Puebla, 02 de mayo del 2024

Municipios

La pesadilla de vivir en El Aguacate, al sur de Puebla: no hay médicos ni transporte público

La clínica de salud fue ocupada apenas 6 meses y luego la cerraron, lleva así más de una década.
La clínica de salud fue ocupada apenas 6 meses y luego la cerraron, lleva así más de una década. - Diseño: Ángeles Pérez

Es una de las comunidades más alejadas de la capital poblana. Aquí la gente no se puede enfermar ni por equivocación, pues para una consulta médica se tiene que hacer un trayecto de más de una hora y de emergencias de salud ya ni hablar, pues los vecinos se tienen que organizar para poder llevar a sus enfermos al Hospital General del Sur, el más cercano a la localidad.

Por Mariana Salinas/ María Fernanda Tovar /

El acceso a la salud para los 634 habitantes de la comunidad de San José El Aguacate, al sur de la ciudad de Puebla, no es un derecho, es un privilegio. Aquí nadie puede enfermarse ni por equivocación. Para acceder a una consulta médica o una emergencia, la gente tiene que recorrer un trayecto de hora y media, al Hospital General del Sur; el más cercano.

El Aguacate es una de las poblaciones más alejadas de la mancha urbana de la ciudad de Puebla. Hay dos caminos para llegar a este lugar por el que el tiempo no pasa: uno, atravesando la presa de Valsequillo a través de La Panga; el otro, por la avenida 11 Sur rumbo al municipio de Huehuetlán El Grande. Pero no importa cualquier ruta que se elija porque el tiempo y el camino atropellado son lo mismo.

Lamentablemente cuando alguien está enfermo, tenemos que correr hasta Agua Santa porque el Centro de Salud que está en Los Ángeles Tetela ya no nos quiere atender cuando son enfermedades complicadas”, dijo el señor Celso García, comisario Ejidal de la comunidad.

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Pero los vecinos de El Aguacate no siempre sufrieron la escasez de los servicios de salud, pues en algún tiempo hubo un consultorio para atender los padecimientos básicos que van desde un resfriado, un dolor de muelas, aplicación de insulina hasta picaduras de arañas o alacranes.

Ahora, aquel consultorio, inaugurado en 2009 está abandonado, el polvo que cubre los utensilios obsoletos.

A unos metros de una corriente de agua ―que baja desde las cumbres que rodean la localidad― se encuentra lo queda de la clínica de salud: un cuarto de block blanco, abandonado. Desde afuera se puede observar el deterioro de la habitación, el polvo, la maleza y las telarañas que cubren las ventanas y puertas.

El olor del moho que recorre las paredes es bastante penetrante, al interior hay cientos de papeles amarillentos que cubren cajas de medicamentos básicos, abastecidos desde hace años, pero que nunca pudieron usar, pues no había médicos que recetaran el uso correcto de cada fármaco. Incluso, se echaron a perder.

Hay un sillón odontológio, una báscula, bolsas de suero que están intactas e instrumentos médicos que ya son precarios. En una de las puertas se observa un cartel de la Secretaría de Salud federal en el que resalta la frase “Vivir Mejor”, slogan del gobierno panista de Felipe Calderón.

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Este espacio fue cerrado por las autoridades desde que se fue el último médico; nadie hizo nada para mantener abierta la clínica ni contratar más médicos. El lugar simplemente quedó en el olvido y en las ruinas.

Don Celso García recuerda que la última vez que un médico llegó a la comunidad para ocupar esta clínica fue hace 12 años, desde entonces los habitantes no tienen acceso a la salud en el pueblo, por lo que tienen que trasladarse a la ciudad de Puebla para ser atendidos.

El comisario Ejidal explica que si las personas padecen enfermedades menores, como gripe o dolor de estómago, son atendidos en la clínica de Tetela; pero se niegan a atender padecimientos más graves como casos de personas diabéticas.

Los habitantes que necesitan llegar de urgencia a un hospital hacen lo posible y pagan a alguien con vehículo, o se organizan para llevar a sus enfermos hasta la ciudad de Puebla, ya que el servicio de ambulancia tampoco llega a la comunidad.

Por la clínica pasaron dos médicos que trabajaron menos de un año y escasos días de la semana, debido a que la presidencia auxiliar no tenía recursos para solventar el sueldo de los profesionales por lo que en poco tiempo se fueron de la comunidad.

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Ni salud ni transporte público

El acceso a la salud no es la única carencia de los pobladores. El trasporte público tampoco llega a esta comunidad: el autobús ―que viene desde el centro de Puebla― tiene su última estación en las calles principales de San Andrés Azumiatla, a media hora de El Aguacate. De vez en cuando pasan los microbuses que van a Huehuetlán El Grande.

Por si todo lo anterior no fuera suficiente, ante cualquier emergencia de seguridad, la policía municipal tarda una hora en llegar a esta población. Algo que agradecen los vecinos es que, con la instalación del internet satelital, ahora ya pueden solicitar los servicios de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y Tránsito Municipal a través de una aplicación, pues los teléfonos de oficina nunca los contestan.

Aquí se dedican al campo, esta comunidad de Puebla es una de las que tienen más carencias en infraestructura, servicios públicos, seguridad y acceso a la salud, por lo que costear un traslado en auto particular no siempre es fácil.

Celso García considera que El Aguacate tiene muchas carencias como la falta del Juez de Paz, comandantes, policías, pero sin duda una de las más importantes es la falta de un médico.

Durante la pandemia por coronavirus, sólo él y su esposa se enfermaron y tuvieron que acudir a una clínica particular, pues no fueron recibidos en el Hospital General del Sur. Durante dos meses de hospitalización particular pagaron más de 240 mil pesos.

Lo único que queremos es un médico que venga, aunque sea una o dos veces a la semana y que se use la clínica, pero seguramente ya nada sirve”, concluye.