Puebla, 26 de abril del 2024

El mítico “cuerpo de playa”

Por Betzabé Vancini / /
El mítico “cuerpo de playa”
Foto: Central

Tú, yo y el Ello...

Si bien la cuarentena ha afectado los hábitos alimenticios de la mayoría de las personas en el mundo, al parecer, las expectativas sobre la estética de nuestros cuerpos no cambió en lo absoluto: Llega la primavera, la Semana Santa, se acerca el verano y con ello comenzamos a recibir bombardeos por todos lados sobre métodos, ejercicios, dietas o incluso medicamentos para tener el mal llamado “cuerpo de playa.” Sin embargo, como bien diría una amiga, para tener cuerpo de playa sólo necesitas dos cosas: un cuerpo e ir a playa.

Esta obsesión recurrente de las marcas y las campañas publicitarias para crear un estándar del cuerpo que “puede” usar un bikini o un traje de baño, ha llevado a cientos de miles de mujeres alrededor del mundo a sentirse avergonzadas con su figura, a consumir ropa que les oculte, e incluso las ha llevado a sentirse no merecedoras de exponerse ni siquiera en vacaciones. Empecemos por ahí, el concepto mismo de vacacionar implica hacer actividades distintas a las usuales y especialmente, relajarse. Si esta constante sobrexigencia sobre nuestro cuerpo no nos permite disfrutar y relajarnos, algo está muy mal.

Estamos inmersos en una cultura -capitalista- de cuerpos perfectos en los que incluso generamos el mito de que sólo los cuerpos perfectos son merecedores de amor, del erotismo y nada más lejano a la realidad que eso. Mujeres, ¿qué nos estamos haciendo? Estamos constantemente presionadas por cumplir con un estándar basado en la opinión de los demás. Sería más adecuado empezar por darnos cuenta de que cada quién decide cómo quiere verse, cómo se quiere vestir, qué quiere mostrar, y cómo quiere cuidar su cuerpo. ¿Acaso no tenemos todas el derecho de vernos como se nos dé la gana? Ropa, peso, cabello, pecas, estrías, vello, accesorios, canas, tatuajes, entre muchas otras cosas más, forman parte de quiénes somos y de la manera en la que elegimos mostrar nuestra identidad. Afortunadamente, estamos ya en el siglo XXI y ninguna forma de autoexpresión a través de la apariencia debe ser motivo de discriminación. Afortunadamente, hemos avanzado mucho en eliminar esos protocolos de vestimenta o apariencia que hacían sentir a muchas personas como inadecuadas en su entorno o su trabajo. Sin embargo, aún luchamos contra viejas prácticas discriminativas; especialmente, en la experiencia con doctores. En muchos casos, los médicos de distintas especialidades siguen empleando el Índice de Masa Corporal (IMC) para determinar si la persona se encuentra en un peso saludable o no, cuando este indicador fue ampliamente superado por otros tipos de medición que indican aspectos más específicos como masa muscular, masa grasa, nivel de retención de líquidos, etc., y que dan una imagen mucho más completa de la salud de la persona. Lamentablemente, muchos médicos siguen tomando un IMC alto o al borde de lo normal como un indicador para diagnosticar a las mujeres con sobrepeso, en la mayoría de los casos, sin la menor empatía o comprensión de la complejidad de la relación de la persona con la comida, con su propio cuerpo y autoestima. Es así como muchas mujeres que van con su médico en busca de un estilo de vida más saludable salen de la consulta sintiéndose reprobadas.

Ahora bien, aclaremos que no sólo los cuerpos ultra delgados son saludables. De hecho, los resultados que obtenemos en un análisis de química sanguínea —como glucosa, triglicéridos y colesterol— están mucho más determinados por los hábitos alimenticios que por el peso. Es decir, es un ERROR garrafal asumir que una persona con un peso mayor está forzosamente enferma. Los cuerpos grandes también pueden ser saludables, así como los cuerpos esbeltos o atléticos también pueden estar enfermos o tener deficiencias. Sería una buena práctica empezar por dejar de asumir la salud de alguien a partir de su apariencia o de su constitución corporal.

Desde la parte psicológica, mientras la persona tenga un autoestima saludable y estable, es decir, que se valore, reconozca sus capacidades y ejerza el autocuidado, el estándar de belleza que le parezca más amigable es irrelevante. Con o sin cuadritos, con o sin tinte, con o sin ropa vintage, con o sin cabeza rapada, con o sin joyería o maquillaje, el punto es sentirse bien. Y ese bienestar es subjetivo y lo define cada persona desde su propia experiencia. No somos un número en una báscula y es importante recalcar que el peso ideal es aquel en el que tú te sientes bien en todos los aspectos. Normalicemos los cuerpos normales y dejemos de idealizar la figura humana. Finalmente, cada quien sabe bien cuál es su mejor versión. Deja de buscar el mitológico cuerpo de playa y date cuenta de que ya lo tienes.

Comprométete contigo, con tu salud, con tu proyecto de vida y deja a las demás elegir lo que les parezca más adecuado para sus cuerpos. Lo que le funciona a una, no necesariamente le funciona a todas. Respetemos. 

Como siempre, espero sus comentarios y preguntas vía Twitter. Me encuentras como @betzalcoatl.