El desembarco a la Presidencia de Argentina de un exempresario, amante de la ortodoxia y de la libertad económica, se había convertido para los inversores en un sueño esperado por años.
Mauricio Macri llegó a fin de 2015 para encarnar la esperanza de una Argentina inserta en el mundo, tras doce años de hostilidad en los gobiernos de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner.
Toda esta ilusión terminó por hacerse trizas en las últimas semanas. La caída del mercado, tras un revés en las elecciones primarias presidenciales, llevó al Gobierno a reperfilar los pagos de su deuda soberana en pesos e imponer un nuevo control de capitales.
“Van quedando en el camino negocios que llevó mucho tiempo construir”, escribió el jefe de estrategia de INTL FCStone en Buenos Aires, Pablo Waldman, en un reciente reporte a clientes. “El mazazo inapelable de las PASO (elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias) y el efecto fulminante del cambio de expectativas forzaron al Gobierno a tomar una serie de medidas impopulares y diametralmente opuestas a todos sus valores previamente declarados”.