26 de Abril del 2024

Inseguridad, hartazgo social y falta de valores tienen incendiada a Puebla

Por Osvaldo Macuil / /

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En el último mes Puebla se ha enfrentado a una ola generalizada de violencia. En redes sociales abundan las noticias de asesinatos, linchamientos, asaltos, peleas callejeras, violaciones y un sinfín de notas rojas que retratan el campo de batalla en que se ha convertido la cuarta entidad más importante del país.

Cuando creemos que un hecho sangriento ha llegado a un límite extremo, se presenta uno más cruel. No salimos del asombro o la indignación de un ilícito cuando ya estamos frente a un nuevo hecho de mayores dimensiones.

Si bien la mayor parte está relacionado con la inseguridad que azota al estado y a México en general, muchos aspectos son resultado del hartazgo social por la impunidad con la que se manejan las autoridades judiciales al no sancionar a los delincuentes. Otros —los más preocupantes— por la falta de empatía y valores para respetar los derechos de las demás personas.

Agosto es uno de esos meses que deberá pasar a la historia por la sangre que corrió y las tragedias que se presentaron.

Todo empezó el 7 de agosto. En los municipios de Tepexco y Cohuecan, una turba enardecida por el secuestro de un poblador derivó en el linchamiento múltiple de 5 personas por una turba enardecida de más de 300 personas. Horas después, ya con la presencia de la Policía Estatal, el pueblo mató a otros dos presuntos delincuentes.

El hacer justicia por su propia mano se ha convertido en un estigma de muchos pueblos en los que prefieren ser jueces y darles un castigo ejemplar a los delincuentes que no atrapa el sistema de justicia.

Esta semana se volvieron a llenar las secciones policiacas de los periódicos. Después de 8 días de estar desaparecida, la joven Judith Abigail fue hallada muerta de un disparo en la cara y se convirtió en el feminicidio 54 del año.

Esto ocurrió en medio de manifestaciones de feministas que exigen un alto a la violencia contra las mujeres. Un chofer de una ruta 25 ignoró estas voces y en su unidad violó a una jovencita de 19 años. Como si no hubiera cometido está atrocidad, aventó a su víctima del microbús y regresó a culminar su jornada laboral. Horas más tarde lo atrapó la Policía Municipal.

Otras imágenes que retratan la descomposición social son las del video de una riña tras un accidente automovilístico en la zona del entronque de Amalucan. El “ganador” de la pelea no estuvo satisfecho con el resultado. Se subió a su Pointer negro y envalentonado por ir con sus amigos, atropelló a su contrincante que estaba en el suelo sangrando.

Para redondear la tragedia que vive Puebla apareció una banda de roba relojes que atracan a sus víctimas cuando están a punto de salir de los estacionamientos. También ronda otro grupo que se dedica a hurtar celulares en Elecktra y tiendas departamentales.

Seguramente en próximos días se cometerán hechos violentos más severos que nos harán olvidar a los que han pasado. Pero Puebla no merece acostumbrarse a vivir teñida de rojo. Al menos deberíamos empezar a calmarnos y dejar de ver en los otros a nuestros enemigos.