Tragedias

Testimonios: ¿Por qué las mujeres tomaron Puebla el 8M?

- Foto: Especial

En el Día Internacional de la Mujer miles de mujeres salieron a protestar a las calles de la capital poblana para exigir algo que no tendríamos que pedir: respeto y libertad para decidir por nuestro cuerpo; aun así muchos y muchas dijeron no sentirse representados por estas mujeres valientes que decidieron alzar la voz

Por Magarely Hernández / @magarelyhl

/ Ciudad de Puebla

Me drogaron y me violaron”, “mi primo me tocaba y me hacía creer que se trataba de un juego”, “el amigo que me iba a llevar a mi casa me llevó a la suya e intentó violarme”, “difundieron mis fotos íntimas y me amenazaron”, “en pleno acto sexual, mi novio se quitó el condón sin mi consentimiento”, son parte de los testimonios que escuché de mujeres que se manifestaron este 8 de marzo.

Durante la marcha que conmemora el Día Internacional de la Mujer encontré a una chica que portaba con orgullo un cartel que decía: “una se vuelve feminista con su propia lucha” . Y lo confirmé. Cuando me acerqué a ella para que me contara si había vivido algún tipo de violencia, platicó —de forma muy resumida porque la voz se le empezó a entrecortar— que hace un año se fue de vacaciones a Playa de Carmen, y un extranjero la drogó y violó. La amiga que la acompañaba se quedó impactada con esta revelación porque tampoco lo sabía. En realidad, la víctima se lo ha contado a muy pocas personas, casi nadie, me dijo, porque es algo que todavía no asimila.

En el Día Internacional de la Mujer miles de mujeres salieron a protestar a las calles de la capital poblana para exigir algo que no tendríamos que pedir: respeto y libertad para decidir por nuestro cuerpo. Muchos y muchas dijeron no sentirse representados por estas mujeres valientes que decidieron alzar la voz. ¿Por qué? Porque pintaron paredes, muros, monumentos y causaron destrozos a los paraderos del RUTA y a la sede del Congreso del Estado.

La madre de Eli

El contingente de la manifestación fue encabezado por la madre de María Elizabeth Orea Méndez, asesinada el 14 de febrero de 2020 en San Martín Texmelucan. Apenas me acerqué a la señora, noté la tristeza y el cansancio que reflejan sus ojos, pues por más de un año ha luchado por conseguir justicia porque el feminicida de su hija sigue prófugo.

Elizabeth tenía 33 años y era madre de dos niños de 11 y 9 años. Estudió la licenciatura en Educación Física y ahí conoció a Jorge, el hombre que le arrebató la vida.

La Fiscalía General del Estado (FGE) ya giró una orden de aprehensión contra este sujeto, pero hasta la fecha no ha sido detenido. ¿Se imaginan la tristeza que debe sentir una madre que perdió a su hija de la forma más cruel que pueda existir?

Apenas me acerqué a la mamá de Eli, como le decían de cariño, la señora se puso a llorar. No supe qué preguntarle; ella no me pudo dar su nombre porque mientras lloraba, se cubría el rostro con una mano mientras la otra sostenía la lona con la fotografía de su hija.

—¿Qué siente al ver que no está sola?—le pregunté mientras atrás de nosotros se encontraban miles de mujeres cobijándola.

—Siento mucha tristeza y mucho coraje, pero estamos todas juntas y eso es lo más importante—respondió.

Mientras algunas personas no se sienten representadas por estas mujeres, afortunadamente hay muchas otras que gracias a estos movimientos se dieron cuenta que fueron víctimas de violencia de género en sus distintas formas y hoy no callarán más; están aquí para evitar que otras sufran lo mismo que ellas.

La prima de Amada

Verónica marchó este 8 de marzo porque su prima Amanda fue drogada y violada por varios sujetos al interior de un centro nocturno ubicado en Putla Villa de Guerrero, Oaxaca. Contra los responsables pesan muchas demandas por situaciones similares, pero todos los casos han quedado impunes y ellos gozan de su libertad.

Amanda participó en los movimientos desde Oaxaca, pero Verónica hizo que su voz llegara hasta Puebla.

Si con este testimonio sigues sin sentirte representada, aquí te comparto otro.

Mariana

Mariana tuvo relaciones sexuales con un chico que conoció en un grupo de scouts. Su relación aparentemente iba bien hasta que, en una ocasión, en pleno acto sexual, él se quitó el condón sin el consentimiento de Mariana. Ella se molestó y por el reclamo, él se encargó de contarle a todos sus amigos que Mariana “era una puta y no sabía coger”.

