En estado de descomposición, agentes del Ministerio Público encontraron, con signos de tortura, el cadáver de Román Cacho Tobón, de 56 años, en el interior del domicilio 207-A de la colonia La Libertad.

La mañana del ocho de septiembre de 1987, José Olmos Tobón solicitó el apoyo de las autoridades para ingresar a la vivienda de su medio hermano porque, al asomarse, le pareció extraño que hubiera un bulto en el piso y que la luz de la cocina estuviera encendida.

Al entrar al domicilio, los policías ministeriales percibieron un olor putrefacto y, en el suelo de una recámara, encontraron un cadáver. Los agentes explicaron que, con un par de calcetines, los asesinos maniataron a su víctima y, al lanzarle agua caliente, le provocaron varias quemaduras.

Móvil del crimen

El siete de septiembre, José Olmos fue a visitar a Román Cacho, pero decidió volver a su casa cuando tocó la puerta y no recibió una respuesta. A la mañana siguiente, regresó al domicilio de su medio hermano y le pareció extraña su ausencia.

Al pedir información, los vecinos le explicaron que, desde hace cuatro días, nadie había visto a su familiar. En su declaración ante los agentes del Ministerio Público, José Olmos expresó que a su medio hermano lo asesinaron porque era homosexual, pero, debido a que la víctima prestaba dinero a réditos, las autoridades descartaron esa posibilidad.

De acuerdo a la información oficial, entre los muebles, que los asesinos desordenaron, estaban unos documentos con las firmas de las personas que le debían dinero a Román Cacho. Algunos de los papeles tenían una antigüedad de 13 años.

Aparte del reporte del robo de una televisión y de un equipo de sonido, los policías ministeriales declararon que había indicios de la desaparición de algunas “prendas” que estaban como garantía de un préstamo.

(Con información de Alfonso Molina y Mateo Flores, periodista y fotorreportero del periódico El Sol de Puebla.)