Puebla, 19 de abril del 2024

Estado

Yaz y Mitzi: morir siendo niña en Puebla

Yaz y Mitzi: morir siendo niña en Puebla
- Diseño: Sam Navarrete

El maltrato infantil les costó la vida a las dos hermanas de Barranca Honda; hoy sus padres y su madrastra están en prisión y sus abuelos arrastran una doble pérdida; también una doble exigencia de justicia

Por Guadalupe Bravo / Magarely Hernández / Carmen González /

Un camino de terracería, el viento haciendo pequeños remolinos de aire; polvo y basura entre las calles sin pavimentar. Una privada, tres perros bajo el sol y a unos cuantos pasos un terreno enrejado. Dos moños blancos cuelgan de la puerta. Hubo muerte en esa casa, donde años atrás todo era risas y fiestas y alegría. Ahora, solo queda un niño con ojos color miel que corre entre las mascotas y pide golosinas mientras juega con un teléfono celular. Sus sobrinas, sus compañeras de travesuras, ya no están. No van a regresar. La violencia las mató.

Yatziri de siete años y Mitzi Aidé de cinco años eran hermanas, hijas de Rafael N. y Alejandra Viridiana N. “Yatzi” o “Yaz”, como le decían de cariño, fue la primera hija de la pareja. Los primeros años de su vida los vivió con sus papás, en casa de sus abuelos maternos, en la colonia Barranca Honda de la ciudad de Puebla. Cuando tenía dos años nació su hermana Mitzi.

Las dos pequeñas fueron bautizadas juntas, sus abuelos, Patricia Torres López y Gonzalo Martínez Hernández, aún conservan las fotos de la ceremonia. Los ropajes blancos que portaban ese día aún se mojan con sus lágrimas, es el único recuerdo tangible que les queda de las niñas.

La casa no es muy amplia, la privacidad es un lujo entre habitaciones; lo único que las divide son cortinas. Con el pretexto de tener su propio espacio, Alejandra, Rafael y las niñas se mudaron con la madre de él. Ocasionalmente las niñas visitaron el hogar de “mamá Paty”, su abuela, “mamá Dolores”, su bisabuela y “papá Migue”, su bisabuelo.

Cuando llegaban bailaban, cantaban y jugaban dentro de una tina con su tío Gabriel, quien apenas les lleva un par de años. Podían pasar horas divirtiéndose, usando solo su imaginación. A decir de sus bisabuelos, María del Carmen Dolores Martínez Hernández y Miguel Ángel Quiñones Téllez, en este lugar no existía sufrimiento ni violencia y esto se reflejaba en sus rostros, plasmados en las fotografías que aún conservan.

La alegría de Yaz quedó grabada en una foto el día de su bautizo. No era una bebé cuando recibió el sacramento. Su largo cabello negro le permitió lucir un peinado adornado con una diadema de flores blancas que hacían juego con su vestido. Su sonrisa era tan grande que sus ojos se hacían chiquitos y sus mejillas se volvían los protagonistas de su rostro.

Esta misma felicidad se notaba en Mitzi. A pesar de su corta edad siempre fueron compañeras de travesuras, pero la complicidad de las hermanas se rompió cuando sus padres se separaron.

Rafael terminó la relación con Alejandra y se las llevó a la casa de Mónica Naxshely N., su nueva pareja. En menos de un año ambas murieron víctimas de maltrato infantil.

De acuerdo con datos proporcionados por el fiscal de Puebla, Gilberto Higuera Bernal, todos los días la Fiscalía General del Estado (FGE) judicializa diez casos de abuso sexual y físico cometido contra menores de edad.

Además, de enero a agosto de 2020, el Sistema Estatal DIF atendió 277 casos de maltrato infantil, según declaró el gobernador de Puebla, Luis Miguel Barbosa Huerta, en una conferencia de prensa.

