Nadie nunca imaginó que en el PAN se desataría la revuelta. Es lógico, y siempre pasa, que en cada proceso electoral surgen los inconformes porque no les tocó candidatura, pero lo que ha sucedido en este proceso interno le está poniendo mucho sabor a las elecciones, y eso que aún no empiezan.
Pensamos que las inconformidades serían dos o tres, pero en realidad se salieron de control, pues a partir del lunes 15 de marzo iniciaron las manifestaciones en contra de Genoveva Huerta y su proceso interno
El primero que salió a respingar y chillar fue Inés Saturnino de Tecamachalco, aunque ya me contaron que a él ya no le dieron la candidatura porque, desde hace semanas, inició un movimiento al interior de Acción Nacional para desprestigiar a Genoveva y, precisamente, reventar el proceso interno.
Pero en otros municipios como Tehuacán, San Andrés Cholula y San Pedro Cholula, la cosa está que arde. Y es que no sabemos quién dice la verdad. En el programa Central Electoral, Genoveva comentó que en las mesas se planteó hacer encuestas para sacar a candidatos de unidad, pero que no era el único factor que se tomaría en cuenta.
Mientras, los aspirantes dicen algo distinto, ya que el Comité Directivo Estatal los obligó a ponerse de acuerdo y pagar estudios demoscópicos con cualquiera de las tres encuestadoras que tenía en su catálogo.
Una vez levantados dichos estudios, se les daría a conocer los resultados a los aspirantes para pedirles que respaldaran a quien saliera mejor; pero jamás les entregó los resultados, entonces nadie sabe a ciencia cierta si en verdad van con los mejores perfiles. Es decir, no hubo transparencia.
El problema es que, si el PAN llega dividido, o peor aún, hay fuga de liderazgos o huelga de brazos caídos, nada podrá hacer ante Morena y también quedará mal ante los partidos con los que va en Alianza, dará una mala imagen al PRI y al PRD. Así que más vale que ya mi Geno vaya iniciando una operación cicatriz.