No sé ustedes, pero mientras escuchaba y veía la mañanera del Góber Miguel Barbosa, sentí una tremenda impotencia, coraje, tristeza. Vaya quedé asqueado al escuchar cada palabra que pronunciaba Miriam Vázquez.
La terrible situación por la que atraviesa la mujer oriunda de Huauchinango, nos debe de llevar a la reflexión a todos, pero en especial a las autoridades de los tres niveles de gobierno, de los tres poderes del estado. Su caso es el símbolo de un deficiente sistema de justicia.
Miriam Vázquez es el vivo retrato de un sistema de justicia machista, en el que todos y cada uno de los funcionarios y hasta los propios abogados solo buscan el beneficio personal, no les importa el dolor ajeno, que una persona y que una mujer esté en peligro, que sus hijas estén en peligro.
Al escuchar el relato de Miriam no sé por qué me vino a la cabeza la novela de “Justina” del Marqués de Sade, cada tropiezo, cada vejación, cada adversidad en busca de la dignificación de la mujer, de la valorización, la libertad y el respeto por su vida.
Esta mujer ha sido víctima de diferentes delitos, de omisiones por parte de todo el sistema y de violaciones y abusos. Pero aun así mantiene la esperanza de que le hagan justicia, de que la justicia por fin alcance a su principal agresor.
Imaginen ya sufrió violencia intrafamiliar, violencia vicaria, violación sexual, corrupción, abuso de poder, revictimización, sí re victimización. No podría entender la soledad, miedo e impotencia que está sintiendo y aun así mantiene la esperanza.
Todo esto me hace preguntar ¿Realmente existe la justicia?
¿Sirven tantas leyes y sanciones?
¿Todos esos funcionarios y abogados que se han aprovechado de ella serán sancionados?
¿Habrá justicia y castigarán a su agresor?
Por el bien de ella, de muchas mujeres, de muchos niños y de todos nosotros en general, espero que sí. Porque ese calvario que está viviendo, ese viacrucis, la violencia institucional y la lucha por la justicia, la podemos vivir cualquiera.
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