Por más que se esfuerza en ser el protagonista de su campaña, Alberto Jiménez Merino no deja de ser opacado. El ex secretario de Desarrollo Rural arranca el proceso electoral a la sombra de su ex jefe, Mario Marín Torres, quien ya tiene un lugar en el templete y los priista ya no temen rozarse con él tras la mala imagen que le quedó después de ser gobernador de Puebla, el último emanado del PRI.
Desde 2011, cuando dejó el cargo, Mario Marín vivió en el ostracismo. El régimen de Rafael Moreno Valle se encargó de recordarle a los poblanos en cada proceso electoral, que el Góber Precioso no podía regresar al poder.
Ahora que el morenovallismo está al borde de la extinción, Marín se pasea como un pavorreal. Ya lo hizo en la toma de protesta de Jiménez Merino y lo repite en el arranque de campaña en la junta auxiliar San Andrés Azumiatla.
El ex gobernador de Puebla llega puntual al arranque de campaña de su ex secretario de Desarrollo Rural. Incluso, antes que el mismo candidato. A su llegada lo reciben con porras y aplausos de las cientos de personas que se reunieron en apoyo al candidato del partido tricolor en Azumiatla.
Mario Marín le da vida a la campaña del candidato del PRI. Cuando lo ven llegar las personas se abalanzan.
“Vamos a saludarlo”, grita una persona al ver al oriundo de Nativitas.
Señor una foto por favor”, le dice otro priista extasiado de verlo.
El famoso Góber Precioso atiende a sus fans y no los decepciona, los saluda de mano y reparte besos. Se toma todas las fotos que le piden. Se deja consentir como en sus mejores años de campaña en 1998 y 2004.
Los asistentes a la explanada de San Andrés Azumiatla no recuerdan los escándalos del ex gobernador. Para ellos están en el pasado o simplemente no existieron.
Marín enciende el ambiente y prepara el terreno para la llegada de su pupilo Jiménez Merino. Cuando el candidato llega, también es vitoreado. Pero como va tarde, de inmediato se sube al templete.
A diferencia de otros años. Marín ya no se queda en primera fila. Ahora le dan un lugar en el templete, uno de los principales. Jiménez Merino va al centro, a su lado el dirigente estatal, Lorenzo Rivera y después “el héroe de esta película”.
Jiménez Merino arranca su discurso y agradece a sus simpatizantes la asistencia, pero en especial que Mario Marín lo acompañe, y lo deja en claro: “no seré desleal y no negaré a mis amigos”, dijo antes del evento de Azumiatla.
VER: Jiménez Merino defiende al Góber Precioso: “No tengo temor de que afecte mi campaña”
El candidato priista ofrece combatir la inseguridad, la violencia contra las mujeres, acabar con los feminicidios, trabajar en favor del campo y de las comunidades más pobres.
Trata de imprimir un tono combativo en su mensaje. Refiere que él es mejor que su competencia electoral, porque los otros partidos postularon a un “incongruente” y a “otro que ya polarizó el estado”. Pero no nombra a Miguel Barbosa de Morena y a Enrique Cárdenas del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano.
Ante el escenario negativo que vive el PRI en Puebla al ser tercera fuerza política, Jiménez Merino se da ánimos: “las encuestas no son favorables, pero mi posicionamiento está en el pueblo”.
Al terminar su discurso, el abanderado tricolor agradece a sus invitados principales y baja a saludar a sus simpatizantes de una de las zonas más pobres de Puebla.
Escucha sus necesidades, se toma fotografías, pero después de unos minutos camina hacia su camioneta y se va del lugar.
Pero la ausencia del candidato no termina con el aquelarre priista en Azumiatla. En la explanada aún está Mario Marín, el priista más despreciado de la última década que ahora apuntala la campaña en la elección extraordinaria.
