26 de Abril del 2024

La nostalgia también es vicio

Por Rolando Ochoa Cáceres / /

panza identifi

Muchos hemos dicho “hasta aquí”. Hemos repetido estas palabras incontables veces y aun cuando nos esforzamos mucho por ponerle fin a aquello que queremos, o nos resulta tan doloroso que nos desgasta o solemos, las más de las veces, repetir el ciclo que ya no deseamos continuar.

Ya sea en los vicios o en las relaciones, el “hasta aquí” nos da cierto valor en el momento en el que nos lo decimos pero conforme pasan los días, desistimos.

En mi caso, el “hasta aquí” me lo he repetido miles de veces, principalmente, en asuntos que tienen que ver con mi pasado y que me son, directamente, casi imposibles de resolver.

Creo ser una persona sumamente emocional y demasiado comprometida. En mis actividades me doy al cien por ciento y en mis relaciones al mil, incluso en aquellas que ya no deseo continuar. Estoy comenzando a entender que el pasado es sumamente significativo en nosotros pero probablemente ya no lo son tanto algunas personas que pertenecen a él. Creo que muchos hemos intentado mantener ciertas relaciones con personas que nos parecen significativas por la historia que tuvimos con ellos pero en realidad, en este presente, dejaron de serlo.

A veces me siento mal o suelo achacarme ciertas palabras negativas cuando intento con algunos revivir el pasado que me resulta satisfactorio pero para ellos intrascendente o, simplemente, mi relevancia en esas personas dejó de ser significativa. Con esto no quiero decir que está mal, al contrario, admiro mucho a las personas que pueden seguir adelante sin ver hacia atrás… para mi desgracia o fortuna yo tiendo siempre a voltear.

Un ejemplo de esto es que llevo ya varios años, creo que más de una década, intentando mantener una relación plausible con un conocido que, en su momento, lo creí un gran amigo. Con él tuve muchísimas experiencias bastante geniales, hicimos y deshicimos nuestro mundo de juventud y en verdad le tenía un estima y una admiración enormes. Y me di cuenta hace poco que en realidad esa amistad existe porque las más de las veces yo me he dedicado a buscarle, me he dedicado a recordar incluso con la gente que amo y quiero, los momentos que pasé con ese amigo y de alguna forma me molesta que tenga que ser yo siempre el que tenga siempre que poner en un pedestal a quien, probablemente, no paso yo de ser un conocido más en su vida.

Cuento esto porque hace poco me di cuenta que es bastante incómodo soportar de un sólo lado relaciones y vivirlas únicamente desde la memoria. Me pregunté muchas veces cuáles eran las memorias más cercanas que tenía con esta persona, cuáles fueron las vivencias de corto plazo que me pueden revelar que realmente ahí hay una amistad y la verdad es que, desafortunadamente, esa amistad se construyó en el pasado y ahí siempre se quedó aunque yo quise mantenerla totalmente viva. Mi problema es que todo lo que aparece ante mí me es tan importante y trascendente que hago todo lo posible para que continúe y lo triste del asunto es que ahora me doy cuenta que muchos se toman demasiado en serio que la vida es pasajera y por lo tanto, todo en sus vidas lo es. Me ha sido más fácil dejar el cigarro y el café que distanciarme totalmente de mi pasado y de quienes están en él.

Creo que, como alguna vez me dijeron, es importante aceptar que los demás optan por andar su camino y que no siempre van a estar con uno. El problema está en que aun cuando yo he tomado mi camino, siempre he estado para ellos.

La verdad de todo está en aceptar, como lo menciona el budismo: lo que es, es. El problema es que para mí, aunque sé que es, hago todo lo posible por ver el lado b suponiendo que eso es lo real… es decir, mucho tiempo he vivido en el autoengaño y en realidad el comportamiento de las personas no es lo que me afecta sino las expectativas que coloco en ellos.

Creo entonces que la frase “hasta aquí” debe de ir acompañada de un cien por ciento de seguridad del por qué nos decimos eso, es decir, siendo totalmente sinceros con uno mismo. Sé que muchas de mis relaciones sentimentales, de amistad o de amor o familiar, han pasado por filtros inconmensurables y que por lo tanto han terminado siendo relaciones fallidas. Llegué a esa conclusión porque después de mi introspección me di cuenta que he sido poco realista conmigo mismo, las más de las veces he sentido que no se me quiere y sigo insistiendo, muchas veces me sentí humillado pero seguí creyendo que era un error y que todo podía continuar de buena fe, muchas veces fui engañado creyendo que esas personas no podían tener esa actitud conmigo, muchas veces estuve en lugares donde se me dijo hasta el cansancio que no pertenecía.

Así que el “hasta aquí” tiene que ir cargado también con una muy buena dosis de autoestima, de amor propio y si bien no todo es perfecto sé que tenemos el poder de vivir lo más cercano posible a esa perfección porque somos únicos y lo mejor de todo es que debemos ser tratados así, como seres totalmente especiales por nuestra unicidad. Y algo más, el “hasta aquí” debe de acompañarse de una gran autocrítica para reconocernos en el acierto y en el error.

No tengo ni la menor idea de cómo superar ciertos eventos de mi pasado, eventos buenos y malos. A veces tiendo a recordar esos eventos agradables y en muchas ocasiones me he dicho “me gustaría volver a vivirlos” y es cuando muevo cielo, mar y tierra para devolverme ahí e intento contactarme con las personas con quienes lo viví… pero la realidad es que es imposible volver al pasado.

Creo que la nostalgia también es un vicio que se acompaña con sentimientos bastante confusos y en mi caso, me ha sido más difícil dejarla que cualquier otro vicio en el que estuve implicado y sin embargo, tengo toda la fe en el presente porque en él está todo lo que realmente es y nosotros podemos determinar hasta dónde, hasta cuándo, queremos continuar viviendo aquello que no trasciende, aquello que nos hiere, aquello que nos hace a un lado desde siempre.

Así que el “hasta aquí” debe acompañarse con grandes componentes de fe y lo más hermoso del asunto es que la fe está, en realidad, en uno mismo.