Periódico Central buscó una entrevista con la Procuraduría de Protección de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, para conocer el número de menores que han atendido por violencia infantil durante el 2020 y lo que va del 2021 en Puebla. Sin embargo, el enlace de comunicación de esta dependencia no concretó una fecha para atender la petición y posteriormente fue suspendida, pues entró en vigor la veda electoral. No obstante, previamente adelantó que carecen de un registro.

Emmanuel Durán, Secretario Ejecutivo y Director del Observatorio de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de Puebla de la Red por la Infancia y la Adolescencia de Puebla AC., coincide con él: “no existe una cifra oficial en el estado ni en el municipio de Puebla en torno al maltrato que sufren”.

De acuerdo con el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), el DIF municipal solo monitorea los casos que recibe mientras que su homóloga a nivel estatal debe tener por ley un sistema de información. Sin embargo, esta plataforma digital fue retirada y los datos se perdieron. Por lo tanto, no existe un registro de acceso público que permita dimensionar la problemática.

Yaz destapa la cloaca de la violencia familiar

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Yaz y Mitzi son parte de esa cifra perdida de niños víctimas de la violencia en Puebla. Yaz fue hospitalizada en cinco ocasiones, pero su último ingreso, en agosto de 2020 al Hospital de “La Margarita'' del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), evidenció el maltrato que sufrió. Cuatro meses después murió.

La activista Frida Guerrera fue la primera en tomar conocimiento del caso. Los médicos del hospital le informaron que una niña de siete años ingresó con signos de violencia, y pidiendo que la dejaran morir.  Los abusos contra la menor fueron exhibidos en diversos medios de comunicación hasta que llegó a manos del gobernador de Puebla.

Luis Miguel Barbosa Huerta prometió implementar medidas de protección para Yaz. Una semana después sus padres fueron detenidos.

Los abuelos maternos de Yaz aseguraron que el hospital ya había notificado a la FGE sobre los constantes ingresos de la niña por golpes y lesiones. Sin embargo, en el comunicado emitido por la dependencia, se dijo que fue hasta el 22 de agosto cuando la Fiscalía Especializada en Investigación de Delitos de Violencia de Género contra las Mujeres tomó conocimiento de la situación, y después de diversas diligencias se determinó que la menor presentaba síndrome del niño maltratado. Además, tenía infecciones y llagas provocadas por falta de cuidado tras ser operada en abril del mismo año por daños intestinales.

Dos meses después, en octubre de 2020, agentes ministeriales aprehendieron a Mónica. Rafael y Alejandra fueron vinculados a proceso por violencia familiar y abandono de personas mientras que la madrastra fue acusada de violencia familiar equiparada y lesiones dolosas. Los tres se encuentran presos.

Yaz estuvo hospitalizada en el área de terapia intensiva cuatro meses; durante este tiempo su estado de salud nunca mejoró. Incluso, fue sometida a dos cirugías y se le realizaron varios aseos quirúrgicos.

Yaz murió sin poder despedirse de sus abuelos, los cuales en más de una ocasión pidieron verla, pero nunca se les permitió. Desde la cárcel, su madre también solicitó un permiso para ver por última vez a su hija y, aunque le fue concedido, la menor de edad la rechazó.

El caso de la pequeña Yaz causó indignación en México, pero después de su muerte, la palabra justicia quedó en el olvido. Aunque sus padres y madrastra están detenidos, la probabilidad de que reciban sentencia es muy lejana, pues no se han realizado más diligencias para fincar responsabilidades.

La agonía de una familia

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En México, la fiesta de XV años simboliza el cambio de niña a mujer dentro de un sistema tradicional. La festejada recibe su última muñeca y es su presentación en sociedad ante familiares y amigos mediante el vals. Rafael y Alejandra se conocieron en los quince años de ella, estudiaron juntos el bachillerato y, después de hacerse novios, Alejandra se fue a vivir con él en la colonia Bosques de Santa Anita, debido a que la escuela le quedaba muy lejos de su casa.

