¿Y dónde está Saúl? Es la pregunta que todo el mundo se hace, desde el coordinador de Morena en la Cámara de Diputados, Nacho Mier, hasta uno que otro amigo. El paradero del diputado federal, acusado de abusar de un menor de edad, solo lo saben unas cuantas personas.
Lo que me llama la atención es que cada vez son más constantes los comentarios acerca del desenlace fatal del legislador; no me refiero al hecho de pisar la cárcel, pues la gente que lo conoce está segura de que buscará una salida más fácil.
Sí estimados lectores, varias personas que he consultado y que lo conocen, saben que no dudaría en quitarse la vida; claro, si es que ya no logra fugarse, pero a esta hora yo creo que ya anda en otro país.
Su oficina en San Lázaro está vacía, bajo llave, su oficina de atención ciudadana también ya fue saqueada, es más ya ni la secretaria atiende. Imagino que a su esposa e hijas menos les ha de hablar. Incluso, ya estaba en proceso de divorcio.
Tal vez con el único que mantenga contacto es con su hermano Octavio, pues también era su cómplice, juntos se apropiaron de manera ilegal de la zona arqueológica del Tepalcayotl en San Francisco Totimehuacán.
Supongo que ser hijos de un ex militar, muy estricto y duro, les causó tantos traumas que al tener poder pensaron que ni el viento los tocaría.
El asunto es que Saúl no aguanta ni aguantará los señalamientos, el escrutinio sobre su gusto por los menores de edad. Supongo que debió pensar en eso antes de hacerlo.
Pero esto no es nuevo, lo ha hecho durante toda su trayectoria política tal y como hoy lo narra en CENTRAL Orfa Castro, una líder de colonia que al menos le supo 5 casos de pederastia.
Así que no nos extrañe que de pronto los medios publiquemos su desenlace fatal, porque ya vimos que valiente como para afrontar la justicia no es, ¡qué cobarde!