El terrible problema de los niños en el Triángulo Rojo
La historia es estremecedora. Niños y adolescentes trabajando para el crimen organizado, y aunque ya se ha escrito sobre el tema, el hecho de que tengan amenazados a sus propios padres y maestros es una situación bastante grave.
Durante semanas nos dimos a la tarea de buscar testimonios sobre cómo está la situación de los menores de edad en los municipios del Triángulo Rojo, esto a raíz de una directora de primaria a quien le quitaron su carro Versa y la dejaron en medio de la nada.
De ahí los testimonios de padres de familia y maestros cayeron como cascada: si los padres regañan a los niños y les quieren hacer ver las cosas, llegan los patrones a amenazarlos de muerte.
Si los maestros hablan con los estudiantes y les dan un mensaje esperanzador, llegan los delincuentes a amenazarlos y en graves situaciones a callarlos.
Por supuesto, los grupos delictivos encontraron en los niños al mejor ejército que pueda haber, porque están dispuestos a dar la vida por ellos. La lealtad de los jóvenes y adolescentes a estos grupos es más fuerte que cualquier lazo consanguíneo, de amor o fraternidad.
¿Qué les dan estos grupos que es tan atractivo para ellos?
Por supuesto, dinero fácil, aunque resulta más barato pagar una nómina de adolescentes que de adultos, ya que los jóvenes y niños se conforman con tener un buen celular y comprarse buena ropa en una zona donde las oportunidades son escasas.
También les brindan la oportunidad de pertenecer a un grupo, de ser alguien y les dan la confianza de crecer a pasos acelerados dejando su rol de niños y adolescentes para actuar como adultos, hacer cosas de adultos.
Le doy la razón a López Obrador, el modelo capitalista o neoliberal nos educa o enseña a soñar, pero soñar con dinero, con cosas materiales a ser en razón de lo que tenemos y no a ser alguien para sentirnos autorrealizados.
No nos enseñan a perseguir nuestros sueños de niños, nos enseñan a consumir marcas, a tener dinero para ganar respeto e imagino que en esta situación están esos jóvenes que en la mochila lo mismo guardan lápices y libretas como armas.