A los dieciocho años, Alejandra se embarazó de Yatziri. Dejó inconclusos sus estudios en cultora de belleza. Durante ese tiempo y los años siguientes vivió en la casa de su suegra mientras Rafael trabajaba en AUDI. La familia de Alejandra conoció muy poco a Rafael, porque casi no convivían con él, y ella tampoco les platicaba mucho sobre su vida en pareja.

Cuando Yaz tenía dos años llegó Mitzi, su hermanita. Ocasionalmente las niñas visitaban a sus abuelos y bisabuelos maternos, los cuales nunca notaron signos de violencia en las menores mientras se encontraban al cuidado de su madre.

Alejandra quiso tener ingresos económicos propios y se asoció con su amiga Mónica para vender desayunos escolares afuera del kínder “Francisco Esqueda”. Mitzi y una hija de Mónica eran compañeras de clase.

Mónica les contó que no era originaria de Puebla, y Rafael se ofreció a llevarla a conocer la ciudad. Los paseos por la capital se hicieron cada vez más frecuentes, y era tanta la confianza que incluso él se apropió de la camioneta de ella.

Un día, la mamá de Alejandra recibió un mensaje de Rafael vía Whatsapp. En este le pidió que fuera por su hija, porque ya no quería estar con ella. Él ya vivía con Mónica.

Alejandra y Mitzi regresaron a Barranca Honda. Durante la mudanza, olvidó algunos documentos oficiales. Yaz no fue con ellas, Rafael quiso que su hija mayor se fuera a vivir con él y con Mónica. Tan solo unos meses después de haber llegado a su nuevo hogar, la pequeña supuestamente adquirió un virus que le destrozó el intestino. Hasta la fecha se desconoce cómo desarrolló la enfermedad.

Yaz fue sometida a una cirugía de colon para realizarle cortes de intestino, uno de veinte y otro de treinta centímetros. Debido a ello, los médicos le dejaron una bolsa de colostomia, un contenedor que se llena con las heces fecales, pero ni Mónica ni Rafael le realizaron los cuidados necesarios, que consistían en cambiar la bolsa constantemente y limpiar la herida, lo que provocó una infección y agravó su estado de salud.

Rafael le aseguró a la familia de Alejandra que ese supuesto virus lo había adquirido cuando su tío abusó sexualmente de la menor de edad. Una acusación que la familia negó y que nunca se comprobó.

Mitzi también fue víctima 

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Rafael no solo resquebrajó su relación con Alejandra, también la de las pequeñas. La separación de las hermanas afectó a Mitzi, que constantemente pedía ver a Yatziri, pero nunca sucedió en el tiempo que vivió con su mamá, ni en el cumpleaños de Yaz. Alejandra le rogó a Rafael que les permitiera pasar el día juntas. El pastel y las gelatinas ya estaban hechas para su festejo, pero él se negó.

Sin embargo, Rafael era insistente, no era raro verlo llegar de repente a su casa para tratar de convivir o llevarse a Mitzi, a pesar de que, a raíz de su relación con Mónica, le surgió la duda de si realmente la pequeña era su hija. Él acusaba a Alejandra de serle infiel durante su relación.

Después del Día del Padre del 2020, y tras la insistencia de Rafael, además de un supuesto fallo a su favor de la guardia y custodia de las menores de edad, Alejandra accedió a entregarle a su hija.

Ha pasado casi un año desde que su nieta murió y la última escena que los bisabuelos mantienen vívida es de la niña despidiéndose con su mano. Sentadas en la sala, la abuela y la bisabuela comienzan a narrar el último adiós. Recuerdan que Alejandra le dijo a su expareja: “la niña va bien, no vayas a salir con que va mal”, como un aviso ante las acusaciones que había lanzado sobre el estado de salud de Yaz.

Durante la entrevista realizada a la familia, el bisabuelo intentó intervenir, pero no logró articular las palabras por la tristeza; la voz se le entrecortó y pidió no seguir preguntando. Los tres rompieron en llanto, ninguno logró describir a detalle la última vez que la vieron con vida. El dolor aún no les permite compartirlo.

