Siete personas perdieron la vida y dos menores de edad sufrieron heridas de gravedad, cuando un vehículo Datsun se impactó contra un automóvil Dart en el kilómetro 113 de la carretera México-Puebla con dirección a la Ciudad de México.
El percance vial ocurrió, la tarde del ocho de octubre de 1983, cuando Rubén Ortega, quien conducía un Datsun a una velocidad de entre 180 y 190 kilómetros por hora, perdió el control del vehículo y cayó en el camellón central de la autopista.
Al estrellarse contra un vehículo Dart, el Datsun se partió en cuatro y los siete pasajeros salieron volando a una distancia de 50 metros. En la cuneta quedaron los cadáveres de tres mujeres y el del conductor.
En el asfalto, los paramédicos de la Cruz Roja encontraron la mitad del cadáver de una mujer de la tercera edad; una de sus piernas quedó en el interior de una las partes del Datsun, pero, los elementos del cuerpo de emergencias, no lograron localizar la otra extremidad.
Cerca de los postes que dividen la propiedad federal de la autopista, estaba el cuerpo sin vida de un niño, quien tenía una fractura en el cráneo por el golpe que recibió cuando se estrelló contra una de las maderas que sostienen los alambres de púas.
Por el choque, Rodolfo Gutiérrez, conductor del vehículo Dart, murió al instante. Su rostro quedó irreconocible. En el coche también viajaban sus dos hijos, quienes sufrieron hundimiento de cráneo. Junto con sus pasajeros, el auto quedó a 15 metros de la autopista. Los paramédicos trasladaron a los hermanos al área de urgencias del Hospital de la Cruz Roja.
Morgue
Por una tarjeta que encontraron en el interior del Datsun, los elementos del Ministerio Público reconocieron al conductor como un agente de ventas del laboratorio Grupo Russell y localizaron al ingeniero José Antonio López, jefe del automovilista, para infórmale del accidente. A Rodolfo Gutiérrez, los policías ministeriales lo identificaron por su licencia de conducir.
Con el apoyo de los paramédicos de la Cruz Roja, del grupo SOS de Río Frío y la Policía Federal de Caminos, los agentes ministeriales llevaron los cuerpos a la morgue del Ministerio Público de la ciudad de Puebla. Debido a los actos de rapiña, cuando los familiares reconocieron los cadáveres de sus parientes, no pudieron reclamar pertenencias de valor.
Capa mortal
Tres días antes del choque entre los vehículos Datsun y Dart, sucedió otro percance vial en el kilometro 114 de la carretera México-Puebla. Por el accidente murieron dos personas, una de ellas era un alemán que trabajaba en la planta de la Volkswagen.
El incidente ocurrió cuando Ricardo Larracilla, conductor de un vehículo Mustang, pasó a exceso de velocidad el tramo en donde empleados de Caminos y Puentes Federales de Ingresos y Servicios Conexos colocaron una capa gruesa de grava suelta.
Por no hacer caso al letrero que advertía a los automovilistas que disminuyeran su velocidad, el conductor del Mustang perdió el control del vehículo y saltó al camellón contrario. Al caer en el carril con dirección a Puebla, chocó contra un vehículo Atlantic que Cristian Hans Senss manejaba. El sujeto acaba de salir de empresa Volkswagen y se dirigía a la ciudad de Puebla para cobrar un cheque.
Al llegar al sitio en donde ocurrió el accidente, los paramédicos de la Cruz Roja tuvieron que esperar a los agentes del Ministerio Público y a los elementos de la Policía Federal de Caminos para remover la chatarra y rescatar los cadáveres.
Entre las pertenencias de Cristian Hans, los agentes del Ministerio Público encontraron un cheque de 18 mil 500 pesos y otros objetos de menor valor. Sin embargo, sus familiares reportaron el robo de un reloj.
(Con información de Gustavo Paz Bretón y Cristóbal Ortiz Ruiz, periodista y fotorreportero del periódico El Sol de Puebla.)