Mariana no dijo nada al respecto porque su consejera le advirtió que el acto sexual se dio con su consentimiento: “Me dio miedo y no dije nada, hasta la fecha no lo he hablado”.

Paulina

La violencia que día a día viven las mujeres se da de diferentes formas y en muchas ocasiones, las víctimas no saben identificarla. Paulina iba en la secundaria cuando mandó fotos íntimas a un niño en el que confió. Él, las publicó en diversos grupos.

Sufrí demasiado, me dejé violentar por muchas personas; querían tocarme, abusar de mí. Yo en ese momento sentí que era mi culpa, dije: ¿por qué lo hice? Yo siempre fui la culpable y no el tipo que las difundió; lo dejé ser y él compartió muchas más fotos de otras chicas”.

También leí comentarios de algunas mujeres que no pudieron asistir a la manifestación, pero siguieron las transmisiones en vivo y dijeron que estas miles de feministas les dan vida, porque ellas son las que salen a las calles a luchar por nuestros derechos: “lo material va y viene, pero las mujeres no”.

Y la culpa no era mía ni dónde estaba ni cómo vestía, el violador eres tú”

Camila

—Hace un año, fui a Playa del Carmen de vacaciones, me drogaron en el antro y después me violaron…

—¡No mames! —interrumpió la amiga que la acompañaba—. ¡Qué valiente eres para decir esto! No sabía por lo que habías pasado…—, le dijo mientras ambas se abrazaron y comenzaron a llorar.

Yo también quise abrazar a Camila, le agradecí mucho el haberme contado algo que todavía le duele recordar. Me dijo que muy pocas personas saben esto; es complicado hablar del tema, pero Camila no es la única que ha pasado por esto.

Sofía

Sofía acudió a un bar con una amiga y lo poco que recuerda es que comenzó a tomar y perdió de vista a su amiga. Cuando ella abrió los ojos le dolía horrible la cabeza, quería vomitar y apenas podía sostenerse, incluso, sentada en la silla. Después de un tiempo, el amigo que se ofreció a cuidarla y llevarla a su casa sana y salva subió con ella a un taxi y la llevó, pero no al domicilio de ella, sino al de él.

Yo me di cuenta que ya había pasado mucho tiempo. Mi casa estaba a unos tres minutos del bar. Me llevó a su casa, lo sé porque yo ya había ido. Me subió a su cuarto, me intentó quitar el pantalón y e intentó violar, pero no pudo porque yo me cubría con mi mano y comencé a gritar”.

La mamá de Sofía la llamó a su celular y contestó él. Le dijo que su hija estaba súper borracha, que fuera por ella a su casa. La señora llegó y, sin saber lo ocurrido, le agradeció por haber cuidado a su hija.

Fabiola

Por último, te cuento la historia de Fabiola. Ella tenía 11 años iba a clases de catecismo cuando su primo, 5 años mayor que ella, abusaba de ella. Fabiola creía que era un juego, porque su primo así se lo hacía creer, pero muy en el fondo sabía que algo estaba mal porque siempre se escondían.

Fabiola le contó a su papá lo ocurrido y afortunadamente le creyó. Con el apoyo de su familia enfrentó a su tía, la cual se negó a creer los señalamientos contra su hijo.

Yo imaginaba mi vida ya de grande y pensaba que eso iba a seguir pasando; afortunadamente mis papás me creyeron todo. A mis primas, sus hermanas, también se los hacía, pero ellas por miedo, o no sé, no lo aceptaron, dijeron que yo estaba inventando todo y que era una chismosa. Después de negarlo muchas veces, él me pidió disculpas”.

A Fabiola le temblaban las manos y la voz se le entrecortaba, pero me siguió contando que años después, sufrió un intento de violación. Ella estaba en una fiesta con sus amigas cuando llegó el chico que le gustaba.

Estoy segura que ya estaba borracha, estaba con puras niñas. Llegó este chico y me dijo que fuéramos arriba a platicar y yo le dije que no porque ya me sentía mal, pero me empezó a abrazar y me subió”.

Cuando estaban solos, el tipo intentó obligarla para que le practicara sexo oral, pero Fabiola gritó, golpeó la puerta y sus amigas subieron a auxiliarla. El hombre salió indignado del domicilio y le gritó a Fabiola que era una puta por andar calentando hombres: “Yo lo creí, me sentí mal porque él se enojó”.

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Publicado por Periódico Central en Martes, 9 de marzo de 2021

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