Luego de reponerse, los bisabuelos contaron que Yaz acompañó a su padre para recoger a su hermana. Llevaba los intestinos fuera. Al ver a Alejandra, la pequeña le dijo: “mira mamá, por tu culpa estoy así”, a pesar de que ya tenía varios meses viviendo con Mónica y Rafael. En ese momento, la familia materna no sabía lo que ocurría con la niña, pues nunca fueron notificados de sus ingresos al hospital.

Solo quince días pasaron desde que Mitzi se despidió de sus abuelos y bisabuelos, cuando a la casa de los señores llegó la hermana de Alejandra y su sobrina a darles la noticia. Mitzi había fallecido.

¿La razón?

Broncoaspiró.

Alejandra no podía presentarse en el funeral de su hija, el cual se realizó en la casa de su suegra. Según Rafael, ella tenía una orden de aprehensión vigente por una denuncia que le había interpuesto, y podía ser detenida en cualquier momento, por lo que tuvo que resignar su dolor sin poder despedirse de su hija, a la que le había entregado en perfectas condiciones.

La burla de Mónica

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Ojalá pudiera devolver el tiempo para verte de nuevo, para darte un abrazo y nunca soltarte. Mas comprendo que llegó tu tiempo, que Dios te ha llamado”, dice la canción de “Tercer Cielo” que cimbró el cuerpo de Alejandra. Su hija menor, la que Rafael despreciaba y que por presiones le entregó, estaba muerta.

El cántico provenía de un video que Mónica montó con varias fotos que le tomó a la pequeña en los quince días que estuvo con ellos, se lo envío a Alejandra mediante un mensaje de Whatsapp.

Durante los preparativos del funeral de Mitzi, y en un acto de alevosía, Mónica escogió la caja donde descansarían los restos de la niña y le tomó fotografías; tanto al ataúd como al cuerpo de la menor de edad. Se las envío a Alejandra mientras ella se aislaba en su casa con el temor latente de pisar la cárcel sin saber el motivo.

En el velorio de Mitzi, la familia de Alejandra notó que Yaz estaba rapada, delgada y mal vestida, además de que no se desprendía de su padre y evitaba hacer contacto con ellos. Tenía una actitud temerosa, contraria a la que siempre demostró al estar bajo su cuidado.

Una de las tías logró acercarse a Yaz, quien le confesó que ella misma se hacía las curaciones postoperatorias. Esa respuesta le impactó a la familia, pues a su corta edad no recibía los cuidados y atenciones que cualquier infante tiene derecho a gozar. Se lo dijo al oído, en secreto, como si supiera que sufriría las consecuencias de hablar en voz alta del abandono.

Todos somos espectadores de la violencia infantil 

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Algunos meses de silencio transcurrieron. Ni Mónica ni Rafael se comunicaron con Alejandra y su familia. Los abuelos y bisabuelos buscaron saber de Yaz a través de la madre y la hermana de Rafael, pero ellas tampoco tenían conocimiento del estado de salud de la niña.

Finalmente, en agosto, Rafael y Mónica hablaron con Alejandra, le dijeron que necesitaban veinticinco mil pesos para internar a Yaz pues estaba grave. Sin embargo, Alejandra no contaba con ese dinero. Al tercer día, le volvieron a marcar, en esta ocasión la llamó la sobrina de Rafael, le advirtió que si quería volver a ver a Yaz acudiera a su casa, únicamente para despedirse de ella porque estaba agonizando.

Sin pensarlo dos veces, y pese al riesgo que corría por la supuesta orden de aprehensión, llegó a ver a su hija. Ahí la encontró recostada en el sillón, sin abrir los ojos y alucinando, decía: “¡ya déjenme chamacas! ¡que se vayan!”. En su imaginario, creía que las tres hijas de Mónica, quienes solían molestarla, se encontraban en el lugar, esto a decir de sus abuelos y bisabuelos.

Antes de partir al hospital, Yaz estuvo rodeada de todos aquellos que fueron testigos de cómo su salud se deterioró, y que tampoco no intervinieron para detener la violencia que sufrió con Mónica y Rafael.

