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Javier Arellano

Ximena y su lucha contra el “cristal”

Diremos que su nombre es Ximena, tiene diecisiete años de edad. Su mamá trabaja como obrera en una maquiladora de Tehuacán. A su papá nunca lo conoció.

Desde que tenía diez años Ximena le dijo a su mamá que quería ser doctora para curar a los niños; su mamá respondió que era muy difícil porque las universidades son caras. Pero la pequeña nunca perdió su sueño.

Más o menos a esa edad comenzó a jugar voleibol, su deporte preferido; todos los domingos le pedía a su mamá 30 pesos para pagar el arbitraje de los partidos y le pidió que le comprara unos tenis nuevos.

Ximena sabía que para alcanzar su sueño de ser doctora debía estudiar mucho y se aplicaba en la primaria, después en la secundaria y en la preparatoria públicas a las que iba.

Cuando tenía dieciséis años Claudia, una de sus mejores amigas le dijo:

– “abre la boca”

– “¿qué es eso?”

– “es un dulce tu abre la boca”.

Ximena dice que era un pequeño pedazo de papel color morado; abrió la boca y Claudia puso el pedacito de papel en la boca; el material le supo como a plástico y rápidamente se deshizo en la lengua.

A los pocos minutos Ximena comenzó a sentir mucho calor, sentía que sudaba; también sintió como su corazón latía muy rápido. Se sentó en su mesabanco y no podía agarrar su bolígrafo, parecía que se le salía de las manos.

Sin motivo comenzó a reír y no podía detenerse; la maestra la vio y le dijo “Ya cállate chamaca”; pero su risa era incontenible, mejor se salió del salón mientras seguía riendo.

Fue la primera vez que probó un “ácido”.

La primera de muchas.

El novio de Claudia, un tipo que llegaba a la preparatoria en una motocicleta Italika es quien vende esos “papelitos”.

Con el paso de los días y las semanas Ximena dejó de estudiar; también dejó de ir a los partidos de voleibol.

Su mamá luego de salir de la maquiladora llegaba cansada, muy cansada a su casa y se dio cuenta que su hija ya no quería estudiar. Sin ahondar, sin preguntar más le dijo:

– “Si ya no quieres estudiar tienes que trabajar, ya tienes edad para ir a la maquiladora”.

– “Si voy a buscar un trabajo” respondió la adolescente.

Una noche Ximena veía su Facebook cuando encontró un anuncio que decía: “Se solicitan chicas amplio criterio. Puedes ganar hasta mil pesos diarios”.

Le pareció que era una cantidad enorme. Su mamá por trabajar toda la semana en la maquiladora apenas ganaba mil 200 pesos y ella en un día podía ganar casi lo mismo.

De inmediato envió un inbox y se puso en contacto con Ana quien le dijo:

– “Manda dos o tres fotos y mañana vienes a mi casa que está cerca de Infonavit El Riego, te mando la ubicación… te pones bonita por si comienzas a trabajar de una vez”.

Al otro día en un departamento Ana -la dueña de una agencia de escorts que se promueve en redes sociales-, le explicó de qué se trataba el trabajo.

– “Tienes que salir, acostarte con señores que te van a pagar bien; te mando con nuestro taxista, es de confianza; solo trabajamos en dos moteles, los que nos dan seguridad; no vas a ir a departamentos, ni ranchos, ni nada de otros lugares”.

– ¿Y tu qué ganas?

– A mi me das 300 pesos por cada servicio que hagas

– “¿Cuántas chicas trabajan contigo?”

– “Varía mucho, a veces son diez, a veces quince, varía mucho”.

– “Pero mi mamá ¿qué va decir cuando vea que tengo dinero?”.

– “Cuando tu mamá vea que le llevas 500 pesos diarios no te va preguntar de dónde los sacaste”

– “¿Y es seguro? ¿no me va a pasar nada?

– “Te voy a dar condones y si alguno se rompe en días fértiles te tomas la píldora del día siguiente, aquí tengo varias cajas”

– “La verdad no se si me atreva…”

– “¿Ya te metes algo?”

– “A veces ácido”

– “Te voy a dar cristal, con eso se te quita el miedo”.

Ana sacó una pipa de vidrio, metió una pequeña bolita de plástico, prendió la pipa con un encendedor y le dijo a Ximena,

– “anda fuma, dale el jalón”.

Ese día la adolescente con apenas dieciséis años de edad entró en una vorágine de adicciones y prostitución.

Pero no sucedió lo que Ana le había dicho.

Su madre no se quedó callada cuando una noche Ximena llegó con un pequeño vestido minifalda, con la mirada perdida y aliento alcohólico.

– “Te estás prostituyendo ¿verdad?”

– “No te voy a decir nada, mira ten mil pesos, compras algo para la despensa y pagas el gas”.  

– “No Ximena, no sabes lo que estás haciendo, te estás metiendo chingaderas, te vas a convertir en una drogadicta, una chava de la maquiladora pasó por lo mismo y pudo salir porque fue a un grupo de Cuarto y Quinto Paso”

– “Yo no voy a ir a ninguna de esas pendejadas… necesitamos el dinero, aquí gano y me compro lo que me gusta”

Al día siguiente la madre habló con una de sus compañeras de la maquiladora sobre la situación de Ximena.

– “Es lo que está pasando, a mi me pasó lo mismo, afuera de las secundarias y preparatorias están vendiendo ácidos, cristal… la mota ya ni quien le haga caso, ya ni la venden y después se tienen que vender para comprar las drogas, por eso hay tantas madrotas por todos lados… Pero no puedes llevar a Ximena a la fuerza al grupo de Cuarto y Quinto Paso… tiene que ir por su propia voluntad”.

Una tarde la joven consumió ácido y cristal al mismo tiempo; estuvo a punto de una sobredosis.

Pocos días después le dijo a su mamá que si quería ir al grupo de autoayuda. Ahora tiene diecisiete años y desde hace un año asiste dos o tres veces por semana a su grupo.  

Cada día que pasa libra una batalla para dejar el cristal.

Esta historia es completamente real y verídica.

Solo se cambió el nombre de Ximena.

– ¿Cómo quieres que te nombre para el artículo que voy a escribir?

– “Cómo será, cómo será… ah ya sé, pon que me llamo Ximena, era mi mejor amiga en la primaria”

Desde que asiste al grupo de Cuarto y Quinto Paso no consume drogas y dejó de prostituirse en la agencia de escorts que se anuncia en varias redes sociales.

Ella aceptó hablar con este periodista gracias a la intercesión de la “madrina” de su grupo a quien desde hace dos meses le pedimos un testimonio.

“Si esto sirve para ayudar a otras chicas adelante, que sea para eso”.

Ximena asegura: “el cristal se está vendiendo como si fueran chicles, está en todos lados, en preparatorias, los directores de las escuelas lo saben y les vale madres, te lo venden en los baños de los antros, en parques, te lo llevan hasta tu casa en moto, está en todos lados”.

Esta es la verdadera tragedia social y en particular de Tehuacán.

El día que hablé con Ximena salí de su grupo con la boca seca.

Ahora que escribí las anotaciones que hice, volví a sentir la boca seca, amarga.

Tw @CupulaPuebla

cupula99@yahoo.com

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Javier Arellano

Javier Arellano es uno de los periodistas más reconocidos y experimentados en Tehuacán; en su columna Cúpula, detalla y desnuda a la elite tehuacanera, los líderes de la región y también analiza...