Sigue la limpia en la Secretaría de Movilidad
El gobernador Miguel Barbosa le dejó una tarea bastante difícil a la Secretaria de Movilidad y Transporte, Elsa Bracamonte, pues como bien dijo el mandatario estatal esa dependencia es “un monstruo”, yo iría más allá siento que es una “Cabeza de la hidra”, así como la novela de Carlos Fuentes.
Elsa Bracamonte también tenía razón al señalar en entrevista para CENTRAL que la secretaría es como la Cueva de Alí Babá y los 40 ladrones. El caso es que todos creímos que con la salida y detención de Guillermo Aréchiga se pondría fin a la corrupción en la dependencia.
Pero nos equivocamos, Aréchiga solo era una cabeza de corrupción las cientos que existen en esa secretaría, y por más que Elsa Bracamonte corta y corta, siguen saliendo más, como si no terminara la corrupción en esa instancia de gobierno, pues tiene que acabar con años y años de corrupción e impunidad.
El caso más reciente es de Fernando Loranca, quien se desempeñaba como director de Inspección y Vigilancia, su tarea era supervisar que los concesionarios cumplan con la norma en materia de transporte público. Tenía que seguir los operativos de transporte y mucho más.
Pero aprendió rápido las mañas, empezó a cobrar por debajo de la mesa para permitir que funcionaran de manera irregular, sin cumplir con la norma y lo peor fue lo que ocurrió el pasado 3 de marzo en Libres.
Fernando Loranca fue el artífice de los disturbios en los que la gente de la comunidad Morelos quemó dos unidades de la secretaría y hasta el carro del presidente municipal, Armando Ruiz.
Fernando Loranca y su gente incitaron a los habitantes de la comunidad, para impedir que les quitaran una ruta que operaba de manera irregular. Por supuesto, recibiría una prebenda por parte del concesionario para que se quedara su ruta.
Después de todo este disturbio, iniciaron las investigaciones para ver qué sucedió, y todos los dedos apuntaron a este funcionario. Ahora también está en la mira y puede correr la misma suerte que “El Profe”.
Y mientras esperemos que en algún momento termine la limpia. Eso sí, me queda claro que tanto a Elsa Bracamonte como al gobernador, no les tiembla la mano cuando se aplicar la ley de trata y de sancionar a los que incurren en corrupción.