Al otro día, el 21 de agosto, Mónica decidió internar a la niña, pasando por encima de la autoridad de los padres. Ahora le pedía a Alejandra cincuenta mil pesos para ingresar a Yaz al Hospital Ángeles, la Beneficencia Española o el Hospital Betania, porque supuestamente ellos no tenían dinero. Mónica le advirtió a Rafael que detendrían a Alejandra en el momento en que la niña fuera hospitalizada.

Era impensable llevarla al “Hospital del Niño Poblano”, debido a que anteriormente una trabajadora social había levantado un acta por maltrato; la única opción viable era internarla en el Hospital de “La Margarita”, y así lo hicieron.

Los abuelos y bisabuelos piensan que Mónica utilizaba la identificación oficial de Alejandra cada vez que llevaba a Yaz al hospital, para evitar verse involucrada. Así, si el estado de salud de la menor de edad se agravaba, la culpa la tendría su madre biológica; sin que esta supiera realmente lo que sucedía con su hija.

La violencia es viral 

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Indignación, enojo y hasta desesperación, fue lo que sintieron y expresaron los internautas, cuando se enteraron de que una menor de edad había sido maltratada por sus padres, el lucro del dolor se volvió tendencia.

Yaz fue hospitalizada y los medios de comunicación en Puebla dieron a conocer el caso, gracias a que el personal médico filtró la información a la activista Frida Guerrera, indignados por las condiciones de salud en que llegó la niña.

El caso se viralizó y de inmediato fue retomado por medios nacionales. El gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta declaró que la FGE ya había iniciado una carpeta de investigación y se iban a revisar los mecanismos de protección para la pequeña.

Según la abuela de Yaz, una tarde luego de los cuchicheos del personal médico que apuntaban a Alejandra como la agresora de la niña, elementos de la Agencia Estatal de Investigación (AEI) llegaron al hospital y le pidieron que bajara con ellos, para entregar una copia de su CURP, un documento necesario para realizar los trámites correspondientes. Sin embargo, fue solo un pretexto para detenerla.

La abuela recuerda cuando la subieron a la patrulla sin mostrarle la orden de aprehensión. Los ministeriales aseguran que la detención se realizó conforme a derecho y que fue por los delitos de violencia familiar y abandono de personas.

Alejandra argumentó que estaba esperando a Rafael, quien llegaría a las seis de la tarde para realizar el cambio de familiar, pero nunca se presentó. Posteriormente, se enteró que él también había sido detenido ese día.

En octubre, dos meses después, Mónica fue detenida en el Centro Histórico de la ciudad. Todos están vinculados a proceso por el maltrato que sufrieron las menores.

La despedida a Yaz 

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Quiero mejor morirme, ya no me curen”, fueron las palabras de la pequeña Yaz al personal médico de La Margarita al ingresar al hospital, luego del maltrato que sufrió con Mónica y Rafael.

El estado de salud de Yaz no mejoró. Su madre le pidió al gobernador, a través de una carta que le fue entregada a la activista Frida Guerrera, que le permitieran ver a su hija por última vez para despedirse.

Las diligencias se llevaron a cabo, todo estaba listo. En un acto de compasión, según el gobernador de Puebla, Alejandra podía salir de la cárcel para verla. Yaz no la recibió. El mandatario estatal declaró que la niña se alteró al enterarse que su "mamá" iría al hospital.

Debido a que el personal médico desconocía que a Mónica también le decía “mamá”, la familia de Alejandra cree que no le informaron a Yaz cuál de las dos la visitaría, por eso rechazó verla.

El tiempo transcurrió y Yaz no se recuperó. Los abuelos y bisabuelos insistieron en conocer su estado de salud sin obtener una respuesta del personal médico.

Una tarde mientras comían en su casa, Frida Guerrera llamó al bisabuelo: Yaz había muerto. Le dijo que recibiría la noticia oficial de parte de las autoridades. Veinte minutos después el teléfono volvió a sonar, era la confirmación.

