Una de las grandes movilizaciones nacionales en la historia de México fue convocada por el presidente Lázaro Cárdenas del Río.

La expropiación petrolera no solo fue una acción jurídica y política; fue sobre todo un gran movimiento nacional que unió a mexicanos de todos los estratos y condiciones sociales.

El general hizo un llamado al “apoyo moral y material”, pues se requerían de recursos para pagar la indemnización del proceso de expropiación.

La historia narra una gran concentración de 100 mil personas el 23 de marzo de 1938; fue una expresión espontánea; sin convocatoria de por medio miles de mexicanos salieron a las calles para apoyar la expropiación anunciada por el presidente de la República.

Durante esos días México fue testigo de un gran levantamiento social.

El 19 de abril frente al Palacio de Bellas Artes se dio una concentración de mujeres de todos los grupos sociales; buscaban apoyar el monto de la indemnización; algunas llevaron sus alhajas, en tanto que otras acudieron con lámparas, candiles y piezas de porcelana; las crónicas de la época narran la presencia de una humilde mujer que llevó una gallina, que era todo lo que podía aportar para el proceso de expropiación.

Todas las féminas iban con un fervor entregado a la defensa nacional.

Por encima de todos los factores adversos el presidente Lázaro Cárdenas supo llegar al corazón del pueblo de México convocando a la unidad, sin distinciones, sin etiquetas.

El general jamás polarizó o fracturó a la sociedad mexicana. Nunca cometió el error de dividir a los mexicanos en dos grandes grupos; jamás arremetió contra sus críticos, los rebasó con una gran convocatoria a la moral patria.

Con el paso de las décadas la estatura histórica de Cárdenas se agiganta porque siempre convocó a la concordia entre los mexicanos; con la premisa toral de unir, antes que fracturar.

84 años después, la noche del domingo 17 de abril de 2022, no tropezó el líder camaral Moisés Ignacio Mier Velazco, tampoco naufragó una propuesta de modificación constitucional.

El verdadero descalabro fue para el discurso que lleva tres años alimentando el encono, la división y las fobias entre mexicanos.

El fracaso fue para las arengas que denuestan y estigmatizan a millones de connacionales que no coinciden con el proyecto de Morena.

Todos esos calificativos peyorativos de “fifis, conservadores, hipócritas, clasemedieros, aspiracionistas” restan y menoscaban la estatura de un presidente.

Si en lugar de dividir a los mexicanos entre los “leales” y los “hipócritas”, si no se reprobara a aquellos que tienen más de un par de zapatos, es muy probable que los resultados del 17 de abril hubieran sido diferentes.

Los diputados de los partidos de oposición se apoyan precisamente en esos grupos sociales que son tildados, señalados como “conservadores de la clase media”.

El revés en el recinto de San Lázaro debe verse como el primer gran descalabro de un régimen que ha polarizado al país con la retórica hiriente de la mañanera.

Basta ver cómo la sociedad mexicana salió a las calles la mañana del lunes 18 de abril. No hay, no existe un agravio nacional.

La exacerbada indignación de Mario Delgado Carrillo y Gerardo Fernández Noroña (quien pronunció el mayor discurso de su trayectoria), no es compartida por los grandes sectores sociales.

En el sentir de los mexicanos existe la percepción de que hoy el país tiene un poco equilibrio y que ello es sano.

Vienen otras grandes batallas, la Reforma Electoral y el carácter castrense que se le quiere imprimir a la Guardia Nacional.

Pero la oposición ya se creció; se dieron cuenta que el régimen no es invencible y que también sangra por la nariz.

Se aproximan vientos turbulentos.

Como siempre quedo a sus órdenes.

Tw @CupulaPuebla

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