28 de Marzo del 2024

Un adiós y un final

Por Rolando Ochoa Cáceres / /

panza identifi

Después de muchos años de escritura en esta columna he determinado que esta es y será la última entrega de “La Panza del Gato”. La razón no es tan compleja, en mi vida están sucediendo demasiados cambios y es necesario cerrar ciertos círculos, ciertos vicios para re comenzar con otros proyectos y otras ilusiones.

Desde el año 2012 tuve la oportunidad de convivir con Selene Ríos y con Viridiana Lozano y tras una linda amistad me dieron la oportunidad para escribir en los primeros años de Central. Era en ese tiempo una columna de humor que después se transformó en una columna musical y tras la muerte de mi madre, mi columna mutó en una especie de espacio reflexivo, como un diario personal donde podía descargar mis frustraciones, mis anhelos, mis caminos y mis recuerdos.

Hace unos días me encontré con un par de buenos amigos quienes elogiaron lo que escribía, situación que en un principio me incomodó debido a que nunca he sentido que escribo bien y jamás pensé que en algunas personas mis letras podían llegar a influirles, a gustarles. No soy artista ni pretendo serlo, sólo es que tengo ciertas dudas sobre la gente que escribe demasiado o de los músicos que sacan disco cada semana. Por eso que, para ser sincero, siento que esta columna ha llegado a su fin porque he dicho en ella lo suficiente y no deseo escribir más por el simple hecho de cumplir o para tener a mis lectores pendientes de algo que probablemente les desilusione con el tiempo. Siempre me han gustado las trayectorias cortas a excepción de los Beatles o de Pink Floyd, no como las longevas carreras de ciertas bandas que tocan lo mismo siempre o los escritores que publican más por ego que por otra cosa. Yo quiero ser honesto y siento que este espacio fue un metafórico diván donde muchos me leyeron y otros me juzgaron.

Desde hace algunos meses llevo pensando en el final de esta columna y ha sido,  en resumen, un viaje lindísimo donde exploré muchos significados y tuve con ella experiencias que jamás creí posibles. Gracias a este espacio en Venezuela me publicaron y gracias a este espacio conocí gente increíble que sacó lo mejor de sí, gente que agradecía mis textos porque decían que soltaba verdades que nadie se atrevía, gente que me dijo “quiero también ser valiente” y comenzaron a forjar un camino distinto al que llevaban.

Por otro lado también estuvieron quienes me dijeron que era mala mi columna, quienes por ahí me dedicaron unos insultos y otros que no dejaron de juzgarme por los temas y por la forma en cómo los abordo. Recuerdo bien que cuando comencé a escribir para Central algunos amigos y conocidos me dijeron que eran textos que nadie leía y eso en principio me desmotivó pero es 2019 y la columna ha tenido lecturas, la gente la comparte y otros la discuten. Un amigo incluso me contó que un texto lo compartió y sus conocidos en Facebook comenzaron a decirle cosas como si él la hubiera escrito. Gracias a esta columna también forjé ciertas amistades que nunca imaginé tener. Desde Argentina hasta en Estados Unidos, lectores me escribían por Twitter para reflexionar, para animarme, para decirme que lo que escribía era lindo y hubo hasta quienes me citaron en sus trabajos universitarios. Incluso hay quien robó el nombre de mi columna para hacerse una cuenta en Twitter… ¿quién rayos se pondrá el nombre de mi columna como usuario en Twitter? Hasta eso sucedió.

Por esto y por más este espacio tiene que concluir ya que creo que ha alcanzado lo que imaginé pero no deseo que se vuelva un espacio rutinario, cómodo o poco propositivo. No sé cómo sea con los artistas pero en mi caso siento que la escritura debe descansar un poco y buscar otras formas, otros caminos, otras experiencias para poder transformarlas en mensajes positivos, en mensajes de aliento.

Aún tengo muchos miedos, muchas dudas, mi ansiedad suele desbordarme y mis episodios de depresión siguen apareciendo y sin embargo cada vez me siento mas fuerte, con un poco más de vida, muy bendecido y listo para, como dije anteriormente, cerrar ciclos, cerrar vicios y enfrentar todo aquello que me hirió y se convirtió en una nube gris que afecta mi presente.

Sólo puedo decir GRACIAS en primer lugar a mis lectores quienes en estos años siguieron mi columna, a quienes incluso en los momentos de silencio me animaron a continuar escribiendo y quienes hasta el día de hoy recuerdan lo que escribí. Gracias porque por ustedes esta columna se nutrió, se transformó y tomó un camino temático bastante lindo, bastante esperanzador. Por supuesto que GRACIAS a todo el equipo de Central que publicó cada semana mis reflexiones, son personas increíbles y hacen un trabajo fenomenal. GRACIAS a mis amigos y familia que compartían con amor mis locuras, quienes me hacían observaciones o quienes no creían que era yo el que escribía. GRACIAS  a mi novia por impulsarme a escribir, por compartirme sus puntos de vista, por compartir mis escritos y permitirles llegar a otros lectores, y en especial, GRACIAS a Viridiana Lozano y a la muy amada, querida y recordada Selene Ríos quienes confiaron en mis palabras, quienes me aventuraron en este espacio, quienes creyeron que lo que escribía era bueno y quienes me insistían, como buenas amigas, en no dejar de escribir mi columna.

Esta columna se transformará en otro espacio de lectura con el tiempo, otro espacio donde sea yo capaz de comunicar, con mayor madurez a nivel vida y a nivel escritura pero para eso necesito cierto tiempo para enfrentar, como mencioné anteriormente, miedos y vicios, recuerdos y heridas.

Es aquí donde concluye “La Panza del Gato” y sólo puedo decir que vale mucho la pena creer en uno mismo, vale mucho la pena dejar de esperar y forjarse el camino intentando, proponiendo, generando. La vida es demasiado hermosa pero afuera hay mucha gente que está haciendo todo lo posible para que dejemos de creer en que vale la pena vivir, en que vale la pena sonreír y en que vale la pena luchar por nuestros sueños.

Pueden encontrar cuentos y poemas míos en cuentoseriales.wordpress.com aunque distan mucho de ser aquello que escribí en esta hermosa columna. Espero que estos años de escritura hayan sido de su agrado, espero haberles hecho reír, espero haberles comunicado mensajes positivos llenos de vibra bonita. De aquí hasta siempre les agradeceré su tiempo de lectura.

Mil gracias, siempre, para siempre.