 

Al ser los únicos interesados en la pequeña, el Servicio Médico Forense (SEMEFO) les entregó el cuerpo y el acta de defunción. El Sistema DIF Estatal los apoyó con el funeral y el entierro. Al sepelio asistió la hermana y la sobrina de Rafael; fueron los únicos familiares que se presentaron de su parte.

Yaz fue sepultada en el panteón de La Piedad, lejos de su hermana Mitzi, quien está en el mausoleo de San Miguel Espejo. La violencia las separó, pero ni muertas han podido descansar en paz, pues el lucro del dolor continúa.

La familia se enteró que un rapero consiguió fotos de las niñas y su madre, y las usó para hacer una canción que las revictimiza. Los medios de comunicación también utilizan la foto de Yaz como archivo para ejemplificar casos similares, lo que ha provocado un gran dolor y angustia entre sus seres queridos, pues reviven la indignación de ver a la niña sufrir.

Por si fuera poco, y ante las dudas de la FGE sobre la muerte de Mitzi, los ministeriales solicitaron a los abuelos su autorización para exhumar el cuerpo. El resultado de la necropsia fue el mismo, murió por broncoaspiración. Sin embargo, fue catalogado como feminicidio porque en el rostro y en el cráneo se encontraron diversos golpes. Mitzi también sufrió de maltrato físico.

La necropsia de ambas niñas reveló que ninguna sufrió abuso sexual. Pero, según el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, existe una orden de aprehensión en contra del hermano de Alejandra por este delito, aunque la FGE no ha revelado avances en la investigación ni en los cargos en su contra. Él se encuentra prófugo por estas acusaciones.

Sobrevivir o morir en el intento de crecer 

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Es más difícil para las niñas y niños que han sido víctimas de violencia saber cómo establecer relaciones afectivas saludables fuera de la violencia. Tienden a replicar esas mismas conductas cuando crecen, es una condena de violencia interminable para ellas y para ellos”.

La neuropsicóloga y defensora de los derechos de la infancia e integrante del Consejo Consultivo de 33 Mujeres A.C., Valeria Segura señaló que en el caso de Yaz y Mitzi existen dos problemas.

El primero es la burocracia y la mala comunicación que existe entre instituciones. En este caso, el IMSS es responsable por no presentar al órgano adecuado la denuncia de violencia que vivieron las niñas.

El segundo es la negligencia y el abandono que sufre la infancia por parte del Estado, para garantizar los procesos de denuncia, atención inmediata y canalización de los servicios de ayuda para brindar seguridad a las víctimas. 

La experta señaló que la infancia en México vive una situación de violencia en el hogar o en ambientes hostiles para su desarrollo, que se ha ido incrementando en los últimos años. Sin embargo, no existen mecanismos que rescaten a los menores de esta situación.

La indiferencia de quienes presencian y son parte de las violencias contra niñas y niños, es “una condena, es sobrevivir o morir en el intento de crecer. La población más vulnerable siempre es la infancia”.

En la carpeta de investigación de la FGE, el caso de Yaz y Mitzi fueron tipificados como feminicidio. Valeria hace la acotación que dicho delito fue un “infanticidio”, ya que las violencias, la negligencia y el abandono que sufrieron las hermanas son una forma de asesinato con dolo.

Las consecuencias de no rescatar a tiempo a la niñez del maltrato pueden provocar el trágico desenlace que le quitó la vida a Yaz y a Mitzi. Y en otros casos, replicar esos ciclos de violencia en la adultez.

Justicia para Yaz y Mitzi 

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La justicia es invisible ante el maltrato y la violencia infantil en Puebla. Con respecto a la situación legal de Alejandra y Rafael, la neuropsicóloga Valeria Segura insiste en que las autoridades deben aclarar los hechos y acusaciones de las cuales son objeto, así como tomar en cuenta la omisión de los familiares y todos aquellos agentes involucrados en el caso, ya que es responsabilidad del Estado garantizar la justicia para estas niñas.

