El aumento al transporte público era inminente después de ocho años de mantenerse el mismo precio. Los concesionarios prácticamente tienen en la bolsa la nueva tarifa que será de 8.50 pesos tras reunirse con el gobernador, Miguel Barbosa Huerta.
Sin embargo, el actual servicio que brindan no va acorde con el precio que comenzarán a cobrar a partir del 17 de septiembre.
El gobierno estatal dijo a los dueños del servicio que a cambio del aumento se revisarán las rutas piratas y sacarán de circulación las unidades con más de 10 años de antigüedad. En pocas palabras, se respetará la Ley de Transporte.
Eso no es suficiente, ya que los usuarios demandan que el servicio que reciben mejore sustancialmente y no sea un martirio tener que subirse al transporte público.
Para empezar es necesario que se le garantice a los poblanos que cuando se suban a una unidad no serán asaltados, que podrán abajarse con todas sus pertenencias y que nadie los lastimará cuando van sentados sin poder defenderse.
A las mujeres se les debe prometer que los choferes no van a acosarlas cuando se suban o se bajen de las unidades.
Normalmente las noticias sobre el transporte público son negativas. Choferes que van dando cerrones por las calles. Otros que van jugando carreritas para ganarse el pasaje. Y unos más que insultan a diestra y siniestra a los pasajeros.
Y si hablamos de las condiciones de las unidades la cosa empeora: asientos rotos, grafiteados, sin pasamanos, sin timbre y con luces que simulan bares de mala muerte.
Este es el servicio por el que ahora pagarán 8.50 pesos los poblanos para trasladarse por la ciudad.