Después de tres años de ausencia, la fe católica revivió con la procesión de Viernes Santo en la ciudad de Puebla con la presencia de miles de fieles.
A partir de las 12:00 horas, las festividades iniciaron en la Catedral y las calles que la rodean. Las vialidades se convirtieron en ríos de personas que esperaban ver de cerca a los Santos que participaron durante el recorrido.
Antes de salir del templo mayor, las imágenes se postraron en el atrio, después de la misa que ofreció el Arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa. También le dio la bienvenida a todos los participantes de esta ruta que retomaron las actividades de Semana Santa y viajaron hasta la ciudad a pesar de la lejanía o las dificultades derivadas de la pandemia de covid-19.
El Santo Niño Doctor de Tepeaca encabezó el desfile que tomó rumbo por la 16 de septiembre, siendo una de las figuras más esperadas por los feligreses, quienes no dudaron en vitorearlo y dedicarle rezos.
Por primera vez, el Santo Niño fue sacado de su templo en dicho municipio para traer hasta la capital poblana la gran celebración por el 80 aniversario de su llegada a la entidad y ser parte de la procesión de Viernes Santo.
Le siguieron Jesús de las Tres Caídas, Jesús Nazareno de San José, Nuestra Señora de la Soledad, el Señor de la Misericordia, Virgen Dolorosa del Carmen y finalmente el Señor de las Maravillas, uno de los santos más queridos y al que más se encomiendan los poblanos.
La multitud aplaudió y esperó impaciente hasta que las figuras de más de 100 kilos de peso pasaron frente a ellos para recibir la bendición. Con lágrimas en los ojos y sosteniendo ramos de flores y palmas, se encomendaron ante su presencia.
Las personas de la tercera edad fueron mayoría, tanto en la procesión como en la zona de espectadores y se mostraron muy felices de acudir en compañía de su familia y seres queridos después de que el coronavirus vino a cambiar las formas de convivencia en Puebla.
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