De pronto una estampida de vendedores ambulantes invadió el boulevard 5 de Mayo. Una señora cargando a su bebé en la espalda y tomando de la mano a su niño de 3 años, empujaba su carrito de sandías; una viejita intentaba hacer lo mismo con su carrito de chalupas y un señor que vendía bancos para sentarse tuvo que dejar algunos sobre el pavimento porque ya no los podía cargar.
Además de militares, marinos, charros y estudiantes, los vendedores ambulantes desfilaron por el Boulevard 5 de Mayo, y fueron tan ovacionados como los contingentes del Desfile Cívico- Militar para conmemorar el 157 aniversario de la Batalla contra los franceses.
De acuerdo con el secretario de Gobernación municipal, René Sánchez Galindo, el Ayuntamiento de Puebla otorgó 200 permisos para que los comerciantes informales vendieran sus diferentes productos durante el derrotero. Sin embargo, la cifra rebasó las licencias otorgadas por el gobierno capitalino, pues toda la vialidad estuvo inundada de vendedores.
VER: Ayuntamiento de Puebla otorgará 200 permisos a ambulantes para el desfile del 5 de Mayo
Sobre el boulevard había gente vendiendo sombreros, gorras, sombrillas, sillas, bancos para sentarse, globos, chalupas, jugos de naranja, aguas frescas, jícamas, sandías, pepinos, mangos, cacahuates, juguetes, paletas de hielo, helados, memelas, quesadillas, pambazos y artesanías.
Previo al desfile, los ambulantes aprovecharon para hacer su agosto. A lo largo de esta avenida, los ambulantes no dejaron de vender, hasta el último momento, cuando exactamente a las 10 de la mañana se inició el dispositivo de seguridad, para liberar la calle y abrirle pasó a los contingentes militares, quienes abrieron el desfile.
A manera de broma, algunos ambulantes comenzaron a saludar al público que observaba desde las gradas, lo que provocó el aplauso y vitoreo de los asistentes y entre risas, alentaron a los ambulantes a continuar con su labor.
Los vendedores no se quedaron callados ante la presión de las patrullas que venían desde atrás para liberar la calle y dejar pasar a los integrantes de dicho evento.
"Pinches polis, no nos dejan vender", gritó uno de los vendedores mientras corrían por la calle, sosteniendo sus puestos y mercancía para que no sufrieran ningún daño. Los ambulantes corrieron desesperados, ante el temor de que los elementos de seguridad pública se llevaran sus puestos y eso también provocó que los asistentes descalificaran la acción de los uniformados.
No fue sino hasta la calle 18 poniente que pudieron comenzar a salir de esta vialidad, debido a que la calle se encontraba protegida con vallas. Al final, hasta los soldados aprovecharon para comprarse un refresco, un agua de sabor y fruta para desayunar.