La depresión funcional

Hace algunos años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimaba que para 2020 la depresión sería la primera causa de ausentismo laboral, y no estaban tan equivocados. En pleno 2022, la depresión es el diagnóstico más común en consultas de psicología clínica y es la primera causa de baja productividad en ambientes laborales. Sin embargo, no todas las depresiones son iguales ni toda la gente deprimida actúa de la misma manera, lo cual dificulta el diagnóstico en muchas ocasiones.

Solemos creer que la depresión se ve igual en todas las personas: no pueden levantarse de la cama, comen en exceso, tienen lapsos de llanto, están desmotivadas, descuidan su higiene personal, entre otros síntomas de la depresión como la conocemos. No obstante, en términos diagnósticos, hay grandes diferencias entre los distintos tipos de episodios depresivos e incluso, hay muchas ocasiones en las que la depresión se acompaña de un cuadro grave de ansiedad, o bien, que el mismo episodio depresivo, detona otros componentes patológicos o exacerba características adaptativas de la personalidad, haciendo los síntomas depresivos demasiado difusos para notarlos a simple vista. Esto aunado a que no todos lxs profesionales de la psicología están adecuadamente capacitados para hacer un diagnóstico clínico, y es común ver personas que llevan mucho tiempo en terapia sin que se les haga un diagnóstico pertinente.

¿Qué es la depresión funcional?

Es una forma de trastorno depresivo que va acompañada de una elevación importante de la ansiedad. Por esta razón, la persona no se siente precisamente agotada todo el tiempo o con ganas de dormir, sino que probablemente se sienta lo suficientemente energizada como para necesitar “descargar” esa energía en sus actividades e incluso tenga problemas para conciliar el sueño. Frecuentemente, este tipo de depresión se amalgama con los rasgos obsesivo-compulsivos o con la rigidez en la personalidad de quien la padece. A este tipo de depresión le llamamos Trastorno Depresivo-Ansioso y estadísticamente, lo presentan cuatro de cada cien personas, según la American Psychiatric Association (APA).

¿Cómo se ve la depresión funcional?

  • La persona no deja de hacer sus actividades cotidianas y es probable que incorpore actividades nuevas a pesar del cansancio emocional que conllevan.
  • No cancelan compromisos sociales, pero asisten con desgano y son poco participativos.
  • Suelen sentirse cómodxs y segurxs con muy pocas personas y tratan de refugiarse en ellas cuando se sienten peor.
  • Suelen trabajar más horas de lo normal, pues el trabajo se vuelve una forma de “fuga” de su estado emocional.
  • Basan su autoestima y su valoración en el cumplimiento de metas, plazos y compromisos.
  • Experimentan sentimientos de vacío o despropósito cuando no están siendo “productivas”.
  • Experimentan vergüenza o culpa por sentirse mal o no disfrutar las cosas cuando “lo tienen todo”.
  • La convivencia social les resulta altamente desgastante y agotadora.
  • Rigidizan sus procedimientos de tal manera que no hay manera de salirse de “su forma de hacer las cosas”.
  • Presionan a las personas de su entorno -amigos, familia, pareja, compañeros de trabajo- para alcanzar las mismas metas o plazos que ellos, o bien, piden que todos los demás usen “su método”.
  • Son fácilmente irritables y están de mal humor gran parte del día.
  • Son poco tolerantes a las fallas ajenas y se sienten demasiado culpables con las fallas propias.
  • Se exigen demasiado para tener un buen rendimiento y pueden parecer perfeccionistas.
  • Hacen bromas suicidas o sobre tener deseos de muerte.
  • Al despertar o al irse a dormir suelen sentir que su vida no vale la pena o que “deberían morir mientras duermen”.
  • Justifican su permanencia en este mundo según lo “útiles” que son para el entorno.
  • Realizan sus actividades por inercia sin sentir gratificación o motivación real.
  • Están desconectadxs de sus seres queridos e incluso suelen ser reticentes a pedirles ayuda o buscar afecto.

El mayor problema que experimentan las personas con este tipo de depresión es que frecuentemente sus familiares, pareja y amigxs no se dan cuenta de que algo está sucediendo. En muchas ocasiones, incluso una vez que la persona ha recibido un diagnóstico, le hacen comentarios como: “no creo que tengas depresión, siempre te arreglas,” “yo creo que si tuvieras depresión no cumplirías con tu trabajo”, “no creo que necesites tomar medicina, yo creo que es cuestión de que cambies de actitud”. Incluso en el consultorio he recibido personas que durante meses o años asistieron a terapia sin saber qué les ocurría pues sus terapeutas tratantes no consideraban estas características como los criterios propios de depresión.

¿Qué hacer?

Antes que nada, evaluar si de alguna manera te reflejas en la lista de síntomas o características. Lo ideal es acudir con un profesional de la salud mental que esté capacitadx en el área clínica para que pueda hacer un diagnóstico sobre tu estado emocional y de ser necesario, canalizarte con unx psiquiatra. El trastorno depresivo-ansioso TIENE CURA, usualmente mediante un tratamiento farmacológico sumado al acompañamiento psicoterapéutico. Recordemos que este tipo de afecciones emocionales son producto de un desbalance neurobiológico en el cerebro y que no se quitan “echándole ganas”.

Sin medicamento, es probable que se vuelva un trastorno depresivo crónico o intermitente que afectará seriamente la vida de la persona, la calidad de sus relaciones, sus sentimientos de plenitud e incluso, su expectativa de vida. Es hora de dejar los estigmas de lado y procurar también el cuidado de nuestra salud mental.

Como siempre, estaré atenta a todas tus preguntas y comentarios a través de mis redes sociales públicas. Tanto en Instagram como en Twitter me encuentras como @psicobetza.

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Betza Vancini

Betzabé Vancini

Psicoterapeuta con enfoque humanista existencial egresada de la Maestría en Psicoterapia y Psicología Clínica de la Universidad Iberoamericana Puebla. Tiene una especialidad en terapia basada en la...