Friday, 26 de April de 2024

La bipolaridad del PRI, el 2018 y sus desertores

Por Viridiana Lozano / /

 

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Si ya de por sí el PRI es un partido casi destruido por el pésimo gobierno de Enrique Peña Nieto, en Puebla las cosas empeoran con la bipolaridad de sus dirigentes y la mil veces escrita falta de oposición.

Desde el proceso electoral del 2016 fue notorio que el PRI asumió una postura crítica para intentar ganar puntos para su fallida candidata Blanca Alcalá. Antes de eso nunca habían despotricado contra el gobernador, incluso fueron cómplices desde el Congreso con uno de los temas más criticados, los Proyectos para la Prestación de Servicios (PPS).

Después del 5 de junio el PRI apagó la grabadora de la crítica y regresaron a su silencio. Más notorio fue cuando Moreno Valle fue vapuleado cinco veces por el Instituto Nacional Electoral (INE) por su promoción extraterritorial con miras al 2018, y los priistas callaron.

Tampoco hablaron de la tala de árboles por la ciclopista Hermanos Serdán y su exorbitante precio, el incremento de homicidios entre las bandas dedicadas al robo de hidrocarburo, los feminicidios y hasta se olvidaron del aniversario del Caso Chalchihuapan.

Pero los priistas, desde la militancia en los municipios hasta los líderes de colonia y los propios legisladores y alcaldes, no tienen aliciente puesto que sus dirigentes han servido de tapete al gobernador del PAN.

Primero, el líder municipal del PRI, José Chedraui fue uno de los socios en la construcción de la plaza comercial más grande del estado, Parque Puebla. Estuvo al lado de Moreno Valle y hasta la agradeció el apoyo para atraer la inversión.

Su postura le costó un enfrentamiento con el regidor del PRI, Iván Galindo a quien llamó “loser” y hasta lo acusó de tener envidia porque “él sí es un empresario prominente”.

Segundo, el penoso papel del dirigente estatal Jorge Estefan Chidiac, que un día está en contra del morenovallismo y otro día a favor.

El ejemplo más claro sucedió solo en 48 horas. La mañana del 16 de enero salió acompañado por sus diputados federales a acusar a Moreno Valle de haber hundido a Puebla en la pobreza, incrementar la inseguridad y los feminicidios, y al medio día del 17 de enero estaba sentado al lado del gobernador panista hablando de su sensibilidad.

El desplome del PRI a nivel nacional por la ineptitud del presidente, el gasolinazo y los casos de corrupción, crece en Puebla con la complacencia y tibieza de sus dirigentes. Esto aunado además a que la pelea por la candidatura a la gubernatura la pelean puros “políticos viejitos”, no necesariamente en el sentido de la edad, sino en el camino recorrido en puestos de gobierno y de representación popular, solo con el objetivo de ser vividores del poder: Alejandro Armenta,  Blanca Alcalá (de nuevo), Javier López Zavala (de nuevo), Alberto Jiménez Merino, Juan Carlos Lastiri… nada nuevo que ofrecer.

Todo esto está a punto de provocar la huida masiva de priistas que, por suerte, encuentren cabida en otro partido, digamos menos peor y así pasó con Raymundo Cuautli que se fue a MORENA, nada tonto, porque el PRI ha sido complaciente con el morenovallismo.

Y eso está a punto de pasar con la diputada federal, Graciela Palomares, quien seguramente será muy bien recibida en Nueva Alianza, el partido de su prometido Luis Tiffaine, basta con ver la cara que la diputada tenía el lunes en la rueda de prensa de su bancada contra Moreno Valle, si hubiera podido se habría escondido bajo la silla. El único problema de la legisladora para colarse en el grupo del gobernador electo es su pasado anti Tony Gali.

¿Quién más quiere huir del PRI?

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Lybia Carrillo ha dejado la jefatura de información del Ayuntamiento de Puebla y al parecer migrará al frente del área en el Instituto Estatal Electoral (IEE).

Carrillo estuvo poco más de un mes en el cargo en el gobierno de Luis Banck. 

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