“Ni parece 15 de septiembre” le dice una joven a su madre, mientras se toman una selfie frente a la Catedral de Puebla y caminan hacia el zócalo, esperando encontrar un ambiente más festivo la tarde de este miércoles Día de la Independencia.
Este 2021 las fiestas patrias son todo menos “festivas” en el primer cuadro de la ciudad y en los alrededores de Casa Aguayo, y entre todas las razones que existen para vivir un “Grito” tan poco efusivo, la principal resulta ser la pandemia de covid-19.
A pesar de los brillantes adornos tricolor, las banderas colgadas afuera de cada negocio, los espectáculos de música y danza por parte del Ayuntamiento de Puebla, los puestos de artesanías y antojitos representativos de la verbena popular distribuidos a lo largo y ancho del Centro Histórico hasta antes de las 21:00 horas, los poblanos prefirieron cuidarse y quedarse en casa (o al menos eso se percibió).
Las obras de remodelación inconclusas en la plancha del zócalo por parte de Sedatu y el cierre de la onda también influyó en la poca asistencia de los ciudadanos.
Pero el nacionalismo arraigado en la sangre de algunos motivó a cientos de familias a acudir portando trajes típicos, o looks alusivos a la fecha, a manera de reafirmar su identidad mexicana y el amor que sienten por este país.
Y en comparación con años anteriores, los poblanos tienen la oportunidad de decidir cuál de los dos “gritos” quieren presenciar; el del gobernador Miguel Barbosa Huerta en Casa Aguayo, en el Barrio de El Alto; o el de la presidente municipal, Claudia Rivera Vivanco, en el Palacio Municipal.
Cada esquina del zócalo tuvo su arco de seguridad y estuvo supervisada por personal de Protección Civil Municipal y elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, como parte de los protocolos contra la covid-19.
En cada escenario instalado, como el de la Plaza de la Democracia o el zócalo, hubo pequeñas concentraciones de personas; sin embargo, la mayoría respetó la sana distancia gracias a los asientos marcados en cada carpa.
Pero a diferencia del Centro, en las vialidades y plazas cercanas a las oficinas del poder estatal, no había ambulantaje, ni comercio formal funcionando.
La única zona abierta para la venta de alimentos y bebidas fue el tradicional mercado y la presencia de los grupos de mariachis que no pararon de tocar en las calles del barrio más antiguo de la capital poblana.
Los restaurantes del zócalo y los bazares lucieron vacíos
Pero antes de caer la noche, los restaurantes lucían vacíos, al igual que las calles y el murmullo de las personas fue tan leve que fue opacado por la música salsa que sonaba al fondo.
Pero ellos no fueron los únicos afectados. Los artesanos que se instalaron sobre la 3 oriente hasta el callejón John Lennon no lograron obtener ni un 20% de ventas durante el día.
Entre ellos sobresalió Doña Jose, la mujer de la tercera edad originaria de Querétaro que visitó la ciudad de Puebla en abril, durante la temporada de Semana Santa para comercializar sus muñecas María.
Ella, al igual que otros comerciantes, señaló que debido a los cierres de vialidades y los accesos restringidos, las ventas fueron casi nulas este 15 de septiembre, sin embargo, conserva la esperanza de aumentar sus ganancias durante la semana hasta el próximo lunes.
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Para la verbena popular instalada en los alrededores de El Parían, las condiciones fueron más favorables. El olor a antojitos y garnachas que invadió la zona y el Barrio del Artista, llamaron la atención de quienes paseaban y esperaban disfrutar la noche mexicana.
En la sede del Palacio de Gobierno del Ejecutivo Estatal la logística fue un poco diferente, pues aunque se instalaron arcos de seguridad, la 14 oriente se convirtió en el escenario de los principales espectáculos traídos por la administración.
A momentos, se descuidó el acceso y varias personas se aglomeraron en el pasillo principal. Las vallas sólo entorpecieron la movilidad de los asistentes y al final, hubo más presencia de elementos de la Policía Estatal que ciudadanos.