Vida y Estilo

En memoria del “Profe Palou”

- Foto: Rayas

Don Pedro Ángel Palou Pérez fue un gigante, y así lo recordamos. Desde los años setenta fue un personaje que impulsó la cultura en el estado de Puebla, como un elemento que permitió contribuir a mejorar el bienestar de la sociedad, fomentar la educación y la generación de oportunidades. 

Por Colaboración Especial /

El 11 de enero de 2021 se cumplieron tres años de la partida de nuestro querido Profesor Pedro Ángel Palou, maestro de muchas generaciones, cronista, amigo en toda la extensión de la palabra, nuestro querido “profe”, como cariñosa y agradecidamente lo llamamos.

Don Pedro Ángel Palou Pérez fue un gigante, y así lo recordamos. Desde los años setenta fue un personaje que impulsó la cultura en el estado de Puebla, como un elemento que permitió contribuir a mejorar el bienestar de la sociedad, fomentar la educación y la generación de oportunidades.

Parafraseando a su amigo Reyes Heroles, fue poblano por pensamiento y obra. Muy chico emigró de su natal Orizaba al internado jesuita, el Instituto Oriente. Todavía como alumno del bachillerato, comenzó su vocación pedagógica impartiendo clases de Historia a alumnos tan solo unos años más jóvenes que él. En el Oriente formó a decenas de generaciones que no fueron inmunes al fervor con el que les impartió sus conocimientos. Sus alumnos se volvieron sus amigos, sus amigos siempre fueron sus alumnos.

En una ocasión estábamos en un evento donde le hicieron un homenaje, y una persona le comentó que era “un gran personaje poblano”, a lo que el profe respondió algo así: “Nací en Orizaba, pero fui adoptado por el cariño de Puebla y los poblanos”.

También dedicó tiempo a su deporte favorito, el futbol, siendo árbitro, entrenador y cronista deportivo, tanto en la radio como en el periódico. Desde entonces, tomaría la pluma como una extensión de su pensamiento: ni un solo día dejó de escribir. Fue el primer Secretario de Cultura de Puebla, y como tal, fue un gestor incansable de las casas de cultura en los municipios como un detonante de paz social.

El profesor Palou en vida tuvo como máxima no cometer ninguna de las torpezas que el obispo Juan de Palafox y Mendoza reprobaba y así rezaba: “Tres cosas me cansan mucho, y la cuarta aborrece mi alma: primera, el pobre soberbio; segunda, el rico avariento; tercera, el magistrado insolente; cuarta, el ingrato a los beneficios”.

Y, como el obispo Juan de Palafox y Mendoza, tampoco quiso nunca partir de aquí, porque siempre hubo tareas pendientes en la gestión cultural que le impidieron aceptar invitaciones a salir de nuestro estado.

Cuando fue Secretario de Cultura instaló casas de cultura en las regiones más alejadas de la capital. Fundó talleres educativos, literarios y artísticos a través de Seminarios Culturales en los diferentes municipios que estaban deseosos de compartir, aprender y crear formas de expresión y comunicación.

Don Pedro Palou dedicó gran parte de su vida a difundir el pensamiento de un hombre que, como él, no nació en Puebla pero que la adoptó como su estrella: Juan de Palafox y Mendoza. El Profe, como lo conocimos todos, quiso que la magnánima historia de Puebla se entendiera como una consecuencia de las labores que el noveno obispo angelopolitano desempeñó de 1640 al día de su muerte en 1659.

A finales de los años noventa, como subsecretario de Cultura del Estado de Puebla, el Profe impulsó y dirigió la publicación de una serie de libros titulada Documentalia Poblana, que llegó a poco más de una decena de fascículos sobre manuscritos, pliegos sueltos o impresos referentes a la vida novohispana en Puebla, pero, sobre todo, a la obra escrita y menos conocida de Palafox.

Sobre Palafox, también realizaría la publicación del Diario de Juan de Palafox y Mendoza en San José de Chiapa, estudio de Fernández Gracia, y participaría en otras antologías biográficas y bibliográficas. Semana a semana en sus columnas y en sus clases de los miércoles se dejaron ver botones de muestra de su labor difundiendo el pensamiento palafoxiano.

La partida del Profe dejó un hueco en la cultura de Puebla, en la divulgación de la Historia, pero, como a todo gran pensador, le sobreviven sus libros y su doctrina. Además del recuerdo y el agradecimiento que le profesamos todas las personas que tuvimos el honor de ser considerados como sus amigos.

Gracias Profe por transmitirnos el amor y la admiración por don Juan de Palafox y Mendoza; un caballero de los que no sé si queden muchos, de una bondad y honor destacables y de una sapiencia extraordinaria: don Pedro Ángel Palou Pérez, un hombre “pasional y apasionante animador de la cultura en Puebla”, como Palafox.

Finalmente, quiero agradecer las valiosas aportaciones y comentarios que realizaron Diana Jaramillo, Miguel Maldonado y Pedro Ángel Palou García para la realización de esta columna. De igual, forma mi reconocimiento a la familia del Profe Palou, quienes heredaron su talento y el gusto por la cultura y las artes; un abrazo para ellos con afecto.

 

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