Ni hablar, así es la democracia: a veces se pierde y a veces se gana. Y los amigos de Morena deben reflexionar mucho acerca de la lección o lecciones que seguro les dejó esta elección.
De entrada, deberían reflexionar sobre qué circunstancias los llevó a una caída tan estrepitosa electoralmente. La simpatía del electorado les duró sólo tres años.
Por supuesto, hubo factores internos y externos que influyeron en esta derrota. A mí me preocuparían más los internos porque le abrieron las puertas a personas que ni siquiera tienen la camiseta puesta.
En estas elecciones hubo morenistas que operaron en contra de Morena y que hicieron todo para que su partido perdiera. En este y otros espacios les advertimos desde hace mucho de ese riesgo, pero los dejaron crecer.
Eso generó divisiones internas entre los que sí son morenistas, al grado en que los candidatos tenían que enfrentar dos enemigos: los de enfrente y los que estaban en casa.
También deben evaluar los resultados que han dado en los congresos y los ayuntamientos. Además de los resultados que ha dado Morena a nivel nacional, me refiero a Andrés Manuel López Obrador.
Esta elección fue un voto de castigo de los poblanos para todo Morena que incluye al Presidente. Aunque mucha gente en las encuestas decía que votaría por este partido teniendo en cuenta la imagen presidencial, en realidad su gobierno no es tan bien evaluado.
El PAN y PRI encontraron la fórmula perfecta para derrotar a Morena, esta elección fue sólo un laboratorio para los comicios de 2024 y ya vieron que la gente no ve del todo mal a la dichosa “mafia del poder”.
Y parece ser que ve peor la reelección, algo que también deberá analizar el propio López Obrador y los que ganaron este domingo.