De tanta información que sale, se me olvidó compartirles mi humilde opinión sobre la colaboración de Rosario Robles en El Universal. Lo primero que puedo decir es que no cabe duda que la mayoría de los políticos tienen una gran miseria humana.
La verdad sí me indigna mucho la actitud de la extitular de la Sedatu en el sexenio de Enrique Peña Nieto. Y me indigna por una simple razón: la señora salió de la cárcel como si fuera una mártir, como si hubiera sido una presa política.
Por supuesto, tiene todo el derecho a expresarse, vaya, dicen que en este país hay libertad de expresión y todos somos libres de decir lo que nos plazca. Pero de eso a regresar a la esfera política con una nueva bandera, simplemente se me hace vomitivo.
De entrada Rosario Robles debería de recordar qué pasó 3 años en prisión por actos de corrupción, por ser la artífice de la Estafa Maestra.
No estuvo tras las rejas por ser activista social, por encabezar un movimiento social, por defender los derechos humanos, estuvo ahí por corrupta y chingarse millones de pesos.
Y ahora sale y lo primero que hace es regresar a la vida pública o a la política del país. Pues ¿qué de plano no aprendió nada ahí adentro? Por qué se asume como algo que no es. Y ahora dice que se dio cuenta del pésimo sistema de justicia, de las arbitrariedades, de todo lo que sufren las mujeres ahí adentro.
Imaginen en qué mundo vivía la señora que tuvo que estar 3 años en prisión para “darse cuenta”. Ahora se asume como la “Mesías” y salvadora de estas mujeres. Más bien, parece que las quiere agarrar de bandera política; no me queda ni la menor duda de que solo va a lucrar con ellas.
Ahora si quiere ayudarlas, que lo haga sin reflectores, que se dedique a esta lucha en cuerpo y alma fuera de las cámaras o los micrófonos. A mí me queda claro que esta señora es adicta al poder, y que lamentablemente no aprendió nada estando ahí adentro. Al menos con su inmediata aparición pública eso me demostró.
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