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Javier Arellano

Crimen sin castigo: el modelo Amozoc, amasiato entre parientes y delincuentes

En sus inicios los artesanos de Amozoc, Puebla, mostraron una especial habilidad para trabajar la cuchillería y los accesorios de la charrería.

Desde hace treinta años el municipio se convirtió en un centro de “armeros”, diestros expertos en restaurar armas de fuego. Una vieja pistola calibre .45 o un revólver .38 que estaban arrumbados en un cajón, pasaban por sus manos y quedaban en óptimas condiciones.

Los viejos “armeros” señalan que fue un teniente del Ejército Mexicano ya retirado quien les enseñó el singular oficio de restaurar armas; ajustar el gatillo, cambiar la aguja, colocar nuevas cachas.

En ocasiones hacían trabajos especiales para clientes “profesionales”; por ejemplo, un supresor de sonido, un silenciador para una escuadra .9 milímetros. Un accesorio letal y propio de un sicario.

Sin embargo el municipio de Amozoc nunca fue un punto rojo en el mapa delictivo hasta que -de la mano del morenovallismo-, llegó la industria criminal del huachicol.

El tranquilo municipio pasó a convertirse en una de las aristas del “Triángulo Rojo”. Muchos de los jóvenes del municipio cambiaron una modesta bicicleta por una Ford Lobo o la motocicleta Italika por una BMW.

El finado analista Alejandro Hope se preguntó: ¿En qué momento se jodió Puebla? y en Cúpula respondimos cuando llegaron Facundo Rosas y Víctor Carrancá Bourget.

En el morenovallismo lo único que importaba eran los billetes, aunque salieran de manos de criminales.

Aquel apacible municipio de Amozoc se convirtió en refugio de huachicoleros y bandas de asaltantes en carretera.

Pese a que la actividad de robo de combustible ha disminuido el azote de la población ahora se disfraza de autoridad política.

Bajo la administración del presidente municipal Mario de la Rosa siguen operando grupos delictivos que se mueven por toda la ciudad portando armas de alto poder, como fusiles AK-47 o AR 15.

Los amazoquenses (el debido gentilicio) ya no saben de quién cuidarse, si de esos sujetos o de los hijos del alcalde que públicamente son señalados de portar armas de fuego, balear un domicilio y amenazar a otros jóvenes.

Mario de la Rosa y sus vástagos sabían lo que ocurría en el bar “Pinochos” que era el centro de la  venta de narcóticos, armas, lenocinio y prostitución. El alcalde lo sabía perfectamente y lo toleraba.

Pese a los hechos ocurridos la madrugada del viernes 23 de junio, nada ha cambiado.

Ese día cinco personas fueron ejecutadas. Horas después circuló un video en el que una fémina revela que vendía narcóticos bajo las órdenes de “El Negro”. Poco después fue encontrado el cuerpo de la mujer.

El crimen permanece impune mientras la venta de estupefacientes continúa al tope en otros antros y tugurios.

Bajo la administración de Mario de la Rosa los “dealers” viven una primavera.    

Los pobladores saben que familiares del alcalde son el puente, el vínculo con grupos criminales. Empero el funcionario es intocable mientras los narcomenudistas se siguen fortaleciendo.

Vamos a otro municipio que está hundido en la inmundicia.

Colocar a Pedro Tepole fue un terrible error, solo comparable al error de sostenerlo

Hace unos días Tehuacán se conmocionó por la ejecución de una mujer en los portales.

Los hechos ocurrieron a las 7 de la tarde con 30 minutos. Un solitario sicario llegó frente al restaurante La Lonja, le dirigió unas palabras a la fémina y le dio dos disparos.

Frente a meseros, parroquianos y un centenar de transeúntes el gatillero se fue caminando ante la ausencia total de Seguridad Pública.

La misma semana tres poblaciones se levantaron en airadas protestas contra el intento de Pedro Tepole de hacer otro tiradero de basura.

La realidad es que Tehuacán está en la ingobernabilidad y esto no es sorpresa.

Desde un principio se sabía del bajo nivel del edil, aunado a toda una serie de costumbres que son del conocimiento público: los juegos de cartas, las peleas de gallos, las carreras de caballos entre otras actividades.

La población urge a los diputados locales a actuar ante un clima generalizado de caos. Pero los representantes del Congreso del Estado han consentido al alcalde con creces.

Por ejemplo, autorizaron una licitación para elegir una empresa que supuestamente hará el relleno sanitario. Todo fue un proceso amañado y ficticio.

Ahora que ya está firmado el contrato con la empresa “Hova Green” simplemente no saben qué hacer.  

El Congreso está jugando con fuego

Los legisladores locales deben considerar que es muy peligroso jugar con un paquete de pólvora, so pena de exponerse a una fatal explosión.

Lo mismo sucede cuando las cúpulas permiten y toleran a alcaldes que llevan a sus poblaciones a la anarquía. El día que ocurra una masacre mayor o un atentado de alto impacto no podrán decir que ignoraban los riesgos.

Colocar a Pedro Tepole fue un terrible error que solo se compara al error de sostenerlo.

Al tiempo.

Como siempre quedo a sus órdenes.

@CupulaPuebla
cupula99@yahoo.com

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Javier Arellano

Javier Arellano es uno de los periodistas más reconocidos y experimentados en Tehuacán; en su columna Cúpula, detalla y desnuda a la elite tehuacanera, los líderes de la región y también analiza...