por supuesto, el acoso o bullying. Absolutamente todos los mencionados pueden llegar a convertirse en escenarios dolorosos: la sensación de no pertenecer o ser parte de algo, de no ser comprendidos, de no ser amados, de la sensación de soledad, los altos niveles de inseguridad, la idea de no ser suficientes y el miedo a ser heridos.

Aun cuando no todas las depresiones y suicidios adolescentes se originen de este modo, pienso que muchos de los casos son, en ocasiones, un signo más de la falta que hace el desarrollo humano en nuestras comunidades y que son también reflejo de nuestra sociedad. Lamento la sociedad alienada y egocéntrica que continuamos perpetuando en ignorancia o por negligencia, sólo porque es más fácil o más cómodo relacionarnos de formas superficiales y vacías.

Sé que el mundo no se transforma de un día a otro y tampoco espero un milagro por sólo escribir mis inconformidades. Hoy sólo quisiera pensar en las palabras de Unamuno que cité al inicio y recordarnos que tampoco se trata de gritar a los cuatro vientos nuestras experiencias más trágicas en la vida y hacerlo sin ningún tipo de filtro. Por otro lado, quizás se trata de aceptarlas con la suficiente discreción, para validarnos en el dolor como seres imperfectos, en proceso de ser mejores, y volver de ello una herramienta para sentir empatía y conectar más profundamente con los demás, para dejar de juzgar y empezar a reconocerles y a su derecho de sentirse como necesiten hacerlo: sentirse vulnerables, animosos, etc.

De uno en uno, la construcción de sociedades mejores, es posible: menos salvajes y más humanas; más conscientes, más comunitarias y compasivas.

Así que ahora cuéntame tú: ¿qué haces, desde tu trinchera, para transformar la forma en la que te vinculas con las otras personas a tu alrededor? No importa lo pequeñas que creas que son tus acciones, estoy segura de que han transformado el día o el mundo de alguien.

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