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El último taller de alfarería en el Barrio de la Luz en Puebla, lucha por no desaparecer

- Foto: Víctor Garay

Antes el Barrio de la Luz era conocido por los talleres para elaborar productos de barro. Incluso, en la misma zona encontraban la materia prima, pero actualmente la deben traer desde Amozoc.

Por Carmen González/@carmenldn /

El Barrio de la Luz es famoso en la ciudad de Puebla porque desde que se fundó, la gente que vivía en dicho lugar se dedicó a la alfarería. Con el paso de los años y con la llegada de técnicas para la elaboración de vasijas y piezas de barro, los negocios del lugar a tal grado de que en la actualidad solo queda un taller y sus dueños hacen hasta lo imposible por mantener la tradición.

Desde que tenía 5 años, el señor Genaro López García aprendió el oficio de alfarero gracias a sus padres y abuelos, quienes definieron esta actividad como algo que debía compartirse de generación en generación. Es por eso que él lucha todos los días por mantener la tradición y trabaja todos los días para lograr que la gente siga comprando productos de barro.

Hoy en día, él es dueño del último Taller de Alfarería en el Barrio de la Luz, uno de los más antiguos en la capital poblana y que es conocido por ser uno de los lugares donde surgió dicho oficio.

Ubicado sobre la calle Juan de Palafox y Mendoza entre 14 y 16 sur, es donde se lleva a cabo la historia que don Genaro nos cuenta. Es increíble que se remonte a hace aproximadamente 300 años, donde incluso el Barrio de La Acocota, llegó a formar parte de la comercialización del barro.

“La familia López tiene muchos integrantes que son alfareros. En los años 60, la alfarería era un mercado muy basto, se extendía hasta La Acocota y la 24 sur, pero se fueron acabando las casas donde se fabricaba. Hace unos 40 años nosotros llegamos a esta casa, que cuenta con 300 años de antigüedad, cuyo último dueño fue don Jerónimo Alonso y que murió a los 100 años, también se dedicaba al negocio, toda su familia antes de él también”, expresó Genaro.

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La alfarería dejó de ser una tradición en las familias poblanas

Más adelante, durante los años 50 y hasta la década de los 70´s, los patrones incluían a sus hijos en el negocio familiar, pero a medida que las oportunidades laborales crecían, a los hijos les interesaba menos trabajar en esta rama artesanal. El pago de rentas y la falta de personal también llevaron a estos talleres a su extinción.

“Cuando nosotros llegamos aquí, todavía había unas 3 o 4  casas que tenían su horno, trabajadores y toda la maquinaria para que funcionaran y que al paso del tiempo se fue acabando. Por eso, hoy en día esta es la única casa en el Barrio de la Luz que está activa”.

“Una temporada nos va bien, otra nos va mal, pero no lo dejamos porque es lo que sabemos hacer, es nuestro oficio, la forma en la cual hemos podido sobrevivir y es algo que nos gusta hacer”.

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Antes había barro en el Barrio de la Luz, ahora lo traen desde Amozoc

A través del tiempo, las formas de cocinar han cambiado y tuvo mucho que ver la entrada de nuevos materiales como el peltre y otras formas de hacer utensilios para la cocina. Para algunas personas es más práctico un sartén o una cacerola a un sartén de barro o una cazuela para guisar. La escasez de este elemento ha obligado a los artesanos a adaptarse en sus medios de producción.

“El barro ya no se encuentra fácilmente. Este lugar era zona de barro, la gente que empezó desde la época prehispánica lo tomaba de aquí. Cuando yo era niño íbamos a los cerros de Loreto y Guadalupe por barro, después nos lo traían de San Pablo Xochimehuacan y ahora lo traen de Amozoc”.

El taller de don Genaro pende de un hilo, pues depende completamente de un proveedor y de su disposición para llevarle el barro desde Amozoc hasta su taller en el Barrio de la Luz, pero a veces le queda bien, a veces tarda días en llevarle la materia prima.

“Nos afecta porque existe una sola persona que nos trae el barro hasta Puebla, entonces tenemos que disponer de él, a veces no lo trae a tiempo, viene cuando quiere y esa es una limitante muy grande, porque en cuanto esta persona decida no venir, nosotros no vamos a tener con qué trabajar”.

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Talleres de alfarería fueron desalojados hace una década

Hace 10 años se enfrentaron a un desalojo, que les impidió trabajar por un tiempo, pero gracias a que defendieron su derecho a poseer esa propiedad, lograron seguir trabajando normalmente.

“Nosotros somos una sociedad y nos unimos para defender la voluntad del último dueño: que este edificio se quedara como taller de alfarería. Nos organizarnos hasta que a través de una sesión de cabildo se nos regresó la casa, que es muy emblemática en el Barrio de la Luz, por eso era importante que no se perdiera o se iba con ella la identidad de este lugar.

A pesar de los problemas y los sube y baja que ha tenido el Taller de Alfarería, las personas que aquí valoran son felices y lo único que esperan es que su trabajo sea reconocido y valorado como una obra artesanal.

“Nunca hemos tenido una ganancia fija, pero definitivamente antes nos iba mucho mejor, las cosas han cambiado. Vivimos al día, no podemos hacer un proyecto grande como comprar una casa, un terreno, un auto, no. Lo importante es que en unos días tengamos dinero para comer, para comprar nuestro material, para seguir trabajando, eso es lo importante para nosotros. Por eso le pedimos a la gente que valoren las artesanías como tal, porque a veces la gente ve una olla de barro y la menosprecia, no le damos el valor que se merece. Aquí el regateo es muy común, a veces estamos necesitados y se las vendemos a bajo precio”.

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