La responsabilidad recae sobre todo en los padres, pero también en toda la familia que tuvo contacto con las niñas; sabían de esos abusos y nunca los denunciaron. El peso de la ley debe caer sobre todos ellos, porque la culpa no es solamente de quienes las violentaron, sino también de quienes las abandonaron sabiendo de la situación por la que atravesaban. El Estado debe garantizar la seguridad y el debido cumplimiento de los derechos de las niñas y de los niños”, menciona.

Alejandra y Rafael fueron detenidos el 27 de agosto de 2020 por elementos de la AEI, quienes presentaron una orden de aprehensión por los delitos de violencia familiar y abandono de personas.

El 28 de agosto fueron presentados ante el Juez de Control para resolver su situación legal, pero los acusados se acogieron a la duplicidad del término constitucional para decidir si son o no vinculados a proceso.

Debido a ello, se determinó una segunda audiencia para el 2 de septiembre, que dictaría la vinculación a proceso. El 30 de septiembre las autoridades establecieron un periodo de cuatro meses para que la Fiscalía realizara una investigación complementaria para entregar elementos de prueba con respecto al caso.

El 3 de octubre, Mónica fue detenida y vinculada a proceso por violencia familiar equiparada y lesiones dolosas contra las hermanas, por estar relacionada con la muerte de Mitzi en junio de 2020, así lo informó la activista Frida Guerrera.

Casi un año ha transcurrido desde la muerte de las pequeñas y ni Rafael ni Alejandra, así como Mónica, han recibido sentencia. La pareja permanece en prisión preventiva en el penal de San Miguel, mientras que Mónica se encuentra en el penal de San Pedro Cholula.

Además de justicia, Valeria Segura precisa que urge tomar el caso de Yaz y Mitzi como un ejemplo para evitar que este tipo de abusos sigan existiendo, pues la impunidad y la falta de sanciones envía un mensaje de permisividad a los abusadores para seguir perpetrando estos crímenes sin que se imparta justicia.

Esto también alentará a otras madres, mujeres, niñas y familiares a tener la iniciativa de denunciar y levantar la voz en contra de sus abusadores y construir herramientas legales a favor de la protección de la infancia.

Luego de que el caso se volviera viral, los diputados locales la Comisión de la Familia y los Derechos de la Niñez del Congreso de Puebla realizaron una reforma al Código Penal, aumentando hasta trece años de cárcel y ocho mil 962 pesos las penas contra quienes agredan, maltraten o abusen de las niñas, niños y adolescentes.

La abuela y bisabuelos de Yaz y Mitzi continúan buscando asesoría legal de alguna institución u organización de la sociedad civil para exigir justicia en memoria de las niñas, porque el abogado de oficio que representa a Alejandra les pidió que esperen a que el caso sea olvidado para defenderla.

Debido a esta “estrategia” la familia de Alejandra buscó a un abogado particular que solicitaría un cambio de medida cautelar. Para ello les solicitó documentos que acreditaran que al salir de prisión tendría un lugar donde vivir, trabajar y/o estudiar.

La hermana de Alejandra le entregó copias de las escrituras de su casa, el certificado escolar, entre otros documentos personales. Sin embargo, también les pidió tres mil pesos únicamente para copias, lo que generó desconfianza entre los familiares, por lo que decidieron prescindir de sus servicios.

Cada semana, Alejandra recibe la visita de su mamá en el Cereso de San Miguel. En el tiempo que tienen para convivir, ella le platica que guarda la esperanza de que el caso sea esclarecido y obtenga su libertad. Al salir planea continuar con sus estudios en estilismo, trabajar y honrar la memoria de sus hijas.

Desde la muerte de las niñas, en la casa de los abuelos no hay alegría, se esfumaron las risas, y la incertidumbre invadió el cuarto donde las fotografías de la graduación de Mitzi y Yaz están presentes. Los abuelos las recuerdan, lloran y se frotan las manos ante la preocupación de no saber qué hacer para darles paz y ayudar a su hija. Dicen que nadie está preparado para una situación de esta magnitud.

