Al llegar al Zócalo capitalino, las organizadoras exigieron una vida libre de violencia, “en la que la justicia esté de nuestro lado, donde la impunidad y la revictimización sean sancionadas”.
A un costado, en inmediaciones de la Catedral Metropolitana, un grupo de católicos formó su propio cinturón de seguridad para resguardar el templo. Mientras lo hacían cargaban imágenes de la Virgen María y cruces, mientras rezaban para evitar cualquier ataque de un grupo de mujeres embozadas que durante todo el trayecto vandalizaron y realizaron pintas estaciones de metrobús, puestos y comercios sobre Paseo de la Reforma y Avenida 5 de Mayo.
En un templete que colocaron frente a Palacio Nacional, demandaron que se garantice su derecho de decidir sobre sus cuerpos, respeto a la laicidad del Estado y acceso a una educación sexual integral y no heteronormada”.
Asimismo, lamentaron que en el actual gobierno “de la Cuarta Transformación” la violencia de género no ha disminuido. “Al contrario, este año se registró un aumento en la violencia feminicida ya que cada dos horas y media es asesinada una mujer por el simple hecho de serlo. Además, está grave situación se ha profundizado con la actuación de las redes de trata y explotación sexual de niñas y mujeres. De igual forma se ha agudizado la desaparición forzada de niñas, adolescentes y mujeres. Por eso exigimos al gobierno respuestas, que erradique toda violencia y desigualdad en contra de las mujeres, que pare la criminalización de nuestras protestas, por eso exigimos justicia para cada caso de feminicidio para las miles de mujeres a las que se les arrebató la vida. Ni una asesinada más”.
Pero no sólo, también añadieron: “Nos matan, nos violan, nos roban, nos explotan, nos acosan y las instituciones que deberían defendernos y protegernos en realidad son fieles al patriarcado y sólo simulan, revictimizan y mantienen silencios cómplices e impunidades asesinas”.
Antes de concluir, sólo quedaron en la plancha del Zócalo menos de 200 mujeres.