23 de Abril del 2024

Cuando deambulas por las calles sin rumbo. Buscando a un hermano llamado Habacuc

Por Yonadab Cabrera / /

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Hay cosas que no se le desean a nadie, ni a tú peor enemigo: que te gane del baño en la calle o en el coche, que un carro te dé tremenda empapada cuando pasa por un charco, que te cague una paloma, que te caigas en vía pública delante de todos o que olvides las llaves.

Todas las opciones ya me habían sucedido. Bueno, no me ha ganado del baño pero he estado a punto. He tenido que aguantar, apretar, sudar frío y correr para que no suceda lo peor. Pero ni aun así, he sentido tanta angustia y desesperación que cuando perdí las llaves, hubiera preferido hacerme popo en los pantalones.

En menos de un mes olvidé las llaves en dos ocasiones, en las mismas circunstancias, a la misma hora, en el mismo lugar. La primera vez, Serafina estaba brincando, corriendo y mordiendo todo de desesperación porque ya quería salir a su paseo nocturno. Serafina es mi muy hermosa Scnhauzer plata.

Yaaaaaaaauuuuuuuuhhhh, saaaaaaaaaaaguuame (léase en tono perruno).

La bella Serafina me transfirió su ansiedad —¡Sí, ya vámonos! Busca una bolsa para tu popo ¡Ya, Serafina, ya voy! Solo agarro tu correa— grité desesperadamente ante su desesperación, como si ella estuviera en labor de parto y yo sin saber qué hacer.

Obviamente, ella no sabe buscar las bolsas para su popo y mucho menos sabe cogerlas, pero sí las identifica, pues cuando agarro las bolsitas se pone más histérica y corre a la puerta. Tomé la bolsa, agarré la correa, me pregunté a mí mismo —Mí mismo ¿Ya no me falta nada?— yo mismo me contesté que no, y al cerrar la puerta, justamente en el momento en que hizo clack, me acordé de las llaves.

Y como se necesita llave del portón del lote, llave de la entrada y parezco carcelero con tantas llaves, no me quedó más remedio que darle vueltas en la misma privada hasta que hiciera del baño. No le agradó mucho la idea de caminar en círculos y después de media hora de dar vueltas por fin hizo del baño.

—Ahora sí ¿Cómo entraré?— me pregunté en voz alta. Pensé en varias opciones que se estaban acortando debido a que eran las 10 de la noche. Bendito Dios, fue entre semana y mi prima Keyla que se convirtió en mi nueva favorita estaba en su casa, le toqué a la puerta, me abrió la dije que había olvidado las llaves y el celular adentro de la casa. Y como todo un ángel caído del cielo le escribió a mi hermano para que me fuera a abrir.

Después de una hora, por fin llegó mi hermano, me abrió la puerta y se fue.

La segunda ocasión mi suerte fue algo diferente. Era sábado, daban las 8 de la noche, no estaba mi prima Keyla y mi prima Peque que tiene llaves de mi casa y que también vive a un lado, andaba festejando su cumpleaños. En esta ocasión, Serafina y yo nos quedamos afuera de la casa con su bolsa para popo, su correa, las llaves de mi carro y mi celular.

Lo malo, es que el único que me podía ayudar a entrar a mi casa era mi hermano. Pero no contestaba el teléfono. Decidí ir hasta su casa —Ajá y ¿Cómo entraré a su fraccionamiento si no me conocen y no me contesta al teléfono?— estuve parado afuera del lugar alrededor de media hora mientras pensaba qué hacer.

—Pues vamos por una cerveza— arranqué el carro, encendí las luces y manejé sin rumbo —Ajá y ¿A dónde voy?— de pronto me empecé a poner de malas, mi vida sin sentido y sin rumbo por no traer las llaves me llevó a CENTRAL, luego a Cambio, al Centro, al Periférico. Ya no sabía qué hacer, llevaba fuera de mi casa apenas una hora y el mundo se me cerraba, mi hermano no contestaba y ya toda la familia lo buscaba incesantemente.

Mi mamá, mi hermana, mis tíos, mis tías, mis primos, mis primas, todos decidieron colaborar como la familia unida que somos para encontrarlo y que por fin pudiera entrar a mi casa. Pero él contestó hasta media noche y a esa hora mi vida nuevamente tuvo sentido, descansé, respiré, me relajé.

Jamás imaginé lo estresante que es olvidar las llaves. Jamás imaginé que tu vida y tu estabilidad emocional dependieran de tus llaves. Ahora cargo llaves por todos lados y tengo duplicados con todos mis amigos.

Moraleja: Cuélguense las llaves.

¡Claro! Chinguen al guapo.