Los niños maltratados son invisibles en Puebla

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No hay un registro, todos sabemos que existen, pero no sabemos dónde están”, comenta Valería Segura.

En el marco del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer de este 2021, la directora de la Red Nacional de Refugios, Wendy Haydeé Figueroa Morales señaló en la ponencia “Jornada de las flores moradas: cuerpos revolucionando”, organizada por la Universidad Iberoamericana, que de acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la violencia familiar aumentó un 20% en el año 2020.

De acuerdo con Figueroa Morales, el confinamiento en casa debido a la pandemia de Covid-19, acrecentó la vulnerabilidad de niñas, niños y adolescentes al convivir más tiempo con sus agresores.

La red dio a conocer que la atención a víctimas de violencia familiar aumentó hasta un 39% el año pasado en todo el país, lo que refleja la impunidad a la que se enfrenta la población más vulnerable al exigir justicia.

No existe un lugar seguro para las víctimas. Nuestro sistema está programado para ser obstaculizante, y para que haya revictimizaciones”.

Derivado de este caso fue posible evidenciar que la violencia contra niños, niñas y adolescentes existe y es más frecuente de lo que imaginamos.

No obstante, si el problema no se conoce, las autoridades competentes no pueden dar una solución. La Fiscalía General del Estado de Puebla reporta casos mes con mes casos de violencia familiar y violaciones equiparadas, pero por la protección de los datos personales no especifica cuántas víctimas son menores de edad.

Ni a nivel estatal ni municipal existe una cifra oficial sobre el maltrato contra los menores. El DIF estatal contaba con una plataforma en la cual se tenía registro de estos casos, pero por razones desconocidas la dieron de baja. Por su parte, el DIF municipal monitorea y tiene control solo de los casos que llegan directamente a esta dependencia.

Por otro lado, existen observatorios que monitorean este problema y se apoyan con informes que presentan algunas organizaciones como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia o Unicef, por sus siglas en inglés. Sin embargo, tampoco cuentan con cifras oficiales porque las dependencias encargadas de reportar este problema no lo hacen.

Yaz y Mitzi murieron y también una familia 

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La casa de Barranca Honda ahora es silenciosa. Los abuelos y bisabuelos de Yaz y Mitzi tratan de sonreír. Lograr esa expresión les pesa y duele. Ahora reír es con culpa, para ellos no es posible, no hasta que obtengan justicia. El pequeño Gabriel, tío de las menores de edad, juega con los perros que habitan el domicilio, camina con el celular, prende la televisión y se sienta junto a sus familiares. La violencia les arrebató a sus compañeras de juegos. No solo Yaz y Mitzi y ya no están, también desapareció la armonía de una familia.

La abuela dio a conocer que, al ingresar al penal, Alejandra recibió amenazas de parte de las internas. Le iban a “dar su calentada”, le confesó durante las primeras visitas.

La familia teme por su integridad. Pensaron que, debido a que el caso fue viral, alguna organización se acercaría para brindarles apoyo, pero esto no sucedió, por lo que su vida quedó en pausa y solo esperan tener los recursos económicos para darle seguimiento y conseguir su libertad, antes de que el juez dicte una sentencia en su contra. La familia de Rafael jamás se volvió a comunicar con ellos. Tampoco han tenido noticias de los familiares de Mónica.

Ahora solo recuerdos habitan en la casa de Barranca Honda, la familia de Yaz y Mitzi jamás las volverán a ver bailando en las fiestas o comiendo de un pastel de cumpleaños antes de partirlo. Sus vidas se acabaron por la violencia y el maltrato infantil que se vive en Puebla, de la cual no hay registro. Aquella que tiene de espectadores a familiares, maestros, amigos y hasta desconocidos, pero de la que nadie habla.

La familia busca que el legado de las pequeñas no sea de dolor ni de tristeza, quiere que los poblanos las recuerden sonrientes, felices y vivaces. Desea enterrar el recuerdo de Yaz maltratada y sin esperanza, desean que los poblanos honren su memoria.